En el tercer aniversario del fallecimiento de Marcio Veloz Maggiolo, el 10 de abril de 2021.

Reviven las creencias de mi infancia en Tamayo al encuentro con la novela de Marcio Veloz Maggiolo El sueño de Juliansón (Editorial SANTUARIO,2014). En mi mundo originario un muerto podría reaparecer como vivo; un árbol derribado por años podría enderezarse, de repente; una persona podría reaparecer bajo la figura de un animal y viceversa.

Grosso modo esta novela plasma una visión mítica y legendaria similar, construida desde la perspectiva antropológica. Veloz Maggiolo se apoya en leyendas y especulaciones añejas a los hallazgos de las excavaciones arqueológicas en la búsqueda y recreación de grandes mitos originarios del universo precolombino.

La ficción trata de las creencias en torno a los restos de la cultura precolombina que se manifestaban en el territorio explorado que se extiende de La Vega Real, Moca y Santiago de los Caballeros, donde residía el arquitecto Juliansón Omelet, personaje principal, particularmente Cutupú y Río Verde, sitios presentes en esta novela tangencialmente.

En la realidad de la investigación arqueológica en esa zona, dichos restos han sido explorados por Veloz Maggiolo y otros arqueólogos (Jorge Ulloa Hung, Roberto Valcárcel Roja, 2016) .

La legendaria ciguapa reencarnada en doña Murga y Opiyelguobirán, uno de los dioses de los aborígenes de La Hispaniola reencarnado en el perro de esa señora, Amiridonte, son las dos figuras míticas que, apareadas, conforman el universo mágico, encantado de El sueño de Juliansón.

En esta novela, la memoria legendaria de la cultura aborigen se encamina como búsqueda y solución de una memoria de las cosas, acumulada por los siglos de los siglos.

Ese mito es el gran topoi de la novela sobre el cual Juliansón vuelve constantemente narrándolo profusamente a través de anécdotas, leyendas extraídas de esa cultura y de otras; como son las leyendas que:

“ …el escritor inglés Rudyard Kipling narra en algún lugar de sus maravillosos textos que ahora no identifico, me dijo. Algún amigo me ha dado los datos de que en una de las leyendas de Kipling ha encontrado las señas de una mujer que con los pies volteados y larga cabellera recorre junto a un perro negro las lodosas tierras de Lahore, y que llora noche a noche acompañada por el ladrido, entonces melodioso y a veces triste del animal.”

El sueño que abrigaba Juliansón era llegar a ese mito y en su largo recorrido mental decía haber descubierto también las huellas de la que sería la compañera del animal. Aunque, dudaba de que Doña Murga fuera totalmente leyenda. Sus pálpitos eran que el perro estuviera más cerca del mito que ella.

Todas esas historias discurren en la novela conformando el “sueño de Julianson”, que no es otra cosa que la reconstrucción de los mitos precolombinos en forma libre y fluida; sin reclamar demostración, pruebas, datos, hechos vinculados a las especulaciones, hipótesis y juicios.

En numerosos pasajes de la novela están plantados los elementos de la gran y novedosa hazaña que Veloz Maggiolo nos ofrece en esta obra y nos convida a experimentar y recorrer con él: la memoria legendaria de la cultura precolombina en la isla La Hispaniola.

Se trata aquí de otra historia. Historia-leyenda que, como en la creación literaria se nutre a la vez de lo real y de lo irreal.

La historia que aquí se cuenta es, sobre todo, la que viven los llamados “seres imaginarios” y solo ellos la conocen“.

Historia mítica, no real ni racional. Historia del universo mágico. Historia anterior y al margen de la prehistoria. Historia anterior al pensamiento. Historia anterior al lenguaje.

Historia de las cosas que hablan y se comunican entre ellas en una correspondencia un tanto invisible, subterránea propia de “las raíces de la tradición aparentemente imaginaria”, de los “fenómenos paranormales” en la cual tienen lugar “la voz de una piedra que narra los comienzos del mundo o ver volar pájaros debajo de las aguas.”

Historia que inventa y recupera el arquitecto Juliansón Omelet. Veloz Maggiolo ha dotado ese personaje de un conjunto de rasgos que lo convierten en un elemento disruptivo en la novela: Juliansón es un hombre culto, elocuente y carismático.

Es un personaje fuera de lo común, colocado en una situación excepcional por su sello profesional, su poder social, vive de sus cultivos; y, en él, es proverbial la capacidad y libertad intelectual de libre pensador sin ataduras a dogmas de ningún tipo.

Juliansón es así, un ser corrosivo, problemático, perturbador y destructor de nuestros esquemas de conocimientos y pensamiento del mundo y su historia conocida.

