La República Dominicana ha logrado crear su identidad propia en materia culinaria, sin importar la procedencia u origen de muchos de los alimentos que a diario usamos.
¿Se imaginan un desayuno con mangú encebollado, salami, queso blanco frito, dos huevos y aguacate? Y todo eso con un juguito de frutas tropicales. Una combinación explosiva pero exquisita. Otra opción es un mondongo criollo con yuca y aguacate y no faltan los que optan por una longaniza con tostones o unas paticas de cerdo guisadas.
Pruebe también plátanos sancochados, salteados con un guiso de salami con salsa de tomate, ajo y cebolla. Y si tiene aguacate mejor. Nuestro desayuno es tan variado que podemos ver a muchos dominicanos metiéndose unas pastas con salsa de tomate y pan a las 6 de la mañana. O un par de ricos yaniqueque con una botellita de agua que te avienta el estómago. ¿Has comido el Yaniqueque con miel de abeja? Pruébalo.
Las frituras en los barrios son parte de la vida mañanera de los que trabajan duro y es un desayuno sabrosísimo que muchos rechazan por el exceso de grasa. Pero es esa grasa la que aumenta tu energía para el duro día que se aproxima.
¿Has probado un pan de agua relleno de aguacate con aceite de oliva, sal y orégano? Hágalo y si le apetece, métale dos lonjas de salami y un huevo frito y acérquese a cielo.
Al medio día, un moro de habichuelas, salteado con un guiso de carne, acompañado de aguacate y unos platanitos maduros al caldero, es una locura.
Un cerdito entero en pulla asado al carbón, con la piel tostadita, es antológico y no lo supera ningún plato gourmet en el mundo. Y las piernas de cerdo al horno o el lomo relleno, con puré y ensalada, son opciones excelentes para invitar a los amigos.
El clásico arroz con habichuela no puede faltar en la mesa del dominicano y este se acompaña con un pollito o carne guisada o unas chuleticas encebolladas y tostones. Con el arroz y habichuelas cabe todo, incluyendo unas berenjenas guisadas, molondrones o huevos. Excelente y económico.
Un par de rodajas de carite, con cebolla y ajo o guisado en salsa de tomate y un moro de guandules con aguacate, es mortal. El pescado frito estilo Boca Chica no lo conseguirás en ninguna parte del mundo. Y ni hablar de los locrios de arenque, bacalao, longaniza, cerdo o pollo, que nadie lo hace mejor que nosotros. Y si le tiras por arriba unas habichuelitas guisadas, todo se fue al carajo.
El moro de guandules con coco es una delicia, plato muy caribeño que se acompaña con pescado o carne. Y no abandone este mundo sin probar unos cangrejos de rio de San Pedro de Macorís cocidos en agua de mar y ramas de orégano entero. Dos horas de bendiciones al paladar.
Y no olviden los pastelones. Uno de yuca o plátano maduro, relleno de carne, lo resuelve todo.
En la época fresca, no puede faltan en la mesa el asopao de cualquier cosa (pollo, cerdo o camarones de Sánchez y hasta costillitas ahumadas)) y el gran y típico sancocho, de 1, 2, ,4 o 5 carnes, acompañado obligatoriamente con arroz blanco y aguacate. Para morirse. Los cocidos con pata de vaca, garbanzo y papas también caben a cualquier hora.
Un chivo guisado sureño, con tostones o casabe al ajillo, puede ganar cualquier concurso culinario. El chenchén, plato típico del sur, hecho de maíz, aceite, sal y coco, acompañado de un chivito guisado es salirse de la rutina y entrar a otro mundo.
Y la comida que fusiona diferentes sabores son otras delicias culinarias. En la noche ahóguese con un mofongo con sopita y carnita, un emparedado de pierna, queso, jamón y lechuga, un camarofongo, o un mondofongo, con una champola o un morir soñando que pueden llevarte al cementerio, pero morirías feliz.
En definitiva, hay centenares de platos dominicanos que varían de región a región.
Los pedidos a domicilio, generalmente nocturnos, no los inventamos nosotros, pero son parte de nuestra cultura alimentaria. Los preferidos son pizzas, lasaña, combo de pollo empanizado, hamburguesas, comida china o tacos mexicanos.