Acabo de ver un video sorprendente: un hombre que vuela a una considerable distancia del suelo. Es un ser humano que tiene en sus manos dos artilugios que, sumados a la parte que lleva en la espalda, han recibido técnicamente el nombre de jetpack. Como dije antes, el tipo puede volar a cierta distancia del suelo y planear como un ave. De hecho, en un gráfico previo se nos dice que se trata de dos “alas modernas”, dos aditamentos que le permiten mantener vuelo y suspenderse sobre la tierra. La respuesta de algunos será: “estamos en época de máquinas voladoras”. “Queremos volar como pájaros en el campo”. “Pagaremos una fortuna para despegar del suelo”, serán las palabras.
El sistema funciona con cinco motores de microturbina, una fuerza suficiente para ponerte a volar a una altura considerable. La empresa que está detrás de todo esto se llama Gravity Industries, y nos luce que efectúa un parteaguas en el asunto de los vuelos humanos, algo así como lo que hicieron los hermanos Wright. Se ha utilizado el artilugio en el Centro de Excelencia de Guerra de Montaña de la OTAN en Eslovenia. Cualquiera podría decir: “lo quiero en las calles”.
La empresa que se encarga de la manufactura de los trajes a propulsión ha presupuestado 400,000 dólares para cada traje y hay gobiernos que están muy interesados. Es de reconocer que los mismos no están disponibles para el público. Sobre esto tenemos informaciones encontradas. El asunto que se maneja es el precio: algunos hablan de 100,000 dólares, mientras otros aumentan la cifra. Se hallan en etapa de desarrollo. Una ciudad de gente que vuela no será una fantasía. Por lo pronto, se puede ascender a una altura de 60 pies, nada mal. El combustible que lleva son 40 litros situados en la parte lateral de la mochila. El tipo vuela y la multitud grita: no es algo que verás todos los días.
Imagino de manera encarecida cómo sería una ciudad normal o bulliciosa forrada de arriba debajo de seres que, en lugar de montar en las clásicas bicicletas de Tokio, tuvieran la habilidad de manejar estos jetpacks, los que se ponen en la mochila o los que sirven de plataforma en los pies. Tengo en mente la canción de Frank Sinatra Come and fly with me que ha servido como fondo de estos videos. Todo el mundo recuerda, la clásica I Believe I Can Fly, de R. Kelly.
Se preguntaba un internauta cómo es posible que los vuelos del Spaceship no lograran aterrizar de la manera en que lo hicieran cápsulas antiguas (los del Eagle cayeron en el Pacífico). Podemos añadir aquí una historia local, algo difuminada: el vuelo de José Pajarito, (su nombre real era José Rondón), una historia que consigna Troncoso de la Concha en su libro y que nos habla del primer paracaidista dominicano, un señor que cayó agarrado de su paraguas desde la parte alta de una iglesia colonial dominicana. Se describe que el señor cayó de manera aparatosa, pero el artilugio que portaba, ya como el jetpack para fines prácticos, le sirvió para realizar una “caída decente” (son mis palabras), lo que muchos tienen como un cuento jocoso. También debo mencionar aquí a Geo Pou, el dominicano aquel que acompañó a Frank Bunrside en su vuelo por Santo Domingo durante el gobierno de José Bordas Valdés.
Hace un tiempo, un piloto de American Airlines vio a un hombre volando con un jetpack cerca del aeropuerto de Los Angeles y lo reportó a la torre de control. El analista considera que un hombre que vuele en este estilo es algo extremo por lo que las autoridades del FBI se pusieron en alerta.