La idea de que “ningún país está preparado para un evento sísmico de gran magnitud” es una realidad.  Como cierto es el enunciado de que “no es el más fuerte el que sobrevive a un sismo, sino el que esté mejor preparado”.

La preparación tiene muchos enfoques que dependen del grupo que la piensa y trabaje. Una idea atrayente la exteriorizó el naturalista inglés, Charles Darwin, que dice: “Quien sobrevive no es el más fuerte ni el más inteligente, sino el que se adapta mejor al cambio”.

Las expresiones anteriores encajan perfectamente dentro del contexto que vivimos como país frente al riesgo sísmico.  La preparación tiene que ver con el “conjunto de medidas y acciones para reducir al mínimo la pérdida de vidas humanas y materiales, organizando oportuna y eficazmente la respuesta y rehabilitación”.

La preparación garantiza una respuesta rápida y ordenada de las instituciones de emergencias que trabajan en la gestión del riesgo, la respuesta y recuperación antes que se produzca un desastre.  Las instituciones deben tener un modelo de protocolo operacional que den sustento al sistema de respuesta.

Introduzco estas ideas destacando la importancia de estar preparados ante la posibilidad de un desastre relacionado con un sismo. Y reconozco que la preparación implica conocer los niveles de riesgos de orden geológicos con todo lo que implica la importancia de capacitar y formar a personas en esta área de interés para salvar vidas.

Reconocer a la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (ONESVIE) por las acciones que vienen desarrollando como institución; especialmente con la creación de la Mesa Sísmica de República Dominicana, la cual está integrada por instituciones del sector de emergencias desde el 2018.

La Mesa Sísmica se reúne cada cierto tiempo para pasar balance a las condiciones de peligro sísmico que existen, y define una que otras medidas de preparación y respuesta prospectiva que, como país, podemos ir pensando. Es decir, abordan la forma de organización antes de que ocurra una emergencia vinculada a un terremoto.

Estuve representando a la Defensa Civil en este espacio de discusión técnica, de coordinación y gestión del riesgo sísmico, y debo comentar que se trata de un ejercicio de actualización técnico científico que nos ayuda a crecer como país. Sobre todo, porque allí miramos hacia el antes de un posible e inesperado momento trágico que no deseamos nos toque vivir.

Pasar balance al nivel de riesgo de nuestras edificaciones, en materia sísmica, indica que vamos por un buen camino. Que los planes de gestión, reducción y respuesta a estas emergencias son fundamentales. Que el vernos en el espejo de países que han sufrido terremotos destructivos es una alerta para ir un paso adelante.

Que se hace necesario seguir los pasos al proceso de revisión y aprobación de nuestro Código Sísmico. Considerando las revisiones y sugerencias aportadas por los profesionales suramericanos y nacionales, y que el mismo aguarda por una mejora y aprobación como producto dinámico y obligatorio.

Y que a esos esfuerzos se suman trabajos de profesionales de diferentes países que en este momento están en el proceso discusión y elaboración del Código de Modelo Sísmico de América Latina y el Caribe, jornadas realizadas para numerar prácticas que en el ámbito de la construcción resistente a terremotos se deben observar y aplicar.

Estar preparados como país es contar con planes nacionales de gestión, búsqueda y rescate, asistencia médica, contingencia y remoción de escombros actualizados;  en fin, disponer de las herramientas protocolares necesarias para salvar vidas.