Sin educación no hay futuro, ni desarrollo, ni país; esta irrebatible realidad parece ser desconocida por los dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), quienes de nuevo vuelven a paralizar la docencia en las escuelas públicas perjudicando a miles de estudiantes en todo el país.
Los profesores, quienes tienen en sus manos la responsabilidad de enseñar, parece que no les bastó que sus salarios crecieran más de un 120 por ciento, ahora piden que los mismos sean incrementados en un 25 por ciento, después de haberse pasado muchos meses cobrando sin trabajar a causa de la pandemia.
Es importante señalar que los sueldos que reciben los maestros en la educación pública en muchos casos son superiores a los que se pagan en los colegios privados, provocando un éxodo hacia las escuelas públicas que le está ocasionando problemas a las privadas.
La ADP es rauda y veloz para exigir beneficios más allá de lo razonable, pero lenta cumpliendo sus responsabilidades, que no son otras que exigirle a sus miembros dedicarse a la enseñanza sin politiquerías.
Lo hemos repetido muchas veces, la calidad de la educación que reciben los estudiantes de las escuelas públicas es muy pobre, los resultados de las pruebas a que son sometidos así lo indican, parece que quienes tienen la responsabilidad de enseñar no saben lo que tienen que saber y las víctimas de este inexcusable fallo no son otros que los asistentes a los planteles públicos.
Se han dedicado miles de millones de pesos a impartir diferentes cursos de preparación y actualización para los profesores, pero a todas luces éstos no han dado resultados, pues la prueba más evidente de si los profesores son buenos o no, se mide por los rendimientos que obtienen sus estudiantes.
Los dirigentes de la ADP se quejan de la mala imagen que tiene el gremio y la mayoría de sus integrantes, pero ésta no es más que el producto de sus erráticas e inconvenientes actuaciones. La realidad del caso, es que la mencionada asociación de maestros ha sido manejada en la mayoría de los casos con un enfoque político, que ha contado con el apoyo de los partidos del sistema, los cuales le hacen un flaco servicio a la educación y al país politizando actuaciones que deberían estar encaminadas a impartir una mejor educación, sin olvidar el bienestar de sus miembros y sin afectar el proceso de enseñanza como ocurre a cada rato.
Los cambios que la educación demanda en estos momentos, además de un Ministerio de Educación y una ADP sintonizados en el mismo canal, procurando mejorar la calidad educativa, requiere un enfoque pedagógico diferente, que tome en consideración los nuevos diagnósticos y recomendaciones, que obligan a redefinir completamente el rol de los docentes y a cambiar de manera importante lo que se ha venido haciendo desde hace tiempo.
Falta de recursos no tiene el Ministerio, pues la asignación del 4 por ciento del PIB, que ya se cuestiona por los pobres resultados obtenidos, es más que suficiente para llevar a cabo los programas que sean necesarios.
El presidente de la Republica ofreció mediar en el conflicto MINERD-ADP. Creo que el primer mandatario tiene demasiados problemas en sus manos para también sumarle este; ese caso y su solución es de quien dirige esa Cartera, quien es el responsable de dialogar con el gremio magisterial y buscar una vía que ponga en primer lugar el derecho de los estudiantes a recibir una educación de calidad sin interrupciones injustificadas. Si el presidente interviene en todos los conflictos que surjan en los ministerios, los ministros no tendrían razón de existir.