Para el año 1981 ya tenía una pequeña casa y un bote en Villas del Mar, una playa cercana a Juan Dolio y salía a pescar con regularidad. Un domingo habían venido a visitarme mi cuñada Mayra y su esposo Ralph, el hermano de este y su esposa, y me fui a pescar con ellos y mi hijo Antonio Emilio.
En el momento en que salimos de la playa yo preparaba un anzuelo muy al borde del asiento. Mi hijo manejaba el bote y cuando llegó a la boca de donde salían las embarcaciones a alta mar, el oleaje era un poco fuerte y en un momento, aunque íbamos a una velocidad moderada, el bote saltó con una ola y yo caí justo en el borde del asiento, sentado.
Eso fue terrible, suerte que mi hijo me supo manejar porque conocía mis antecedentes, ya me había fracturado una vértebra cuando vivía en Italia. Me deslicé sobre el piso del bote, Antonio Emilio atracó en la playa, fue a la casa, deshizo un camastro para quitarle las tablas y usarlas como camilla, en las que me trasladaron a Santo Domingo con el asiento del carro tumbado.
Era una rotura seria y se había inflamado la médula, por lo que era necesario someterme primero a un proceso de desinflamación para proceder con la cirugía. Así estuve nueve días.
Para sostener la columna vertebral, me insertaron unas barras Harrington de acero, que funcionan como un andamio que se sostiene de dos vértebras, una inferior y otra superior, de manera que la vértebra que se rompió en esa ocasión y la ya estropeada, por la vieja caída, al igual que dos más, no recibieran ningún peso, sino que éste recayera sobre las barras.
Duré 25 días postrado en una cama de madera sobre los 45 puntos de sutura que me dieron… sufrí dolores terribles. A veces, cuando venían a ponerme la inyección de penicilina -por cierto, bastante dolorosa- yo la recibía como si fuera un beso porque ese dolor me hacía olvidar por un momento el otro, que era mucho más fuerte.
Luego me empezaron a levantar y paso a paso fui caminando y rehabilitándome, me pusieron otro corsé por seis meses y con él logré caminar más de un kilómetro hasta rehabilitarme completamente, pero tenía muchas limitaciones: no podía montar a caballo, ir en bote ni cargar pesado. Cuando viajaba quien llevaba mi maleta era mi esposa y posteriormente, cuando era Subsecretario de Industria y Comercio, José Antonio Najri -quien era el secretario- se ocupaba de cargar mi equipaje en los viajes oficiales, cosa que le agradeceré siempre.
Con eso he vivido, me rehabilité hasta el punto de que me llevaban a hospitales para interactuar con personas que habían sufrido situaciones similares y recibían tratamientos parecidos al mío. El objetivo era enseñarles que con fuerza de voluntad podían recuperarse.
Yo hablaba a los enfermos y les mostraba las cosas que podía hacer venciendo las secuelas de aquella terrible lesión. Después de una intervención quirúrgica como la que me hicieron, la gente se asusta y los dolores son tan terribles que impiden la movilidad, los músculos se contraen y eso limita aún más la capacidad motora. Por fortuna, yo logré superar el trauma.
No obstante, después de cumplir los 75 años empecé a sentir las consecuencias agravadas de esas caídas y sufro bastantes dolores por la artrosis, cuyos efectos siento en la columna y en todo el cuerpo.
Después del accidente, no podía moverme como una persona normal. Mis rodillas soportan todo el peso del cuerpo y, por esa razón, están tan atrofiadas como la columna. Con el debilitamiento físico, por los años y la artrosis, de mi estructura ósea, las barras insertadas para sostener la columna han comenzado a presionar algunas vértebras, lo que me causa fuertes de dolores y me obliga a usar un bastón para mantener el equilibrio al desplazarme.
Me he planteado que ese proceso no degenere, haciendo un esfuerzo por reducir mis actividades. Con esos problemas y a esta edad si uno todavía quiere tener cierta calidad de vida y permanecer lúcido para ser socialmente útil, es necesario cuidar la salud, no hacer desarreglos, ser más conservador y abandonar hábitos que eran propios de mi inquieta juventud.
Extractos editados de mi libro “Relatos de la vida de un desmemoriado”.