Siempre he dicho que las elecciones en República Dominicana son sumamente folklóricas, en ese día el hijo que nunca ha sacado a su padre o su madre enfermo o envejeciente ni a un parque a recrearse se torna más amoroso que nunca sobre todo si tiene la garantía de que va a votar por su candidato.
Lo mismo pasa con los mal llamados líderes que desempolvan a cualquier persona aun viva en Irak y desde febrero se observó un fenómeno que al menos en mi caso no lo había visto y fue el pago de boletos aéreos a personas para venir a votar.
La cuestión es que el clientelismo, y no la ideología, es la principal motivación para una persona ir a votar, pero en esta ocasión la cosa no estaba buena, no había grasa.
En mi observación electoral observé varios fenómenos y el primero de ello fue la abstención electoral. El colegio electoral en donde voto es una mesa muy concurrida sin embargo ahora se mantuvo despejada. Esa realidad me llevó a hacer un sondeo por unas cinco mesas más y me decían que la votación había sido muy baja, incluso a las 3:00 de la tarde en una mesa de 500 votantes solamente habían votado 150 personas.
El segundo fenómeno que observé es la razón de la baja votación. Según me comentaban algunos “líderes” los encargados de hacer circular el dinero eran los candidatos a diputados y senadores pues el presidente estaba muy bien posicionado.
Pero los votantes cotizaron muy alto su precio pues estaban exigiendo entre mil, mil quinientos y dos mil pesos por el voto (así como lo está leyendo). Esto provocó que se hiciera efectiva lo que se conoce como la estrategia de decepcionar, al contrario.
Mediante esta estrategia se crea una narrativa en la que se le hace entender al votante opositor que acudir a votar es una pérdida de tiempo porque es evidente que su candidato no tiene forma de ganar.
En ese orden se forma un “ahorro” económico en una doble vía: el que sabe que va a ganar invierte lo mínimo porque su triunfo está asegurado y el que está convencido de que va a perder tampoco boronea porque es consciente del desenlace, así que el triunfo de un candidato está basado más en la abstención que en la concurrencia al voto.
Sobre la abstención quiero hacer una breve reflexión. El promedio de abstención electoral entre 1978-2016 osciló en un 27% y estaba bien porque esta es una sociedad de muchos migrantes.
Pero en el 2016 la abstención fue de 30% y en el 2020 aumentó a 44.7%. en el caso de las municipales de febrero estuvo rondando casi el 50%. Se ha atribuido a la pandemia y en el caso de febrero se dijo que las personas no se motivan mucho en las elecciones municipales.
Este proceso electoral de mayo va a confirmar lo antes dicho o nos dirá si es que en el país se están operando cambios en la conducta electoral del dominicano o es otra cosa.
Por último, el sistema político dominicano está regido por un partido dominante que lo fue el PLD durante 16 años y en la actualidad lo representa el PRM, por eso para ellos es tan importante arrasar como se ha pronosticado.
Ya la gente no anda en sentimiento. Aquí el vínculo de la gente ya no es con el partido, sino con el estado y por eso lo que le importa a la gente es estar en el poder, vivir del estado. Eso lo veremos por los próximos cuatro años.