PRIMERA PARTE. LIDERAZGO COMPARTIDO Y EL PROYECTO DE CIUDAD
En las últimas décadas, la ciudad de Santo Domingo ha sido testigo de un modelo de desarrollo urbano que prioriza la lógica del mercado inmobiliario y la explotación intensiva del suelo urbano, al margen de las normas establecidas, relegando aspectos esenciales como la habitabilidad, el confort urbano, y la sostenibilidad a largo plazo.
Este enfoque ha desencadenado crecientes cuestionantes desde distintas voces profesionales incluyendo la ciudadanía, que continúa tomando posición crítica sobre el impacto de este modelo de ciudad en la calidad de vida de los ciudadanos y en la experiencia humana en el espacio urbano.
En esta reflexión urbana, exploramos la urgencia de repensar este modelo desde la gestión y la producción de la ciudad bajo paradigmas más inclusivos, sostenibles y centrados en las necesidades humanas.
Desde que tengo conciencia sobre el hecho urbano he escuchado sobre el enorme potencial de la ciudad de Santo Domingo en convertirse en un modelo de ciudad caribeña próspera sin descuidar que debe estar acompañada de la coherente implementación de una visión de ciudad adaptada a sus propios límites y arraigada a las necesidades de sus habitantes, nada que no sepamos ya, mejores aceras para el tránsito peatonal, un arbolado y mobiliario que acompañe la caminata, transporte público lo suficientemente capilar pero sobretodo de calidad, mejorar la relación entre el espacio público y el espacio privado, más y mejores áreas verdes, implementar nuevos mecanismos y dispositivos urbanos que nos permitan sobrepasar de la mejor manera los desafíos que nos coloca nuestra condición insular, adaptarnos a los riesgos asociados al manejo del agua no es una opción, es una necesidad y con ello completar un anhelado sistema de alcantarillado sanitario y pluvial dentro de los estándares actuales.
Parecería que hablamos de una ciudad medieval, pero seguimos hablando del Santo Domingo del siglo XXI, resulta irónico escuchar que la ciudad no ha sido planificada, que carece de normativas urbanísticas o no existen planes estratégicos, de Ordenamiento Territorial, de Desarrollo y póngale usted el apellido que quiera.
Sin embargo, en honor a la verdad, históricamente han existido planes (más o menos robustos) que han estudiado y diagnosticado ampliamente las potencialidades y desafíos de Santo Domingo y en especial del Distrito Nacional y su Polígono Central, y han propuesto cual es el abordaje estratégico de la ciudad, planteando zonas de desarrollo con parámetros edificatorios claros, normativas parciales que han sido descuidadas en su oportuna actualización mezclado a un débil liderazgo en su aplicación y fiscalización para materializar una gestión a la altura de una ciudad que se nos convirtió en metrópolis sin que nadie comprenda la magnitud de la tarea.
Y así, continua Santo Domingo creciendo al margen de los planes y las visiones de futuro, en una delicada línea entre el colapso inadvertido y las ansias de convertirnos en algo que aún no logramos ser, el reclamo de la ciudadanía es claro: Necesitamos y merecemos una ciudad para disfrutarla, caminarla, encontrarnos, expresarnos, recrearnos, en fin, una ciudad para ser vivida no sobrevivida; no existe reclamo más genuino que el derecho ciudadano a la ciudad.
Existen multiplicidad de factores que han incidido como hemos llegado hasta aquí, factores que han trazado la política de la ciudad o la ausencia de ella, pero quiero referirme a dos aspectos en esta reflexión:
1- La falta de continuidad en la implementación de una visión de ciudad; este es el alma que nutre los principios por los que toda ciudad está estructurada y que deben estar presente en cada plan parcial, cada programa de ciudad, cada normativa, cada proyecto público y privado que ocupa un suelo en la ciudad de Santo Domingo. Nos graduamos con honores en hacer la planificación y planteamientos pero que no ha tenido la capacidad de salir del papel. “Libros trofeos” de las gestiones municipales incapaces de trascender y construir el -futuro en el presente- involucrando a todos los actores locales. Un compromiso acordado que se queda a camino entre lo que quiero y lo que al final hago.
2- El débil control social sobre el accionar de los gestores locales, desde las autoridades hasta los desarrolladores de proyectos y de repente despertamos en una pesadilla de ciudad pero con la consciencia de que el liderazgo para exigir una mejor ciudad es necesariamente compartido, tanto desde el accionar público que traza las pautas a seguir para materializar la visión hasta el sector privado que ejecuta obras contextualizadas y con sentido colectivo que se circunscribe en un conjunto urbano existente. Transversalizado por una ciudadanía que también debe jugar su rol activo y despierto manteniéndose informada, participando en los espacios de discusión e involucrándose en la toma de decisiones que benefician y/o perjudican su experiencia en la ciudad.
