En diferentes escenarios he dicho que no me gusta el nacionalismo y paso a explicar por qué.
La historia es una ciencia dinámica, no es estática. En su escritura intervienen muchos factores como la ideología, los intereses coyunturales, el contexto sociopolítico, etc. Por eso cuando leemos algo o nos lo enseñan en la escuela es posible que esa no sea la verdad absoluta, sino que responda a un interés político o social.
Es ahí donde reside mi crítica al nacionalismo porque quien aprende una cosa de una manera en la escuela difícilmente esté en la orientación de modificar lo que aprendió porque la deconstrucción de las ideas es mucho más difícil que forjarlas.
En la construcción de los discursos nacionalistas se tejen unas redes de mentiras sin el menor asomo de vergüenza, un discurso que idolatra en sus templos a gigantescos ídolos de la avaricia, enorgulleciéndose de los onerosos rituales de culto al que denominan patriotismo.
El nacionalismo fomenta la ceguera moral bajo la forma del culto al patriotismo, por eso hemos visto episodios de la historia tan triste como el holocausto o el fascismo de Mussolini o los discursos de la nueva derecha.
Cuando prevalece el espíritu del nacionalismo se enseña desde la infancia al pueblo entero a fomentar odios y ambiciones por todos los medios, fabricando mentiras o medias verdades sobre los hechos históricos, presentando desfavorablemente a otras razas y cultivando sentimientos de animadversión hacia ellas, conmemorando sucesos, algunos falsos, y tramando constantemente malévolas amenazas contra sus vecinos y contra otras naciones.
Imbuir a todo un pueblo de un orgullo desmedido de superioridad, enseñarle a presumir de su insensibilidad y a perpetuar la humillación de las naciones vencidas utilizando las escuelas para instruir a los niños y niñas en el desprecio hacia los demás, es inadmisible, pero así funcionan las naciones.
El conservadurismo que ha heredado el peor legado se ha hecho experto en traficar con embustes y no les avergüenza obtener beneficios recurriendo a ellos. Pero así funciona el nacionalismo, el patriotismo y demás teorías excluyentes.
Lo peor es que se miran a sí mismos como aquellos a quienes le duele la patria en detrimento de quienes conservan una actitud crítica ante los que poseen una visión diferente sobre los discursos que se han construido. Es muy difícil para mucha gente reescribir y reentender la historia.
Ahora bien, aclaro que no soy nacionalista, pero sí dominicano. Simplemente el nacionalismo como ideología no me gusta y no la comparto, pero sí amo los valores sobre los que fue fundada nuestra patria: “libre de toda potencia extranjera” por nuestros padres fundadores. Y esto lo promuevo en mis conferencias y cursos sobre Juan Pablo Duarte y el origen del ser dominicano.
Por cierto, como nota al margen, ayer fue promulgada la nueva reforma constitucional (no me gusta llamarle nueva constitución) y para su modificación (que también debió ir a consenso) se aprovechó que estábamos entretenido con lo de la reforma fiscal.
Ampliaré más adelante lo que pienso, pero solo adelanto un punto. Supuestamente el Ministerio Público ahora sí será independiente porque el Procurador o Procuradora se escogerá en el Consejo Nacional de la Magistratura, pero hay un detalle: en este organismo el presidente siempre es el que decide, aunque se vote, porque usualmente la mayoría es del partido del presidente que gana además que el presidente es el único que propone el candidato. O sea, no hay forma de designar a alguien a ese cargo sin que le deba el favor al presidente directamente. ¿Eso es independencia?
Hablaremos la próxima semana.