El Gran Ciclo normalmente comienza después de un conflicto importante, regularmente una guerra. Define a la nueva potencia líder, dando lugar generalmente a un período de paz y prosperidad, luego de establecido el nuevo orden. A medida que el mundo se acostumbra a esta paz y prosperidad apuesta cada vez más a que ésta continuará, facilitando todo tipo de crédito al nuevo imperio, a la vez que éste emite, para hacer frente al endeudamiento, moneda sin respaldo, con el único aval que la misma es de reserva mundial, creando de este modo una burbuja financiera que, lleva al declive de la potencia líder, poniendo en juego el orden mundial existente con el surgimiento o auge de una nueva potencia que, aprovechando esta debilidad, amenaza o pone en riesgo la hegemonía de la potencia dominante.
Esta constante emisión de moneda de reserva sin respaldo que se dio en los primeros tres de los cuatro imperios objeto de estudio, creó grandes disturbios internos y una enorme brecha entre un pequeño grupo económicamente privilegiado contra el resto de la población económicamente limitada; muchas veces dando lugar a guerras civiles que terminaron debilitándolos como potencia mundial, originando su declive y abriendo un nuevo ciclo con otra potencia en ascenso. China no ha caído en lo anterior, porque es una potencia en auge. Estados Unidos ha podido, hasta ahora, sobrevivir como potencia mundial líder, a pesar de haber pasado por cuatro burbujas financieras: las dos primeras lo llevaron a abandonar el respaldo de su moneda en oro y, las otras dos, a emitir miles de millones de dólares sin respaldo, para hacer frente a una crisis financiera y a una pandemia.
En efecto, el 5 de marzo de 1933, luego de la “Gran Depresión” de 1929, el presidente Franklin Delano Roosevelt, se dirige por radio a la nación norteamericana para informarle que el gobierno de los Estados Unidos no estaba en condiciones de cambiar dólares por oro. Lo mismo haría Richard Nixon el 15 de agosto de 1971, cuando se dirigió por televisión al pueblo norteamericano y al mundo, para decirles que los Estados Unidos abandonaban el patrón oro establecido mediante los “Acuerdos de Bretton Woods”. Todo parece indicar que el discurso del presidente Nixon convenció al pueblo norteamericano cuando dijo que: “La fuerza de la divisa de una nación se basa en la fuerza de la economía de esa nación y la economía estadounidense es por mucho la economía más fuerte del mundo, en consecuencia, he dado instrucciones al Secretario del tesoro para que adopte las medidas necesarias para defender al dólar de los especuladores. He ordenado al Secretario Connally, suspender temporalmente la convertibilidad del dólar en oro u otros activos de reserva, salvo en los montos y condiciones que se determinen en interés de la estabilidad monetaria y, en el mejor interés de los Estados Unidos…”. Después del discurso del presidente, el mercado de valores en vez de desplomarse se encontraba en alza. Subiendo alrededor de 25%. Lo que confirma que el valor de una moneda o divisa de reserva descansa en la confianza que tiene la gente en el Estado emisor.
Romper el vínculo con el oro, permitió a los Estados Unidos continuar gastando más de lo que le ingresaba, imprimiendo simplemente papel sin ningún valor. Esta impresión de papel moneda en cantidades exorbitantes también se repetiría en 2008, para hacer frente a la crisis hipotecaria y, en 2020, para aliviar la crisis provocada por la pandemia. El voto de confianza otorgado al dólar norteamericano, sumado al impresionante y fabuloso Acuerdo llevado a cabo por los EE. UU., Arabia Saudita y demás países exportadores de petróleo, vinculando la venta de éste al dólar estadounidense, ha mantenido el mismo en la encumbrada posición como moneda de reserva mundial, la cual, a pesar del creciente déficit fiscal, no se ha devaluado como debería. Solo a partir del año 2020, para enfrentar la pandemia y el confinamiento, los Estados Unidos emitieron más billetes o papel moneda, que en los dos últimos siglos anteriores juntos.
Desde el fin de Bretton Woods en 1971, el dólar estadounidense se convierte en una moneda fiat, es decir, no está respaldada por ninguna mercancía, como el oro o la plata. Su valor reside en la confianza que tienen las personas en las instituciones y gobierno del país emisor, lo que significa que, el sistema financiero y una moneda valiosa, es la manera en que una potencia mantiene su supremacía en el mundo y, el predominio de una divisa de reserva como el dólar, es clave para entender la política internacional. Los intereses para mantener esta moneda o divisa de reserva mundial, es ciertamente el tema crítico en la geopolítica global. El imperativo político número uno de toda potencia mundial líder, es mantener este poderoso privilegio monetario.