Los gobiernos de la República Dominicana de los últimos 40 años han estado convencidos que la Organización Panamericana de la Salud (OPS), cuando en 1980 recomendó a los sistemas sanitarios de la Región la “descentralización” de la Dirección de los servicios de salud para mejorar la eficiencia y eventualmente la calidad de los mismos, se refirió exclusivamente a la “provincialización” y a la “municipalización” de los hospitales subvencionados por el Estado y bajo la rectoría del Ministerio de Salud Pública (MSP). Pero la “provincializacion” y la “municipalización” de la prestación de  servicios sanitarios era tal vez la parte menos definitoria del espíritu de la recomendación.

Lo sustancioso de aquella recomendación de la OPS no era que el MSP designara un Director Regional, un Director Provincial o un Director Municipal de Salud en cada provincia y en cada municipio del país.  No, la intención fue otra. Entre lo que se hizo y lo que se recomendó hay un gran trecho. La intención o el gran objetivo que buscaba la OPS con la descentralización fue que el Estado entendiera que la asistencia médica hospitalaria no se reduce a lo que se llama “hostelería hospitalaria” (servicios de comida, lavandería, limpieza de pisos, camas, sábanas y colchones, baños e iluminación) y a suministro de medicamentos, equipos médicos, insumos médicos y designación del recurso humano profesional y de apoyo.

Dado que la respuesta que debe darse a un problema de salud ocasional, recurrente, intercurrente  o de brote de cualquier patología aunque se trate de un evento de intoxicación alimentaria múltiple y simultánea, requiere atención sanitaria eficiente, a tiempo y competente y, por supuesto, otros recursos coadyuvantes, pues lo más racional era que esa respuesta no tenga que decidirse en la cúpula del MSP sino en el mismo municipio donde surge el evento puesto que el comején de las soluciones a problemas de salud, abastecimiento de agua, desechos sólidos, luz y vías de comunicación terrestre de las comunidades, es el retardo burocrático en las sedes de los Ministerios.

Además de los recursos mencionados en el párrafo anterior, cualquier hospital ya sea  de carácter nacional o provincial y con responsabilidades de varios niveles de atención, o bien, un pequeño hospital municipal, como lo es el Hospital Municipal “Doctor Joaquín Mendoza Castillo” de Altamira, Puerto Plata,  tiene una doble exigencia para garantizar una asistencia sanitaria aceptablemente eficaz: a) contar con una gestión administrativa que sepa claramente cómo se definen y afrontan todos los elementos esenciales propios de un hospital dependiendo de su extensión, es decir, nivel de atención  y del número de habitantes de la población  a la que sirve, así como las enfermedades predominantes crónicas o recurrentes,  y b) disponer de un servicio de mantenimiento correctivo y preventivo así como contar con un módulo de recursos materiales.

¿Cuáles son esos recursos materiales imprescindibles en un hospital independientemente de  la categoría que el MSP le haya adjudicado? Veamos: 1) Vehículos. El más importante, el #1 de los vehículos de transporte que debe estar estacionado en el parqueo del hospital municipal, provincial o nacional el mismo día en que es abierto al público es la AMBULANCIA. El vehículo #2 es uno dedicado no al transporte de los empleados del hospital, sino dedicado al transporte de toda clase de artículos que el hospital compra pero que los suplidores de los mismos no pueden garantizar su entrega a tiempo a la institución o les venden mercancías al hospital pero sin el compromiso de entrega de parte del vendedor, y 3) la disponibilidad de los materiales necesarios en el departamento de mantenimiento  como son artículos de plomería, de electricidad y de carpintería.

Puede darse el caso que un hospital pequeño no tenga camas de internamiento, pero si cuenta con un médico, una enfermera y una ambulancia, ya está en capacidad de dar atención médica a una comunidad pequeña. El municipio de Altamira se localiza a 32 kilómetros del hospital general Ricardo Limardo de Puerto Plata y a 30 kilómetros del hospital JM. Cabral y Báez de Santiago. Si cuenta con un servicio eficaz de una ambulancia, en solo 20 minutos puede trasladar un enfermo o un herido desde Altamira al Ricardo Limardo o al Cabral y Báez donde reciba la atención médica que necesite a un nivel de mayor complejidad.

¿Pero qué sucede desde hace ocho años con el Hospital Municipal “Dr. Joaquín Mendoza Castillo” de Altamira? Pues que por más que los munícipes y las autoridades civiles del pueblo reclamaron  a los ministros de Salud, señores Hidalgo, Sánchez Cárdenas y Plutarco Arias para que dotaran al hospital municipal de una ambulancia para trasladar con seguridad y en tiempo breve a cualquier enfermo que lo necesite ya sea al hospital de Puerto Plata o a un hospital de Santiago, pues aquellos titulares del MSP, parece que pensaron, para no darse por enterados de las reiteradas peticiones de una ambulancia, lo mismo que pensó el finado jefe del Estado doctor Joaquín Balaguer a principios de febrero del 1967 cuando estuvo en Altamira para la inauguración de varios caminos vecinales.

Como yo estaba a cargo de la Dirección del Liceo Semioficial “Rubén Darío”, le solicité la construcción de un local para dicho liceo. La respuesta del presidente Balaguer fue: “Joven, tengo entendido que Imbert queda a ocho kilómetros de aquí y allá hay un liceo. De modo que los estudiantes de este municipio pueden trasladarse a Imbert a caballo. Más adelante se verá si el gobierno cuenta con recursos para atender su petición.”

El actual ministro de Salud Pública, el doctor Daniel Rivera, conoce como nadie en nuestro país qué es lo que significa que una institución de salud cuente con unos recursos materiales vitales mínimos  para ofrecer atención médica más o menos aceptable. Daniel Rivera sabe que el hospital municipal de Altamira o cualquier otro pueden carecer de un quirófano y hasta de un autoclave, pero nunca puede faltarle una ambulancia ni energía eléctrica. Así  que, doctor Rivera, en tus manos dejo la solución a esa gravísima carencia del hospital municipal de Altamira: ¡la asignación de una ambulancia ya!, pues son muchos los ciudadanos pobres de aquí que han muerto por COVID-19, traumatismos y heridas graves por la falta de una ambulancia que los traslade rápidamente al Ricardo Limardo o al JM. Cabral y Báez.