El “brote” de muertes de recién nacidos en el Hospital Materno-infantil San Lorenzo de los Minas revelado hace unas dos semanas por la periodista Nuria Piera en su programa Investigación Periodística es un nuevo episodio de la tragedia histórica de la supervivencia infantil en República Dominicana, que esta vez se repite como comedia de un ridículo ocultamiento o falseamiento estadístico.
Pese al subregistro que secularmente acusan las estadísticas oficiales de muertes y nacimientos, los reiterados “brotes” de muertes neonatos en maternidades u hospitales públicos son reveladores de la magnitud y gravedad de la mortalidad neonatal y de las deficiencias y falencias de la atención obstétrica, hechos que si han sido estimados con suficiente confiabilidad estadística por encuestas de hogares como la ENDESA y ENHOGAR.
Estas dos encuestas y los datos recopilados a nivel mundial y regional por organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización Panamericana de la Salud (OPS), UNICEF y las Naciones Unidas, han revelado los enormes rezagos de RD en la reducción de la mortalidad de neonatos en el concierto de países del mundo, compartiendo junto con Haití la más alta tasa de mortalidad en la infancia y en el período neonatal en América Latina, para asombro e incredulidad de muchos dominicanos, sobre todo aquellos nacionales que atribuyen a las parturientas haitianas nuestro vergonzante nivel de mortalidad en recién nacidos.
Más allá de los episódicos escándalos mediáticos y remoción de personal médico obstétrico que cada cierto tiempo provoca las alzas de muertes de neonatos, es de rigor situar la problemática en el contexto mundial y regional, para así entender con claridad el enorme rezago del país en la reducción de la mortalidad de recién nacidos y su falta de correspondencia del exitoso crecimiento del crecimiento y del PIB per cápita en las últimas cinco décadas.
El panorama internacional de la mortalidad en la infancia
El abatimiento de la mortalidad en el mundo a largo de las dos últimas dos centurias ha sido, sin dudas, uno de los mayores logros de la humanidad desde los inicios de la Revolución Industrial. Especialmente la espectacular mejoría en la supervivencia humana lograda a nivel mundial, después de milenios de sufrimiento y fracaso, es tal vez el éxito más significativo de los avances logrados por los países hoy desarrollados como los llamados en vías de desarrollo. El aumento de la prosperidad, el aumento de la educación y la difusión de la atención médica en todo el mundo son los principales impulsores de este progreso.
El sustancial progreso contra la mortalidad infantil es un logro reciente en todas partes. Hace un siglo, uno de cada tres niños moría antes de cumplir los cinco años. La mayoría de los niños del mundo seguían muriendo a tasas extremadamente altas hasta bien entrado el siglo XX. Incluso hasta mediados del siglo pasado, uno de cada cuatro niños moría en todo el mundo. Hasta principios del siglo XX, alrededor de un tercio de la población moría antes de llegar a la edad adulta debido a una combinación de desnutrición y enfermedad. Sin embargo, desde mediados del siglo pasado, en un breve episodio de la historia de la humanidad, la tasa mundial de mortalidad infantil se redujo espectacularmente.
Si bien los estudios históricos de la mortalidad infantil no brindan una imagen completa del pasado, una evidencia que sugiere que la mortalidad infantil era de hecho muy alta es que las tasas de natalidad eran altas, pero el crecimiento de la población era cercano a cero. Una gran cantidad de nacimientos sin un rápido aumento de la población solo puede explicarse porque una gran parte de los niños morían antes de que pudieran tener hijos.
De acuerdo a los datos reunidos por arqueólogos, historiadores y paleodemógrafos en muchos lugares y períodos de tiempo en todo el mundo que datan de 2500 años atrás, durante el pasado más remoto de las sociedades de cazadores-recolectores paleolíticos y moderno, y hasta fines del siglo XVIII en Europa, alrededor de la mitad de los que nacían en países hoy desarrollados morían en la niñez, antes de la adolescencia.
