Así como me ven, soy una persona muy sencilla. Mis amigas no saben de lo rica que soy, de los tesoros que poseo.

Una de estas mañanas, bien temprano, pasé revista en la mente de las cosas valiosas que tengo. Comenzaré contando primeramente sobre una cuchara de plata, labrada, herencia de mi abuela paterna, la cual no conocí, pero mi papá, sabiendo como me gustan las cosas antiguas, me la regaló.

Cuando murieron los abuelos paternos de mis hijos, su tía Marcia me regaló una cama preciosa en caoba centenaria y una “coqueta” que perteneció a su abuela Tatá, la bisabuela de mis hijos.

Tengo un tazón o bol de porcelana china antiguo, regalo de mi tía-madrina María. Una máquina de escribir de las de antaño, herencia del Hermano Jesuita Martín Eguzquiza. Una mesita con tope de mármol, regalo de mi Tita Piedad. Un proyector de cine de cuando mi niñez, regalo de sor María Jesús, hermana Franciscana. Un bidón de recolectar leche, regalo de doña María Florencio.

Un armario antiguo, regalo de doña Isabel la profesora particular de mi nieto menor. Un reloj de campana, regalo de mi hermana Araceli. Un juego de sala de caoba, regalo de mi querida amiga Carmen Antonia, que perteneció a su mamá, y una mampara marroquí también regalo de Carmen Antonia.

A excepción de doña Isabel, Carmen Antonia y mi hermana Araceli, todos han partido.

Si sumamos los años de esos enseres, son muchos siglos de existencia.

Ya no tan antiguos, un colador de café de tela con su base, regalo de mi amiga doña Carmen. Una batea, regalo de César Augusto, el amigo de mi hijo Luis Antonio y padrino de mi nieto mayor. Una lámpara de pedestal, regalo de mis sobrinos Darielo y Michelle. Unas pantallas de lámparas, regalo de mi amiga doña Yuni.  Unas puertas de vaivén de caoba, regalo de mi amiga Luchy. Un tope de granito para mi base antigua de máquina de coser, regalo de mi sobrino-ahijado Manuel Eduardo.

Pero lo más valioso es el crucifijo que acompañó a mi mamá de por vida.

Al hacer un inventario de todo lo anterior, en lo económico no es tanto, además, no están a la venta, pues son invaluables. Lo que realmente es valioso y hacen que mi patrimonio sea tan grande es que todos estos regalos provienen de las personas más queridas por mí.

ESE ES MI VERDADERO TESORO.