Después de 27 años en la cárcel y ser proclamado en 1994 presidente elegido de Sudáfrica, Nelson Mandela compartió con el mundo entero uno de sus poemas favoritos, escrito por Marianne Williamson: “Nuestro temor más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro temor más profundo es que somos excesivamente poderosos”.
“Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad, la que nos atemoriza. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres para no serlo? Infravalorándote no ayudas al mundo. No hay nada de instructivo en encogerse para que otras personas no se sientan inseguras cerca de ti. Esta grandeza de espíritu no se encuentra solo en algunos de nosotros; está en todos. Y al permitir que brille nuestra propia luz, de forma tácita estamos dando a los demás permiso para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a otros”.
Mas allá de este famoso experimento, en la jerga del desarrollo personal se dice que padecemos el síndrome de Solomon cuando tomamos decisiones o adoptamos comportamientos para evitar sobresalir, destacar o brillar en un grupo social determinado. Y también cuando nos boicoteamos para no salir del camino trillado por el que transita la mayoría.
Mandela dibujó un camino, los demás hemos de consolidar la senda. La tremenda orfandad de lideres, de hombres con moyeros de referencia histórica, de valores humanos que estamos padeciendo nos empuja a exigir a otros lo que nosotros no somos capaces de hacer.
La lucha contra la segregación solo ha comenzado, quedan aspectos relevantes, pues es patente que hoy, en los albores del tercer milenio, no todos somos iguales ante la ley. Hay hombres y hay mujeres; hay doctoras y hay limpiadoras; hay catedráticas y princesas; hay jueces y excluidos sociales, dependientes y cuidadores, etcétera.
Una gran parte de nuestra sociedad se refugia en su colectivo, rechaza al diferente sea cual sea el motivo. Si este es cojo, lisiado, paralitico, homosexual. Se hace especialmente cruda la segregación entre ricos y pobres. Evidentemente, la igualdad de oportunidades está como poco-en entredicho. No somos capaces de vivir en la diversidad.
Los valores asociados a Nelson Mandela viven escondidos en cada uno de nosotros. Todos tenemos dentro un trocito de integridad, de generosidad, de tenacidad, de talento. Busquemos esos valores, apliquémoslos todos en la vida diaria y por fuerza surgirá a nuestro alrededor el liderazgo necesario para el entusiasmo, para la esperanza, para un mejor porvenir.
Mandela explicaba que durante toda su vida se había dedicado a la lucha en favor de los africanos. “He luchado contra la dominación de los blancos, y he luchado contra la dominación de los negros. He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero lograr. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”. (Nelson Mandela).
“Cuando hay que llevar o limpiar algo el hombre blanco siempre mira a su alrededor buscando a un africano que lo haga para él, tanto si el africano es un empleado suyo como si no. Debido a esta clase actitud, los blancos tienden a considerar a los africanos como una estirpe diferente. No los considera seres humanos o personas con familias propias; no se dan cuenta de que tienen emociones y de que se enamoran igual que los blancos; de que quieren estar con los suyos; de que quieren ganar suficiente dinero para mantener a sus familias como es debido, alimentarlas, vestirlas y enviarlas al colegio a estudiar. ¿Y qué sirviente, jardinero o jornalero puede esperar hacer esto alguna vez? (Nelson Mandela, discurso ante el Tribunal, antes de ser sentenciado a cadena perpetua en 1964.
El líder “antiapartheid” compareció el 20 de abril de 1964 ante el Tribunal Supremo de Pretoria y explicó por qué recurrió a la violencia para combatir el racismo. Fue condenado a cadena perpetua. Su discurso marcó para siempre su biografía.
Nelson Mandela decidió no buscar la reelección presidencial después de su primer mandato en Sudáfrica porque quería establecer un ejemplo de liderazgo democrático y promover la transición pacífica del poder. “Quien soy yo para prorrogar por más tiempo mi mandato, en mi partido hay hombre y mujeres con talentos, al igual que yo para ser presidente, dijo Mandela al cabo de su primer y único periodo como presidente. Mandela murió el 5 de diciembre del 2013,10 años después, sus legados permanecen imborrable.
Concluyo este articulo con una de su mejor enseñanza:” Ser libre no es simplemente desprenderse de las cadenas, sino vivir de un modo que respete y aumente la libertad de los demás. La verdadera prueba de nuestra devoción por la libertad no ha hecho más que empezar”.