1.- Caer enfermo, internarse, recibir la aplicación de medicamentos y mejorarse no tiene ninguna trascendencia e importancia social. Pero todo se limita a la persona que ha formado parte en el asunto. 

2.-  Precisamente, solamente a mí me interesa dar a conocer cómo me sentí, el estado de ánimo que mantuve y toda una serie de experiencias resultantes de los procedimientos aplicados para, en parte, lograr mi sanación. 

3.- En el curso de mis 86 años de edad he permanecido recluido durante semanas y meses entre solitarias y celdas colectivas, pero nunca en un centro de salud por espacio de 10 días. 

4.- Acabo de salir de un internamiento de 10 días en un hospital donde fui sometido a especiales tratamientos hasta el alta médica y ahora sigo recuperándome en casa. 

5.- Llegar a un centro de salud en busca de curación es entregarse por entero al comportamiento de personas que, como médicos, se ocuparán de aplicar medicamentos adecuados para atacar la enfermedad. 

6.- Los médicos y sus distintos asistentes que se encargaron de mis tratamientos son de alta calidad profesional, tienen sensibilidad combinada con plena vocación e inclinación a hacer realidad su entrega al bien del paciente. 

7.- Mis médicos me motivan confianza porque les conozco y sé del cumplimiento de su misión de curar como una cuestión de honor. Cuando confío, me despreocupo, porque sé que estoy en manos de quienes debo creer. 

8.- Los días de estadía en la clínica transcurrían con la permanente utilización de medicamentos que llegaban a mi organismo, causándome desagrado y  sufrimiento interno. 

9.- En horas de la mañana, recibir a los médicos que me atendían se convirtió en una agradable rutina. Ellos se interesaban en hacerme sentir bien al darme los resultados de los más recientes estudios de laboratorio.  

10.- La continuidad en la clínica en ningún momento me quitó el deseo de sanarme y exponer por escrito mi posición sobre lo que ocurría en el país y de cómo llegaría el momento del alta médica. 

11.- Las llamadas de amigas y amigos durante mi estada en el centro hospitalario fueron permanentes, y cada comunicación traía un mensaje reconfortable que me servía para darle fortaleza a mi espíritu. 

12.- Durante los días en el centro de salud nunca perdí la inclinación a ver las cosas por su lado bonito y esperanzador, porque me siento estar formado para alcanzar lo que deseo, dándole riendas sueltas a la voluntad, como me educó mi madre. 

13.- Acostado en una cama de hospital, inyectado a cada instante, tomando medicamentos con sabores diferentes y la extracción de sangre. He ahí un sufrimiento físico y moral. 

14.- En ese ambiente de pesar, dolor, abatimiento y a veces decaimiento, permanecí 10 días, de los cuales tengo fijo en la memoria y en el corazón los instantes en que alguien me trajo sosiego y paz espiritual. 

15.- Estar dormitando, despertarme y comprobar la presencia ante mí de Carmen Arias Veras, hija de mi finada hermana Ramonita, fue algo que me produjo emoción. Fue un momento enternecedor porque vi en ella a toda mi familia de sangre. 

16.- Todas las mañanas, muy tempranito, recibía en mi celular la llamada de esa mujer amiga que para mí es la hija que no tengo, y se ha convertido en la custodia de mi salud, proveedora de medicamentos y la que me hace posible los alivios ante las penas y aflicciones. 

17.- La soledad, la carencia de compañía en el centro de salud donde me encontraba, nunca la sentí ni ocurrió. Fui un cuidado con calidad superior y bondad. 

18.- La solidaridad me acompañó en todo el período de internamiento. El apoyo fue absoluto de parte de mis gentes, las cuales con palabras y actos me decían que estaban conmigo, respaldándome, transmitiéndome calor humano, plena fraternidad. 

19.- Este relato recoge mis vivencias durante diez días en una clínica de Santiago de los Caballeros, donde llegué el 30 de enero y salí el 10 de febrero del año en curso 2025. Lo que me queda ahora es reponerme para continuar accionando en procura  de incidir en la vida pública de mi país hasta que me llegue la hora de la partida final. 

20.- De que la muerte me va a llegar estoy plenamente convencido, porque es algo inexorable, pero nunca será por la falta de pericia y entrega de mis médicos, como tampoco por la ausencia de apoyo de gente que me valora como ser humano con muchos defectos y escasas virtudes.