Mercedes García Márquez, quien fuera por varios años la compañera inseparable del gran escritor colombiano y premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, cursó la carrera de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Los conocimiento adquiridos durante sus años de estudios, le permitieron, forjar una visión, si quiere, acertada sobre el quehacer filosófico de la edad antigüedad griega, la edad media, la modernidad, la Época Contemporánea y la post-modernidad. De ahí su gran dominio de la sabiduría milenaria de la filosofía, sus escuelas, corrientes de pensamientos y de los siguientes métodos: inductivo, deductivo, metafísico, dialéctico, fenomenológico y la duda metódica. Sin ellos, Mercedes García Márquez no habría tenido el más mínimo conocimiento de lo que bien se ha dado en llamar consejería o práctica filosófica, creada por Gerd Achenbach, en 1982.

A través de diálogos bien manejados y apoyados, sobre todo, en la mayéutica socrática y las valiosas enseñanzas de Epicuro, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio, Mercedes García Márquez se adentra, con asombrosa inteligencia, en la conciencia y autoconciencia del sujeto para descubrir la causa generatriz de sus angustias, preocupaciones, desesperanzas, dudaciones, incomprensiones desasosiegos, así como las ilusiones desvaída que pudiesen atormentarlo.

Se podría decir, sin caer en especulaciones baladíes, que Mercedes García Márquez, no en vano, ofreció a sus oidores (o consultantes) orientaciones prudentes y bien sopesados, de provistos de ínfulas banales y delirio de grandeza. Gracias a ellos, sintió gran amor por el ser humano e hizo, por tanto, su apuesta por una vida razonable, la cual solamente se alcanzaría, según su parecer, mediante las siguientes actitudes filosóficas:

  1. “Distancia y perspectiva crítica: nos hacemos consciente de la distancia de lo que somos, lo que parecemos y lo que queremos”.
  2. “Autenticidad: tiene que ver con ser capaz de aceptar lo que eres y también de osar saber” (el sopere au de Kant).
  3. “Trabajar el pensamiento activo no reactivo. Éste es uno de los elementos que más delata el lugar desde donde hablamos. El pensamiento activo requiere unas bases trabajada poco a poco, fundamentadas y confiadas…”
  4. “Ser responsable de uno mismo, de lo que decimos, de lo que hacemos”.

Esas actitudes, combinadas con las competencias, constituyen sabios consejos que posibililitarían el desarrollo de una vida razonable, orientada en la verdad,  el respeto, la responsabilidad, la disciplina, la sinceridad, la originalidad y el ejercicio continuo de la criticidad, como garantía del pensamiento desprejuiciado y, por así decirlo, exento de abstracciones a prioris y, por consiguiente, desfundamentadas.

Con palabras claras y precisas, Mercedes García Márquez habría dicho alguna vez:

“Tenemos grandes incentivos para pensar y por eso nos ponemos a la tarea. Pero a menudo nos movemos de lleno en la actividad mental con demasiadas cargas existenciales, tenemos demasiada prisa por obtener resultados, hay una urgencia que nos lleva a tomar atajo: tomar soluciones hechas, ideas no examinadas, tratamiento superficiales de los problemas…Arrastramos incomprensión e incapacidad…”

Como se puede apreciar, con absoluta claridad, Mercedes Márquez profundizó en el pensar y visualizó sus distintas particularidades al tiempo que mostró sus más urgentes desafíos en la prisa de alcanzar determinados resultados.

El 5 de noviembre del 2017, luego de conversar con ella por espacio de unos minutos  escribió a mi correo electrónico lo siguiente:

“Buenos días Joseph, te agradezco tu interés. Mi aportación a la filosofía es muy modesta y se basa fundamentalmente en realizarla en la práctica con tantas personas a las que pueda llegar, en instituciones públicas y privadas. No tengo obra escrita, salvo los artículos que aparecen en mi página web que seguramente ya habrás visitado http://tallerdepracticasfilosoficas.com. Soy más bien una artesana de la filosofía, con toda la belleza que esa actividad comporta, pero sin ser portadora de novedad alguna que pudiera añadirse a la historia de la filosofía”.

Un saludo muy cordial

Mercedes García Márquez.

Como se puede observar, dichas palabras, transparentes y concisas, reflejan mucha sinceridad, impregnada de profunda y admirable sabiduría. Por tal razón, sería más que justo decir que Mercedes García Márquez, aunque no lo admitiese, fue una auténtica filósofa que, inspirada en el aroma encantador del saber filosófico, apostaría, sin más, por una vida razonable, fundamentada en la verdad y los más auténticos valores de la convivencia humana.