La idea central que debe quedar clara de lo que ahora presentaremos es que nuestra inteligencia de hoy puede incrementarse si nos lo proponemos.

Hemos descubierto que el sistema límbico del cerebro se relaciona tanto con el aprendizaje como con las emociones, en especial el hipocampo (llamado así por su morfología parecida a los hipocampos o caballitos de mar). En el hipocampo se manifiestan las emociones y también podemos registrar nuevas memorias, necesariamente los datos de nuevo ingreso son integrados a los conocimientos adquiridos previamente, mediante el constructivismo del proceso del aprendizaje. Cuando lees repetidamente una página que no te interesa en lo más mínimo y notas que no aprendes nada, usualmente el problema no es que tienes poca inteligencia sino poca motivación.

La pedagogía se interesa de manera especial en la motivación, presentando el material que debe ser aprendido en una forma atractiva para favorecer al aprendizaje. Se considera importante en la enseñanza infantil, pero también en los adultos potencializa sus capacidades de aprender.

Aunque existen diversos tipos de inteligencias, como estableció Gardner, aquí las estamos enfocando de forma unitaria. Evidentemente, no todos tenemos las mismas capacidades y lo más lamentable es cuando intentas desarrollarte en un área en la que eres deficiente, aunque puedas lograrlo, tal vez sería con demasiado sacrificio y usualmente no es lo que más te complacerá.

Thomas Alva Edison, uno de los más grandes inventores que ha conocido la humanidad, fue expulsado de la escuela por deficiente, dato que la madre le ocultó y le dijo que él sabía tanto que ya la escuela no tenía nada para enseñarle y que ella misma sería su maestra. Mucho tiempo después, Edison se encontró con la carta que había enviado la escuela, descubriendo que la madre le ocultó que lo habían catalogado como un pésimo estudiante; sencillamente la madre logró que él creyera en su inteligencia. Si no crees que puedes, no puedes…aunque puedas. Algo similar vemos en la película Forrest Gump, en que la madre logra que el hijo, pese a su bajo nivel de inteligencia, tenga una excelente madurez emocional que le permite mantenerse en actitudes favorables para abrirse camino en la vida. La inteligencia emocional es fundamental para triunfar en la vida, de no tenerla, se podría fracasar, aunque se tuviera un alto coeficiente intelectual o mucho dinero.

Los padres deben motivar al hijo para que se desarrolle en el terreno que le atraiga, obviamente orientándolo con sus conocimientos y experiencias, pero dejándolo decidir su propia vida.

Tradicionalmente entendíamos que el cerebro era un órgano con el que nacíamos y que la única modificación que sufría a lo largo de nuestras vidas era su deterioro progresivo, pero actualmente sabemos que es más flexible y adaptable de lo que creíamos. El cerebro determina nuestra mente, pero de igual forma, nuestra mente puede modificar la estructura cerebral, porque la neuroplasticidad permite al cerebro adaptarse a los requerimientos de nuestros pensamientos.

De lo anterior se deriva que si te mantienes ejercitando tu mente, tu cerebro continuará desarrollándose, pero si prefieres “no complicarte la vida pensando tanto” tu cerebro inicia un proceso de involución o deterioro progresivo; son los conocimientos nuevos los que lo estimulan a desarrollarse, por lo que si mantienes la capacidad de sorprenderte ante el mundo como señalan los filósofos y te abres al aprendizaje, en tu cerebro habrá una activación neuronal especial y se incrementará el proceso de sinaptogénesis que se evidenciará en un aumento de tu capacidad intelectual. Valorar tu inteligencia contribuye a que la aumentes.

Aunque solemos imaginar que el cerebro es una glándula que secreta pensamientos, la realidad es que nuestra mente es más compleja que eso. En la embriogénesis, ya pensábamos, aunque todavía no se había desarrollado el cerebro (existen animales sin cerebro que sin embargo piensan). Es decir, cada célula nuestra tiene capacidad de pensar en alguna manera. Realmente somos energía que recibe un código genético que nos dirige de manera que utilicemos la materia para formar un cuerpo humano con similitudes al de nuestros progenitores y cuando esa energía abandona al cuerpo, este se desintegra. Sin embargo, para llevar una existencia humana necesitamos la coordinación del cerebro, porque es quien interconecta nuestros órganos y facultades con el mundo exterior. Aunque podemos percibir directamente a nivel energético o espiritual, esa sensibilidad la tenemos poco desarrollada.

Necesitamos identificar en qué área del conocimiento tenemos mayores aptitudes y mejores actitudes, porque normalmente sería el terreno donde más progrese nuestra inteligencia.

Hemos logrado muchos avances tecnológicos, pero ahora estamos necesitando mejorar nuestro nivel de conciencia. Para poder seguir evolucionando, necesitamos vencer la pereza mental que nos estanca.

El ser humano es capaz de hacer mucho daño, no por maldad sino por ignorancia. Por eso necesitamos pensar mejor.

El universo es mucho más complejo de lo que creíamos, pero nuestra mente también lo es y posee el poder de adaptarse a la realidad existente, si estamos verdaderamente motivados.