Podemos estar de acuerdo o no sobre la estimación de los cambios culturales en la sociedad dominicana; se habla de un complot o agenda de los organismos internacionales, algunos entienden que hemos pasados a la hegemonía del individualismo, el egoísmo, el hedonismo, pero para otros estamos frente a una cultura más abierta, plural y tolerante frente a la diversidad.

Sin embargo, los que me parece indiscutible es que la cultura dominicana ha cambiado y, está en permanente proceso de transformación. En ese sentido, queremos relacionar los cambios culturales con los procesos de migración que experimenta la sociedad dominicana. Partimos del supuesto que, los rasgos culturales, es decir los hábitos, los tipos de lenguajes, creencias religiosas, consumos culturales, preferencias lúdicas e, imaginarios sociales de la mayoría de los dominicanos de los sectores populares, son, entre otras cosas, productos históricos de grandes procesos migratorios y encuentros culturales.

Según las estimaciones de las Naciones Unidas, el número de migrantes internacionales a nivel mundial ha aumentado durante los últimos veinte años (entre 2000 y 2020), llegando a 281 millones en 2020, debido, entre otras cosas, por las desigualdades sociales, las guerras y desplazamientos de refugiados.

En principio, hay que entender que, la migración no es nada nuevo, sino una constante en la historia de la humanidad, sin embargo, en las últimas décadas, se ha convertido en uno de los procesos sociales más dramáticos y significativos de nuestra contemporaneidad que está afectando la condición humana, la economía global, las grandes ciudades como también las culturas nacionales-locales.

De manera que, el país, al igual que el resto del mundo, ha sido impactado por esta enorme movilidad poblacional global, recibiendo una cantidad significativa de inmigrantes. Según los últimos datos publicados por la ONU en República Dominicana viven alrededor de 567.648 extranjeros, que representan el 5.48% del total de la población. Pero también hay que destacar que millones de dominicanos viven fuera del territorio dominicano.

Según los últimos datos de la división económica y social de  Naciones Unidas, el volumen de la emigración dominicana, por región de destino para el 2019, se concentra en América del Norte con un 1,184,930 para un 76.0%.  Europa 261,283 para un 16.8% y, Latinoamérica y el Caribe 112,213 7, con un 2%. También los dominicanos están presentes en otras regiones como Oceanía con 232, Asia 9 y África1. Para un  total de dominicanos por el mundo de 1,558,668 (Fuente: United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division, 2019).

Los dominicanos están presentes en todas las regiones del mundo y han establecidos comunicación con otras culturas: lenguajes, religiones, valores, tradiciones, costumbres y, nuevas formas de vida socioculturales. Se han arriesgados a emigrar, trabajar, estudiar y sobrevivir. Han sido capaces de constituirse en pequeños empresarios, activistas políticos, destacados profesionales, incrementar sus redes asociativas mediantes las iglesias, bares, restaurantes y clubes culturales en los países de recepción, reproduciendo y transformando sus costumbres, preferencias y tradiciones culturales.

En ese sentido, las diásporas dominicanas, están estructurando una desterritorialización de la cultura nacional. En cada comunidad de dominicanos en el extranjero se produce y reproduce, muchas veces con recursos diferentes, la cultura popular. Al emigrar y vivir en otros territorios, diversifican sus experiencias de trabajos, consumo, ocio, modas, diversión y, construyen nuevas representaciones e imaginarios socioculturales a partir de la memoria y tradición de la cultura nacional.

De manera que las diásporas, enriquecen y transforman la cultura mediante la comunicación, contactos e interacción con otras expresiones y tradiciones culturales: agregan nuevas subjetividades, imaginarios y hábitos de consumos culturales, configurando una mayor diversidad a la cultura popular nacional, a través de la experiencia de la interculturalidad y el reconocimiento de la diversidad.

Son los migrantes, conjuntamente con las tecnologías de la comunicación y las grandes industrias culturales globales, las que están transfigurando las culturas nacionales. Se han convertido en actores, en movimientos socio-culturales que están transformando el paisaje cultural urbano, pues hacen posible la comunicación, el dialogo entre lo global y lo local. Bastaría con pasearse por el Alto Manhattan, para ver como se ha configurado la cultura popular nacional en el extranjero y caminar por el barrio chino, haitiano o ir a Bávaro punta cana, para conocer como se expresa la diversidad cultural en los nuevos espacios urbanos en el país.

Estamos en presencia de un intenso y complejo proceso migratorio e intercambio cultural de consecuencias todavía impredecibles en términos sociales, que no sólo está transformando los rostros de las provincias y las grandes ciudades, con sus barrios populares  y diversidad étnicas, sino que también, está cambiando las formas de ver a los otros y vernos a nosotros mismo como dominicanos.