La entrega anterior es un asomo al club de “los equivocados de Milei” de la escuela neoclásica de Chicago.  Me sorprende el apego dogmático que exhibe el discurso del presidente argentino Javier Milei en el Foro Económico Mundial celebrado en Davos (FEM), tanto a las ideas libertarias de la primera mitad del siglo XX, como al discurso de la Guerra Fría.

En esta entrega, en dos partes, nos detendremos en su apología del monopolio, como falla del mercado.  Para ello lo cito directamente el discurso ante el Foro Económico Mundial del 2024 en Davos:

“El problema de los neoclásicos es (…)

So pretexto de un supuesto fallo de mercado se introducen regulaciones que lo único que generan es distorsiones en el sistema de precios, que impiden el cálculo económico, y en consecuencia el ahorro, la inversión y el crecimiento. (…)

El mercado no es una curva de oferta y demanda en un gráfico. El mercado es un mecanismo de cooperación social donde se intercambian voluntariamente. Por lo tanto, dada esa definición, el fallo del mercado es un oxímoron. No existe fallo de mercado. (….)

Un ejemplo de los supuestos fallos del mercado que describen los neoclásicos son las estructuras concentradas de la economía. (…)

El dilema que enfrenta el modelo neo-clásico es que dicen querer perfeccionar el funcionamiento del mercado atacando lo que ellos consideran fallos, pero al hacerlo no sólo le abren las puertas al socialismo, sino que atentan contra el crecimiento económico. (…)

Ejemplo, regular monopolios, destruirle las ganancias, y destrozar los rendimientos crecientes automáticamente destruiría el crecimiento económico. (…)”

(Fuente: https://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/50299-palabras-del-presidente-de-la-nacion-javier-milei-en-el-54-reunion-anual-del-foro-economico-mundial-de-davos

Uno pudiera inferir de las palabras del Presidente Milei, que él podría haber planteado que la competencia perfecta es posible en la realidad, es decir que, si se deja el mercado actuar libremente, sin intervención regulatoria del gobierno, y que la formación de los precios descansa exclusivamente en el libre juego de la oferta y la demanda.

Incluso, pareciera olvidar que existen externalidades a la operación de mercado que pueden generar fallas, las cuales deben ser corregidas a tiempo, de lo contrario generaría más pérdidas en el mercado, que las posibles ganancias en el supuesto de dejar a la mano invisible que corrija las fallas.

Y no es que piense que el Presidente Milei, economista y profesor, desconoce esta realidad sobre la teoría económica y la formación de los precios.  Sabe perfectamente que la competencia perfecta es un modelo económico que permite a sus colegas economistas analizar cómo funcionan en la realidad los mercados, a fin de determinar cómo debe intervenir el gobierno para alcanzar los objetivos de la sociedad.

Es lo que ocurre al fragor del discurso político, que se termina sacrificando el conocimiento y el rigor técnico, en aras de transmitir un mensaje provocador, o que pretende conmover a la audiencia.

La apología de los monopolios, y la negación de las fallas de los mercados ha sido a mi entender un recurso retórico de Milei, sin embargo, para el público no especializado podría calificar como desinformador.  Por esa razón interesa un artículo como éste.

Examinemos antes de todo de qué se trata la competencia perfecta.

Herbert Hovenkamp, jurista estadounidense que se desempeña como profesor de la Universidad de Pensilvania, ampliamente citado por decisiones de la Suprema Corte de Justicia de su país en derecho de competencia, afirma que “la competencia perfecta es un modelo económico que tiene varios supuestos: i) los productos vendidos son homogéneos; ii) los vendedores tienen una porción mínima del mercado de modo tal que si aumenta o reduce su oferta o producción es indiferente a las decisiones de otros vendedores en el mercado;iii) todos los vendedores tienen igual acceso a los medios de producción y iv) todos los participantes del mercado tienen información de calidad sobre el precio y su formación, la producción u oferta, el mercado.  Adicionalmente, otros autores añaden que se requiere de: v) un mercado sin barreras y vi) la inexistencia de costos transaccionales. ” (Principles of Antitrust. Pág.2).   (Idem)

La competencia perfecta es el equilibrio económico que alcanza el mercado al permitirse libre juego de la oferta y la demanda.  Este modelo se remonta a los neoclásicos Marshall y Walras de comienzos de siglo, se representa típicamente con el gráfico que sigue.

Los economistas estudiosos de la formación de precios y la competencia en los mercados, saben a conciencia que la competencia perfecta no existe en la realidad, a pesar de que los libertarios pretendan con su retórica afirmar lo contrario.  Es una imperfección notoria del discurso del presidente Milei ante el FEM, aún asumiendo que lo hizo a sabiendas, el afirmar que las fallas del mercado no existen, y valerse del ejemplo más autoevidente de lo contrario: la concentración de poder de mercado o el monopolio.

Para él se trata de un corolario, por ello no se interesa en demostrar cómo en ciertos casos excepcionales se ha demostrado las eficiencias que aporta el monopolio, bueno, ni siquiera llega a mencionar tal concepto de la eficiencia.

El efecto de la monopolización de mercados se traduce en que las empresas participantes podrán fijar los precios a su antojo, bajar la calidad de los bienes o servicios ofertados, impedir la entrada de competidores, entre otras prácticas anticompetitivas. Tales situaciones no son del interés del presidente Milei, que en el FEM intentó venderse como el más capitalista entre los capitalistas.

En su interés por atraer las masas de capital, desde Davos, se llevó de un plumazo a varios Premio Nóbel de economía, así como cientos de años de jurisprudencia de varios países. A esto nos referiremos en la segunda parte de esta entrega.