Mi renuncia al PCD está muy relacionada con el trauma que arrastré después de la división del movimiento estudiantil, pero también por dos acontecimientos que me marcaron: el partido comenzó un proceso de coqueteo con Balaguer apoyando las leyes agrarias y buscando la legalización y yo era un antibalaguerista medular y confeso y, por demás, sentía que estaba luchando más contra los que debían ser mis compañeros o mis aliados que contra mis enemigos.

Eso me tenía muy nervioso e inquieto. Tuve que hacer un viaje clandestino al extranjero con el agravante de que se supo que yo estaba fuera y dieron orden de capturarme a mi llegada. Fui informado de eso y estuve un tiempo tratando de entrar al país, pero no había forma.

Duré unos meses entre París y Madrid. En Madrid me acogió Margarita Castro y su esposo de entonces, un ingeniero aeronáutico miembro del Partido Comunista Español, un hombre brillante.

En París me hospedó Jeanne Texier, una comunista francesa que había sido diplomática en la República Dominicana, amiga de nuestro grupo, de Hugo Tolentino, de Milagros Ortiz Bosch y otros luchadores democráticos. Me acogió en su casa hasta que logré, a través del Partido Comunista Francés, agenciarme una identidad falsa, casualmente española.

Pero aún con esa identidad falsa y por más que me disfrazara, éramos conscientes de que no debía ir en ningún vuelo que saliera de Europa, especialmente de España. La estrategia que usamos fue que ingresara clandestinamente a Estados Unidos, con el pasaporte español porque no necesitaba visado, y desde ahí volar a la República Dominicana.

En esa época mi hermano se encontraba fuera del país, pues estaba siendo muy perseguido. Al Partido se le avisó correctamente. Nunca había contado esta parte de mi vida revolucionaria.

Llegué a Estados Unidos. Al otro día tomé el avión hacia Santo Domingo, disfrazado, pero cuando llegué al aeropuerto y salí no encontré a nadie esperándome. Seguí buscando sin resultados. El Partido no envió a nadie por mí. No me quedó otra opción que tomar un taxi y pensar en el camino a dónde ir. Se me ocurrió ir a donde una hermana de Manolo González que estaba casada con un dominicano de apellido Ventura. Vivían en María Auxiliadora. Ahí llegué y me acogieron.

Cuando pude contactar a la dirección del Partido me pusieron la excusa de que la información había llegado mal. No les creí. Las tensiones siguieron y el coqueteo de la organización con Balaguer también.

Un día después de una crisis personal decidí tomar otro camino y envié mi carta de renuncia al partido. Esta decisión fue traumática. Mi hermano, desde el exilio, me envió una carta en términos muy severos. A pesar de todo nunca cambiaron los vínculos personales que Narciso y yo mantenemos hasta el día de hoy. Siempre hemos sido hermanos, hermanos del alma. La familia se ha mantenido unida todo el tiempo; nos reuníamos prácticamente todos los domingos hasta la muerte de mi madre. Nuestros vínculos han seguido creciendo y ahora han pasado a los nietos.

Antes de dejar el partido había presentado mi tesis para optar por el título de Doctor en Derecho y, como en toda mi carrera de leyes, obtuve una calificación sobresaliente en ella. Ahora que había renunciado del partido decidí seguir estudiando fuera del país.

Extractos editados de mi libro “Relatos de la vida de un desmemoriado”.