Hace unas semanas atrás se tubo la celebración del Congreso latinoamericano y caribeño: Teología en clave sinodal para una Iglesia sinodal, celebrado en el CELAM, Colombia, del 9 al 11 de este agosto que nos da el Señor. Habían allí representaciones de casi todos los centros y facultades de teología de América Latina, dispersos entre nuestros Seminarios, Universidades y Centros de Estudios Teológico. Como es lógico, los dominicanos no debíamos faltar, y allí nos encontramos una buena representación del país, proveniente de nuestras universidades, seminario y centros e instancias que fueron invitadas: el P. Santos Monción representando al Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, el P. Marcos Pérez: Rector de la Universidad Católica de Barahona (UCATEBA), P. Ramón Núñez y la Hna. Noris por el Centro de Teología de los Padres Dominicoa, el Hno. Pedro Acevedo por la Congregación Dominicana de Religiosos (CONDOR), la Hna. Magdalena Filpo por el equipo Consultivo del Instituto Nacional de Pastoral (INP), dos hermanas religiosas que estaban haciendo un curso en el CELAM y un servidor en representación de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).
La experiencia fue grandiosa para todos los que allí confluimos, la jornadas de trabajos fueron agotadoras, por lo poco del tiempo, pero sumamente interesantes y nos comunicaban cuáles son los senderos por los cuales debe en estos momentos andar la teología y la Iglesia, que es precisamente la sinodalidad. Se dieron exposiciones presenciales y otras virtuales con teólogos de nuestro continente y de Europa. Hubo momentos para compartir lo que se está haciendo a nivel de Latinoamérica, presentación de obras, trabajos e investigaciones, y todo eso nos invitaba a ir más allá y por qué no, ver la forma y la manera de poder implementar lo que se compartía en nuestros países.
El tema central, claro está, fue la sinodalidad, Ver que esto no es una moda de hacer teología o pastoral, ni es el proyecto particular del Papa Francisco, sino que es la senda por la cual el Espíritu nos quiere llevar en estos tiempos de grandes cambios en el mundo, y la perspectiva o matriz teológica que tenemos por delante. Allí se vió como la sinodalidad entronca perfectamente con nuestra manera de hacer teología en América Latina, como esta temática conecta con nuestra tradición teológica, que es la Teología de la Liberación o la Teología del Pueblo, como se le llamaba o llama en otras latitudes de América Latina. De igual forma se vio como la sinodalidad nos lanza a nuevos caminos y la necesidad de cambios estructurales en la manera de ser y de vivir de la Iglesia entre nuestra gente, como ella sintoniza con las apetencias y necesidades del hombre y de la mujer de hoy, a la cual y a otros protagonistas de nuestro entorno los integra y los hace participes de la verdad salvífica que es para todos.
Para mí, además de todo lo expuesto, fue encontrarme con amigos y hermanos que desde hace mucho tiempo venimos caminando esta andaduras teológicas y pastorales de nuestra Iglesia De allí salimos con la convicción que un nuevo Kairos (tiempo de Dios), a niveles teológicos y pastorales se viene abriendo en la Iglesia y el mundo, consciente de que hay obstáculos, oposiciones muy poderosas para que esta moción del Espíritu no cristalice, pues como veíamos, ella hace posible que la luz que el Concilio Vaticano II nos trajo, la cual se intento apagar, surge fulgurante de nuevo a través de esto que va recorriendo nuestras comunidades eclesiales, instituciones de la Iglesia e inspira a todo aquel cuyo trabajo es hacer teología para ayudar a un mayor entendimiento de la fe.