El Gobierno anunció un déficit de RD$ 145,000 millones (2.7% del PIB) para el cierre del año pasado, menos de la mitad del observado durante la pandemia, que fue de RD$ 336,000 millones (7.5% del PIB).
Un análisis de estos datos concluye inevitablemente en que fue un resultado impresionante. El Gobierno se manejó dentro de los límites presupuestarios y lo hizo en el marco de una recomposición importante del gasto público para atender las emergencias propias de la pandemia y el impacto de la inflación internacional. El país ha sido el gran ganador con un manejo prudente de la política fiscal.
Cualquier crítica tendría que venir por otras vías, quizás como la composición del gasto, las prioridades en la ejecución o la calidad de las erogaciones. Pero aquí ya entrarían más los juicios de valor y temas de preferencias políticas o personales en la ejecución de tal o cual partida.
Habiendo dicho esto, es bueno hacer una reflexión sobre las cuentas públicas y su impacto en la economía. El déficit a que generalmente se refieren las autoridades es al del Gobierno Central. Vamos a decir que este es el que maneja la Dirección de Presupuesto. Pero esta es una visión parcial.
A este monto hay que hacerle algunos ajustes para tomar en cuenta partidas que no son captadas por la metodología presupuestaria. Por ejemplo, hay que considerar atrasos documentados en los pagos con contratistas y proveedores, con Refidomsa (por el no ajuste de los precios de combustibles); o con generadores eléctricos, por citar algunos ejemplos. En este último caso los atrasos a diciembre eran de un monto de RD$ 13,600 millones.
También hay que tomar en cuenta las operaciones de manejos de pasivos, si éstas tienen un impacto en la deuda pública. Por ejemplo, las cuentas fiscales en el año 2015 registran la recompra de la deuda de Petrocaribe como un ingreso de RD$ 93,475 millones (3% del PIB) porque se produjo una reducción en esa magnitud de la deuda pública.
En cambio, en 2021, la operación de manejo de pasivos implicó un aumento de la deuda de RD$ 13,000 millones el cual equivale a un aumento del déficit fiscal y como tal debe ser registrado como un gasto.
A esto debemos sumar los pagos de deuda administrativa que realiza el Gobierno, los cuales ascendieron el año pasado a RD$ 21,900 millones. Si bien éstos no se registran como parte del gasto público porque se consideran una amortización, en la práctica debemos sumarlos al déficit pues son un flujo de gastos que crean deuda.
Este “Balance Ajustado” es el relevante para el análisis del impacto del Gobierno en la economía y la evolución de la política fiscal, ya que es el que mejor refleja los cambios en la Deuda Pública.
Cuando hacemos estos ajustes con los datos preliminares del 2021 llegamos a un monto de RD$ 193,270 millones o 3.6% del PIB. Este es un cálculo ilustrativo, pero es una mejor aproximación a la postura real de las finanzas públicas que el déficit presupuestario.
¿Y cuánto fue en promedio ese monto en el periodo 2008-2019? Justamente 3.6% del PIB. De hecho, entre 2008 (a partir de la crisis financiera internacional) y 2019, el valor anual fluctuó entre 3.0% y 4.2% del PIB, excepto en dos años: i) en el 2012, que fue de 6.8% del PIB; y ii) en el 2015, que fue de 0.9% (por la operación de Petrocaribe).
Interesante: en los doce años previos a la pandemia, este déficit ha sido muy previsible, no cambia mucho. En 2021 retornamos al promedio histórico. Tal vez estos datos ayudan a entender el entorno en que tiene que operar el Banco Central para estabilizar la economía.
También el tema de la percepción es importante: lo que antes muchos consideraban un déficit irresponsable ahora se considera un manejo prudente de las cuentas públicas, haciendo la salvedad por supuesto de la horrible coyuntura internacional que le ha tocado a este Gobierno.
Esto sin dudas tiene implicaciones para el manejo de la deuda pública, las tasas de interés, el tipo de cambio y la política monetaria en general. Pero sobre todo lleva a reflexionar. Al igual que todas las crisis anteriores, la que vivimos actualmente pasará. Por eso es bueno que se reflexione sobre el problema estructural de las cuentas públicas. No es por casualidad que las siglas del Fondo Monetario Internacional, FMI, para muchos lo que quieren decir es: “lo Fiscal es lo Más Importante.”