Mucho más importante que tener un cuerpo joven es tener una mente joven. La mente joven es flexible, adaptable, dinámica y no tiene una edad cronológica fija.

Es evidente que las personas de edad avanzada tienen todo un mundo de posibilidades que hace siglos no tenían. Así las vemos viajando, haciendo deportes, bailando, casándose, estudiando, trabajando y, por supuesto, dirigiendo al mundo (porque en el mundo actual es más útil la sabiduría que la fuerza bruta). Estas actividades que hacen nos sugieren que mantienen una mente joven.

Muchos límites son realmente mentales o culturales. Por ejemplo, no existe una edad en que culmine la vida sexual. Un anciano puede tener una vida sexual satisfactoria y un joven presentar importantes deficiencias sexuales. Conviene recordar que el principal órgano sexual es el cerebro.

Actuar a la ligera sin reflexionar es más frecuente en el joven, pero no podemos considerar la estupidez en el adulto como signo de juventud.  Con los años se espera que desarrolle capacidades para planificar, reflexionar, analizar y saber qué priorizar, esos son los elementos que demuestran la madurez.

El verdadero adulto debe haber logrado establecer un diálogo consigo mismo, su subconsciente, sus ancestros, cultura, sueños y preferencias, y en la medida en que logre alinear su mundo interior con las circunstancias en que viva podrá considerarse realizado, y si pese a las duras experiencias que le presente la vida se mantiene positivo, puede ser verdaderamente feliz.

La fábula de Juan Salvador Gaviota suele conocerse en edades escolares, pero la madurez es el mejor momento para comprenderla. A diferencia de las demás gaviotas que seguían la misma rutina diaria, Juan Salvador se la pasaba analizando su organismo, sus hábitos, sus metas, perfeccionando su vuelo y superándose día a día. Es repudiado por las demás gaviotas porque preferían conformarse con lo básico y les molestaba que alguien buscara la excelencia. Reconocemos que nuestra mente es joven mientras deseemos crecer, la resignación es una característica del viejo.

Relaciones humanas satisfactorias contribuyen a mantenernos sanos física y mentalmente, refuerzan nuestro sentido de existencia y aumenta nuestra resiliencia. Compartir con personas muy queridas, además de ser una experiencia gratificante, realmente rejuvenece. Los abrazos, besos y risas son verdaderas vitaminas, liberan neurotransmisores cerebrales convenientes, por otro lado, los seres queridos atenúan los impactos negativos de la vida. La vida social nos motiva a cuidarnos mejor.

A cualquier edad, para desarrollar nuestros cuerpos y nuestras mentes, debemos reír, sonreír, jugar, leer, cantar, bailar, ejercitarnos, estudiar, iniciar nuevos proyectos, aprender idiomas, viajar, experiencias sexuales cuando sea posible, hacer nuevos amigos y cuidar la salud. Estas actividades consideradas “de jóvenes”, en los mayores evitan: Alzheimer, demencia senil, artritis invalidantes, dependencia, trastornos somatomorfos, depresión, etc. La vejez comienza cuando dejas de jugar. Saber mantener vivo nuestro niño interior, nos mantiene alegres, abiertos a la vida y avanzando. Cuando te detienes o aceptas la vejez, inicias sin saberlo un proceso de autodestrucción. Es válido cambiar de camino, pero no dejar de caminar.

Tal vez solo piensas en el futuro de tus hijos, pero es de vital importancia que tengas sueños y metas propios, si ya no te interesa lograr nada, tus células interpretan que tu vida acabó. Algunos mayores siempre hablan de sí mismos en tiempo pasado (ejemplo: yo era, a mí me gustaba, fui una persona), siendo una tendencia muy perjudicial.

Al meditar, conviene que mentalmente escanees, analices o pases revista a todo tu cuerpo. Puedes desencadenar voluntariamente fuerzas que armonicen tu psiconeurofisiología, ¡hazlo como si fuera un juego!, tal vez te convencieron de que era imposible, pero no pierdes nada intentándolo y los resultados podrían sorprenderte. Piensa que estamos en un océano energético y que tienes facultades para atraer esas energías hacia tu organismo (lo que es científicamente cierto) restableciendo tu salud e incluso la de tus seres queridos. Si eres cristiano, tendrás que reconocer que es precisamente lo que Jesucristo trató de que entendieras, simplemente hazlo en su nombre. También debes observar lo que piensas, tus motivos, tus emociones, tus aspiraciones y analizar tus intuiciones, porque nunca terminamos de conocernos y el joven lo sabe.

Decidir ser feliz, permite vivir con más entusiasmo y motivación. Quien desea larga vida, necesita explicarse a sí mismo por qué o para qué la quiere.

Sean como niños, porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 18:3). No permitas que las espinas te convenzan de que no existen las rosas. No dejes de sonreír, aunque ya sepas que la vida no es color de rosa.

Sólo si sabemos perdonar a los demás podríamos perdonarnos a nosotros mismos, lo que es necesario para que volvamos a intentarlo cuando algo nos ha salido mal. Cuando pienses que ya no tienes nada que mejorar en ti, tu vida acabó y no te has dado cuenta.

Eres un ser divino y solamente envejeces cuando te cansas de vivir en este mundo.