Esos investigadores del pasado remoto encontraron que, en promedio, en una amplia gama de culturas históricas muy diferentes, ya sea en la Antigua Roma, en las sociedades de cazadores-recolectores, en las Américas precolombina, en el Japón o la Inglaterra medieval, en el Renacimiento europeo o en la China imperial, aproximadamente la mitad de los niños moría antes de los primeros 5 años.
La Revolución Industrial puso a la humanidad en una senda de progreso en términos de condiciones materiales de vida, impulsando un cambio revolucionario en los patrones demográficos. La mortalidad infantil disminuyó rápidamente en los países industrializados. La tasa de mortalidad infantil promedio mundial en 1800 era del 43.3%. En los siguientes 150 años, algunos países redujeron sustancialmente su tasa de mortalidad infantil. Sin embargo, hasta mediados del siglo pasado más de la mitad del mundo (57 %) tenía aún una muy alta mortalidad infantil, que aún superaba el 20%. Hasta entonces el mundo estaba claramente dividido en países desarrollados y en desarrollo en términos de mortalidad.
Si bien desde el siglo XVIII en varios países de Europa se iniciaron descensos importantes en la mortalidad, fue en el siglo XX que se produjo el descenso pronunciado y sostenido de la mortalidad. Hubo que esperar al año1900 para que la mortalidad infantil comenzase a declinar por debajo de los 100 por mil. Tales logros fueron posibilitados principalmente por la aplicación de la investigación científica a la medicina, como el desarrollo de la quimioterapia y de la cirugía, así como los efectos del mejoramiento de la eficiencia administrativa de las instituciones de salud pública y un mayor acceso de la población a servicios de salud.
Ahora bien, el éxito en la reducción de la mortalidad ha sido diferente entre los recién nacidos (período neonatal) y aquellos que logran sobrevivir el primer mes de vida (período postneonatal). Si bien si se ha reducido tanto la mortalidad neonatal como la postneonatal, la velocidad del descenso ha sido mucho mayor en la última, tanto en el mundo desarrollado como en el no desarrollado, logrando reducirse a apenas x,x en la actualidad en los países desarrollados, y a x.x por mil en aquellos en vías de desarrollo.
Actualmente la proporción de muertes neonatales es mayor que las postneonatales en las regiones y países desarrollados. En Europa y América del Norte, que tienen una de las tasas más bajas de mortalidad de menores de 5 años, el 54% de todas las muertes de menores de 5 años ocurren durante el periodo neonatal. En contraste, es todavía relativamente baja en África Subsahariana (36%), que sigue siendo la región con las tasas más altas de mortalidad de menores de 5 años.
Pese al fenomenal descenso del número de muertes de recién nacidos, siguen siendo los niños recién nacidos los que mayor riesgo corren de morir en sus primeros 28 días de vida. El porcentaje de las muertes de menores de 5 años que ocurrieron durante el periodo neonatal aumentó en las últimas tres décadas de 40% en 1990 al 47% en 2019. Actualmente aproximadamente un tercio de los recien nacidos meren el día mismo del nacimiento y cerca de tres cuartas partes en la primera semana de vida.
Por niveles de renta media, los países de ingresos altos tienen una tasa promedio por debajo de 3 por mil (2.7), y en contraste, los de ingresos bajos 26.7 por mil. Los de ingresos mediano -entre los que clasifica a RD- tienen tasa de 17 por mil. Las regiones de Europa y Norteamérica apenas 2 y 3 por mil respectivamente, África Subsahariana 27.1 el Mundo Árabe 16.5, América Latina 9.0, Asia Oriental y el Pacífico 7.0.
En 2021 África Subsahariana registró la tasa de mortalidad neonatal más alta, a 27 muertes por cada 1000 nacidos vivos, seguida de Asia Central y Meridional, con 24 muertes por cada 1000 nacidos vivos. Un niño nacido en África Subsahariana o en Asia Meridional tiene una probabilidad de morir en su primer mes de vida 10 veces mayor que un niño nacido en un país de ingreso alto. Sólo 25 países de África y Pakistán en el mundo tenían en este año un nivel de mortalidad neonatal superior al de RD.