Las redes sociales son extraordinarios medios de comunicación, información y opiniones. Sin embargo, esta gran innovación en el mundo plantea una serie de amenazas y retos, de manera especial, para los niños, niñas y adolescentes, la familia y las autoridades.

Según algunos estudios (Mediakix, EE. UU.) las cifras son escalofriantes: a lo largo de nuestra vida pasamos alrededor de 5 años y 4 meses en las redes sociales. Cierto o no, aunque me inclino por lo primero, esto significa que hay un verdadero abuso del invento, con riesgos de adicción y desconexión del mundo real.

WhatsApp, Youtube, Facebook, Instagram, Twitter, Facebook Messenger, Linkedin, Pinterest, Skype, TikTok, Twitch, Snapchat, ClubHousem, Tinden, QZone, Reddit, Telegram, Tumblr, Spotify, Badoo, Tagged, WeChat, Vkontakte, Daily Motion, Habbo y bumble, para solo mencionar 26 redes sociales de las más usadas, en función de los millones de sus usuarios, son una ventana de oportunidades de comunicación efectiva; pero también plantean serios riesgos de trastornos, por la dependencia que generan, lo que requiere de ayuda psicológica para poder disminuir y limitar el tiempo de uso, como por las consecuencias en los órdenes personales, familiares, profesionales y legales.

Las redes sociales plantean un problema con el derecho a la privacidad, pues las imágenes personales son usadas, muchas veces, en perjuicio de la persona publicada, se suplanta su identidad y es aprovechada por abusadores y agresores sexuales que, haciéndose pasar por niños, logran contactarlos y sus objetivos como pederastas, en muchos casos.

En esto juega un papel importante la familia y los relacionados del menor para dar parte a las autoridades del Ministerio Público para que estas puedan poner en movimiento la acción pública en contra de los abusadores sexuales.

No pasa un día en que en las redes no veamos como acosadores le hacen la vida imposible a mucha gente, intentando acabar con su vida moral, lo que también merece ser denunciado y obliga a despegarse, aunque sea por un tiempo limitado, de las redes, hasta que la marea baje.

Exhibirse en las redes sociales alerta sobre nuestro carácter, nuestras reacciones, nuestra forma de vernos, nuestro perfil y hasta nuestra entrega y enfoque en el trabajo, pues podemos presentarnos en situaciones inadecuadas y en exceso durante las horas de trabajo, lo que de seguro será tomado en cuenta por quienes acceden a ellas y las consultan con fines laborales, ocupacionales y profesionales.

Aunque casi todas las redes requieren una edad mínima para entrar, muchos son los que se saltan la cerca. Siendo los menores tan vulnerables, los padres deben reforzar sus niveles de vigilancia, para controlar su uso por parte de los hijos menores de edad, sobre todo.

Es frecuente que a través de las redes se profieran insultos, se difundan difamaciones, injurias, noticias falsas y rumores para envenenar, contaminar y manipular la opinión pública, en perjuicio de determinadas personas. Ello califica como delito de difamación e injuria, lo que puede y debe ser castigado, penal y civilmente.

El cuidado en el uso y difusión de lo visto y recibido en las redes sociales es siempre lo más aconsejable; pero para la protección de los niños, niñas y adolescentes se requiere un mayor y más sistemático sistema funcional y operativo por parte de los padres y del Estado para que, una vez advertido el mal uso y el abuso de la imagen e informaciones de los menores con fines delictivos, haya una reacción eficiente, contundente y ejemplificadora de parte de las autoridades del gobierno y del Ministerio Público.