1.

Caminaba muy rápido y era de baja estatura, un metro sesenta y ocho.

En los hospicios, durante muchas décadas, los locos que eran Napoleón hacían cola y discutían entre ellos, violentamente, sobre quién era el verdadero Emperador.

El sombrero de Napoleón es un icono. El gesto de la mano en el bolsillo también.

Ahora que hay por ahí una película sobre su vida, recordemos algunos hechos, de otra cara suya.

2.

Napoleón influyó en los sistemas legales de muchos países. Y no solo.

Dos de los más importantes pensadores de la cultura alemana, incluso perteneciendo a un país invadido, admiraron a Napoleón: Goethe y Hegel.

Goethe estudiaba las nubes y los colores y miraba atentamente hacia todo lo que había en la naturaleza y en el ser humano.

Pero la atención hacia las nubes no le hacía olvidar la política. Cabeza en las nubes, pies en las leyes y en la polis.

En 1808, Napoleón condecora a Goethe.

3.

El día 9 de octubre de 1806, Hegel se asoma a la ventana. (Que un filósofo se asome a la ventana siempre parece una metáfora y podrá serlo, sí, la metáfora del filósofo que quiere entender el mundo y la realidad y no solo el lenguaje y el pensamiento. “El filósofo se asoma a la ventana” podría ser, además, el título de un libro de una obra de filosofía contemporánea. Todos los filósofos están asomados a la ventana, como los astrónomos).

Pero sí, Hegel vio, desde su ventana, que Napoleón pasaba, montando su caballo, y dijo que Bonaparte era “el destino del mundo a caballo”.

El destino del mundo iba allí – y lo atemorizador que es cuando el destino cobra nombre y anatomía concreta.

Napoleón sería, según Nietzsche, el “europeo del futuro”, alguien que veía Europa como algo que podría ser unificado (a la fuerza, sí, pero unificada).

4.

Pero es poco conocido que Napoleón organizó una expedición de artistas, científicos y sabios franceses a Egipto.

Año 1798.

En la expedición, recuerda Jacques Barzum – un estudioso de la cultura europea – iban “físicos, químicos, ingenieros, botánicos, zoólogos, geólogos, médicos, farmacólogos, arquitectos, pintores, poetas, músicos” y un “maestro impresor”.

Excursión de investigadores y artistas que, en lugar de invadir, querían conocer.

Una invasión del talento artístico y de la inteligencia.

5.

Pero una invasión, en cualquier caso, ya que la expedición quería extraer datos de las piedras, de las plantas, de los animales y de las construcciones de Egipto.

Los barcos iban cargados de material: “instrumentos científicos utilizados en cada una de las artes mecánicas y en las ciencias”, “material para escribir, dibujar y pintar”. Y en los barcos había también una biblioteca de alrededor de 500 títulos – y las obras científicas y artísticas más relevantes de la época.

Esos sabios fueron, en su momento, clasificados por Napoleón como “generales” y esto es ejemplar: llegar a general por vía del estudio, del talento artístico o de la inteligencia. Un general del dibujo, un general de las piedras, un general de las plantas, un general del do, re, mi, un general astrónomo, un general de las flores (Redouté, por ejemplo, que formaba parte de la comitiva, era un conocido pintor de flores).

6.

Recordemos que pintar y dibujar bien, antes de la invención de la fotografía, eran artes técnicas y científicas. Un buen científico o era también un buen dibujante o necesitaba tener a su lado un especialista de los trazos veros, de los trazos fidedignos. Lo que el ojo veía, la mano debía repetir. La mano óptica, la mano que imita lo que ve el ojo, la mano fotográfica antes de la fotografía – esta es la mano del gran dibujante necesaria en la ciencia previa a la reproducción técnica de las imágenes.

Los científicos llevaban en el viaje manos técnicas, manos de artistas.

7.

Muchos científicos célebres estaban presentes en esta expedición napoleónica, en doble sentido (el adjetivo napoleónico, durante mucho tiempo, refirió algo extraordinariamente ambicioso y grandioso). Fourier, físico y matemático, y Conté, químico, son dos ejemplos. Había decenas.

En esa excursión de sabios y artistas a Egipto se inventaron “bombas” con nuevos materiales, “lápices sin grafito”, hubo progresos en las investigaciones hidráulicas y en innúmeros ámbitos de la ciencia y la técnica. Por otra parte, Barzum recuerda que la población de El Cairo, con aproximadamente 200 mil habitantes en ese momento, quedó “horrorizada” al ver la aplicación de “los colores en los retratos”, ya que el color parecía dar vida a los dibujos y se entendía como una especie de “brujería”.

8.

Pero resulta curioso lo siguiente: un ejército de científicos y artistas se lanzó en una expedición a Egipto para producir una enciclopedia gigante, designada “Descripción de Egipto”, y para crear un instinto científico.

9.

Napoleón es aún hoy visto como símbolo de la “acción pura” y Hegel, su admirador, como exponente del puro pensamiento. Pero Napoleón, como vemos, tenía una obsesión también por el dominio intelectual. Quería construir un imperio intelectual paralelo al imperio geográfico.

10.

Según parece, Napoleón tenía oro en sus albornoces y ropa de dormir. Cubierto de oro incluso durante el sueño, esta es una vanidad inusual.

¿Qué hacer con la vanidad? Dos imperios quería Napoleón.

Traducción de Leonor López de Carrión Originalmente publicado no Jornal Expresso