Quiero resaltar varios procesos de abajo hacia arriba que apuntan a poner al centro de las discusiones los anhelos de la ciudadanía y acompañados de profesionales que con objetividad técnica pueden comenzar a revolucionar la forma de hacer control social para repensar el futuro de Santo Domingo.
– Las discusiones promovidas por la Junta de Vecinos del Polígono Central del Distrito Nacional con ACOPROVI (Asociación de Constructores y Promotores de Viviendas) son un ejemplo de que la ciudadanía organizada como las Juntas de Vecinos pueden y deben liderar procesos para regular el impacto en la calidad de vida de los vecinos por los desarrollos urbanos futuros. Entre el consenso, el disenso y la resolución de conflictos los intereses se posicionan para encontrar puntos comunes que impactan a la colectividad, con el objetivo de aportar al ayuntamiento los resultados de estas discusiones para la actualización de la normativa 94-98 que establece los parámetros urbanísticos del Polígono Central, el control de densidades, alturas, relación del edificio con la calle, anchos de aceras, ocupación del solar o lote, entre otros indicadores normativos con la esperanza de que puedan ser revisados, mejorados e incorporados en un nuevo y necesario instrumento normativo.
– Los nuevos formatos y/o plataformas de difusión masiva de información que educan, reflexionan y aportan nuevas visiones sobre la ciudad desde un enfoque más democrático y aterrizado, con la premisa de que a todos los habitantes de la ciudad nos debe interesar lo que sucede en nuestro hábitat. Esta horizontalidad en la forma de comunicar a la población ayuda a reducir la brecha técnico – profesional utilizando nuevas narrativas en un espacio común de diálogo y comprensión de que todos estamos implicados en generar cambios positivos en nuestro entorno urbano. Programas de difusión nacional como Te lo Explico de la periodista Nairobi Viloria, Al borde del Asfalto de la periodista Katherine Hernández y el urbanista Marcos Barinas, el Meollo Podcast, Urbanística Podcast, las redes sociales como la cuenta de la mesa del arquitecto, pulso. arquitectura, Perfil Urbano, El Mitín, ¿Quién se ha robado mi acera?, entre otros más han marcado la pauta en este año con particular énfasis en acercar al ciudadano de a pie a confrontar y reflexionar sobre la ciudad que queremos.
– Por último, desde la gobernanza local se rescata la Regiduría Ciudadana liderada por Mario Sosa como regidor y acompañado de la arquitecta Nicole Polanco, en sólo 4 años demostraron que es posible adoptar nuevos modelos de gobernanza del accionar público, democratizando la manera en la que se ofrece la información pública a los ciudadanos sobre cada proyecto, teniendo la capacidad de consultar y consensuar con los actores locales para generar alianzas y sobretodo confianza entre las partes, involucraron a la ciudadanía a ser parte de los proyectos impulsados y dejaron metodologías, guías e insumos normativos en mano de las autoridades actuales para que con una mínima voluntad se puedan continuar impulsando procesos de abajo hacia arriba de la mano de la comunidad urbana. No solo sembraron árboles sino también sembraron esperanza de existen otras formas posibles de hacer política urbana.
No hay dudas de que Santo Domingo se está encaminando a establecer una nueva masa crítica intergeneracional y transdisciplinaria, que opera desde distintos espacios con el objetivo común, no sólo de poner sobre la mesa los asuntos urbanos que nos afectan como colectividad sino también voluntaria o involuntariamente, generan otros mecanismos de control social sobre la gestión de nuestra ciudad, necesarios para impulsar ciudades más democráticas, asegurando una memoria e identidad colectiva de nuestro tiempo, que empoderan e inspiran a otros de nuestras comunidades a accionar, apuntan la mirada sobre la necesidad de garantizar derechos a través de la participación ciudadana e inciden a que las administraciones locales se muevan con transparencia y sentido de rendición de cuentas.
Que esta nueva forma de comunicar, gestionar espacios políticos y mesas de diálogo multiactores sobre el hecho urbano siga creciendo en calidad y cantidad, democratizando y ocupando aquellos lugares visibles para que nuevas generaciones sigan sumándose e implicándose en generar una acción colectiva hacia la ciudad que queremos.
En la segunda parte de esta reflexión hablaremos sobre algunas ideas de los proyectos urbanos que pueden ser liderados desde una visión compartida entre la ciudadanía y la gestión local.