Más de la mitad (55%) del pueblo argentino votó el domingo pasado por Javier Milei y Argentina lo tendrá como presidente a partir de 10 de diciembre. Entre las promesas de campaña que hizo está la dolarización, la eliminación del Banco Central, una importante reducción del gasto público en subsidios sociales y un programa de privatización que abarca a la educación pública y el sistema de pensiones, entre otras medidas de política del ideario neoliberal. Aun cuando para atraerse la base electoral del centro-derecha del partido de Mauricio Macri (Gobierno 2015-2019) en la segunda vuelta, ha negado algunas de sus propuestas originales de campaña, ha mantenido la de sustituir la moneda nacional (el peso argentino) por el dólar estadounidense como moneda de curso legal, aun en las transacciones internas.
El ‘salto al vacío’ y lo irreversible de esta decisión de régimen monetario y cambiario implica que tanto el sector público como el sector privado se verían obligados a solo endeudarse en dólares a la tasa de interés que le asignen los mercados internacionales y, en última instancia, el Banco Central (el ‘Fed’) y el Tesoro del Gobierno de Estados Unidos. Dado que el servicio de la deuda externa (amortización del capital más los intereses) solo podrá pagarse con los dólares provenientes de los ingresos de exportación, el gobierno se verá extremadamente limitado su capacidad de endeudamiento, lo cual significa que también la política fiscal como la política monetaria y cambiaria perderán drásticamente, aun más, su autonomía.
Es preciso anotar que la dolarización en sí misma no mejora el crecimiento de las exportaciones y por tanto la capacidad de pago de la deuda externa. Esto en un contexto en el cual el país está fuertemente endeudado con el FMI y acreedores privados, en gran parte debido a que durante el gobierno de su aliado Macri más que duplicó la deuda externa.
En un país como Argentina, con una inflación de 140 por ciento, es verdad que si se dolariza va a bajar significativamente la inflación, no así la estabilidad financiera. Pero no es cierto que, como afirman los monetaristas, que creen que la causa de la inflación es el aumento de la oferta monetaria por el Banco Central, y que esta se eliminaría con una política monetaria que persiga metas de inflación y prohíba a esta institución financiar el gobierno.
Como lo hemos expuesto en conferencias y artículos, los factores que han causado la inflación en los últimos años han sido la depreciación de las monedas nacionales, el alza en los precios de los comodities (combustibles, alimentos, materias primas) y de otros insumos importados. Estos factores que operan en los costos de producción y bienes de consumo, según la estructura productiva de cada país, se traspasan al costo de la vida (IPC) generando una caída del salario real y lo cual conduce a demandas de los trabajadores por aumentos del salario nominal. Este último factor puede generar un espiral precio-salario o un acuerdo implícito o explícito entre trabajadores y patronos y el gobierno (el cual tenderá a favor de uno u otros, según sea de derecha o izquierda), dependiendo de la capacidad de negociación de los diferentes actores. De todos estos factores, la dolarización solo evitaría el impacto de la depreciación de la moneda nacional sobre la inflación, pero no los otros.
En el caso por verse que el nuevo gobierno de Milei logre obtener suficientes dólares para reestablecer las reservas del Banco Central y poder estabilizar el tipo de cambio y la inflación, para lo cual entonces no necesitaría obligatoriamente la dolarización. Como afirma Vernengo: “La dolarización solo es posible en un contexto en el cual ya no se necesita”. De hecho, la dolarización tendería a profundizar el problema de Argentina de los últimos años, el exceso de endeudamiento externo.
El índice de riesgo soberano medido por el índice de bonos de mercados emergentes (EMBI) a junio de 2023 de Argentina era el más alto de la región, solo superado por el de Venezuela y cinco veces mayor que el promedio para la región. El mayor riesgo es el de un colapso de la economía argentina, por la anticipación de los mercados frente a la dolarización y la consecuente corrida contra el peso y una mayor depreciación. Milei ha dicho que la hiperinflación que provocaría la devaluación sería el mejor escenario para sus planes de dolarización. No hay nada más que decir.