Ya pasaron las elecciones, y ahora ¿un nuevo gobierno? Todo parece que sí. Pienso, sin embargo, que no; pero este no, no es el de la negación total. Si somos diferentes cada día, sin que apenas nos demos cuenta, ¿por qué hay que pensar como piensan los que nos gobiernan, aunque no lo podamos evitar? ¿Cuántos gobiernos no se han visto y palpado en nuestra historia reciente, quienes, tras un segundo mandato empiezan a ser diferentes en sus ejecuciones y promesas de pago? Apelo a la memoria del lector sapiente que conoce la realidad de los gobiernos de nuestra historia recién.

Con el mismo nombre y apellido y las mismas consignas cambian para "mal" y uno se viene a dar cuenta cuando ya es demasiado tarde y los tenemos "hasta donde dice Cirilo", como sociedad e individualidad.

Todo el que se detiene a ponderarlo lo sabe y los de ahora tienen que haber aprendido la lección de los dos otrora gobiernos, sus líderes principales y sus séquitos, vivos aún y qué bueno que así sea (tres expresidentes vivitos y coleando es un lujo y uno de ellos loco por "volver, volver y volver a…" y no termina de entender que el carnaval pasó). El que no aprende del proceder del otro está condenado a repetirlo, y sé (mi percepción) que puedo estar equivocado y aunque no me agraden las verdades absolutas (me desenvuelvo mejor dentro de las relativas), me veo en la obligación de montarme para un viaje corto intergaláctico con las propuestas, principalmente del Presidente reelecto como el bacalao a cuesta (sin comillas), de que el pueblo les dio una lección al que quería volver al poder y al que, como cáscara de un mismo palo… pero uno. del tronco a la altura de las manos y el otro, del tronco solo alcanzado con una escalera… "y el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos…"

El pueblo ya no es fiel al pasado o, mejor dicho, los votantes son cada vez más consciente de ese día (la elección principal) que, de otros.

Lo interesante es que todos sabían en qué pie estaban parados, pero se hacían los tontos. ¿La verdad está dicha?

No tengo un pelo en el pecho de tonto, pero sí en la cabeza. Lo mejor de la vida es esperar a que otro lo haga bien por uno, ya que yo ni la mayoría (cometo el pecado de "pensar" por el otro) ni idea tengo de cómo gobernar nada.

Los "perdedores", que no son perdedores nada en nuestro sistema electoral, saben por qué no los son y ahorita empieza a repetirse y como vivimos un círculo dantesco, pues como sociedad somos como la serpiente que se come su propia cola respecto a negarse a sí mismos, que donde dije… digo Diego; esperando que los reelegidos no los sean, aunque siempre he creído que los dioses no deberían, para su ejercicio de gobierno ser blancos, negros, mulatos o albinos para esperar tal o cual cosa de ellos en su ejercicios de gobierno, ni comenzar blancos o negros o cambiar de color como el lagarto criollo al caerse de la mata.

Pero la felicidad que nadie me quita tras las pasadas elecciones, es la que me produce saber que los empleados públicos no perderán sus empleos, por lo que tampoco tendrán que acudir a la misa de cuerpo presente, en un lugar cerca de usted, de nuestra democracia representativa.