En la novela Juliansón desempeña el rol del soñador y narrador desconcertante de esa historia de mitos y leyendas de un pasado que como una eternidad convive con nosotros como la gran memoria del mundo.

La historia acerca del dios Opiyelguobirán y, numerosas más contadas o no contadas por Juliansón sobre la cultura indígena, son historias que Veloz Maggiolo conoce como “experto en cacharros y basurales que hablan del pasado”.

Son historias tramadas en una suerte de diálogo entre el pasado mítico e imaginario y el presente de los interlocutores, que el arqueólogo escucha de Juliansón y nos invita a escuchar.

Veloz Maggiolo está consciente del valor de esas relaciones en las que Juliansón tiene el papel predominante no solo ante su interlocutor sino también en la construcción del mito mediador entre ellos.

En la narración, no hay posiciones fijas. Así como en las palabras de Juliansón hay mezclas de certidumbres y suposiciones que expone con asteriscos, porque es un indagador crédulo, pero perspicaz; asimismo en el personaje que representa la escucha, que a todas luces es Veloz Maggiolo, como también el mismo Juliansón, predomina la sorpresa y la expectación.

La novela es un choque de dudas e interrogantes de parte de la escucha. Y decimos la escucha, porque es una historia viva, oral, narrada en la voz del arqueólogo-antropólogo, quien, frente al poder persuasivo del expositor, el arquetecto Juliansón, se siente subyugado.

En ese intercambio se va produciendo el entendimiento. Una avenencia entre ambas vías del conocimiento y el entendimiento de la cultura, porque de eso se trata: poner en contraste dos puntos de vista acerca de la historia precolombina.

En ese contraste, la ciencia va cediendo a la leyenda, el arqueólogo al contador y soñador de leyendas. Y eso es posible porque el antropólogo, por ser tal está abierto a todas las posibilidades y porque, además, es también novelista.

La obra participa de la oposición entre arqueología o ciencia y ficción o novela; en general, de la búsqueda y creación de la memoria antropológica y arqueológica con base en las excavaciones.

Pero, a diferencia de las otras novelas de Veloz Maggiolo que se basan en ese conflicto (Florbella, 1984 y La mosca soldado, 2004), en esta el punto de discusión no es la oposición entre ciencia y novela sino entre ciencia y leyenda, que, a su manera, no deja de ser parte de historia real.

Ese es el conflicto planteado en esta obra. En efecto, la narración se apoya en la leyenda como modalidad discursiva y como referencia principal de la historia narrada en esta novela. Veloz Maggiolo se sirve de la leyenda como recurso narrativo y como cosmovisión de la realidad.

Esa doble visión es uno de los elementos novedosos manejados en la novela, en la cual la trama se orienta con base en las posiciones contrapunteadas.

Los dos personajes participan de las mismas inquietudes, pero, por sus roles y sus profesiones diferentes, uno es arqueólogo, otro arquitecto, guardan grandes distancias en los puntos de vista.

Juliansón es defensor y promotor de la leyenda como visión o punto de vista cerca del conocimiento y de la creación, mientras que el arqueólogo o antropólogo es defensor y promotor de la ciencia pura y dura.

La idea que nos deja aquí Veloz Maggiolo es un llamado a es no ver, encerrar o marginar despectivamente esas situaciones en clasificaciones como fenómenos paranormales, mágico- religiosos u otras clasificaciones por el estilo.

Esos eventos son propios, primero del ser humano en todas sus culturas, particularmente, de las de culturas hibridas en las creencias y en los saberes cotidianos en las cuales tienen poco influjo y efecto la racionalidad de los aparatos formales y convencionales de las instituciones que conforman el statu quo en Occidente.

En fin, son tantos los temas objeto de especulaciones en la mente lúcida de Juliansón que llenarían un volumen de arqueología imaginaria y crédula. Y, justamente, ese es el tipo de antropología de la que se ocupa Veloz Maggiolo en esta obra en la voz de ese personaje.

Una antropología propia de un perfil abierto a todas las posibilidades como el de Juliansón, quien en la novela es descrito con atributos que bien pueden aplicarse a Veloz Maggiolo.

La gran apertura en el pensar el mundo encarnada por ese personaje es una parte excepcional de esta obra, en la que, como afirma Jeannette Miller (2015), “Marcio Veloz Maggiolo supera lo escrito con anterioridad.”

Ciertamente, en El sueño de Juliansón Veloz Maggiolo trasciende el punto de la búsqueda y recuperación de la memoria en diferentes obras, así como la superación de la ciencia por la creación literaria.

Al final, El sueño de Juliansón expresa una gran lección de relativismo cultural: la apertura hacia la comprensión de las correspondencias de las memorias milenarias del universo y la historia humana.