Creía que ya estaba curado de espanto y que nada me podía sorprender ni asustar, pero resulta que no es así, al conocer los detalles del caso “Medusa”. Tengo que confesar que en algunas ocasiones me he quedado boquiabierto y en otras se me han puesto los pelos de punta, al ver que quién era el procurador general de la República en ese entonces, el funcionario con la responsabilidad de perseguir a los delincuentes dirigiera una red mafiosa como la que se describe en ese expediente. La verdad que con lo que allí se cuenta da para una nueva película del "El Padrino".
Es bien sabido que muchos se acercan al poder político para hacerse de dinero con los múltiples negocios turbios que desde allí se hacen; creo que en gran medida la sociedad es culpable de que estas cosas ocurran por conocerlo y permitirlo sin hacer nada. En este caso, por la gran cantidad de personas y empresas que se mencionan, parece que mucha gente conocía lo que estaba pasando, pero nadie se daba por enterado.
Este problema de la corrupción es grave y es lo de nunca acabar, no creo que su solución se logre solo con leyes y decretos, se necesita una gran determinación en el Ejecutivo, así como personas en los departamentos encargados de perseguirla con las "agallas" y la responsabilidad necesarias para enfrentar años de complicidad, encubrimiento y protección política. Por lo que estamos viendo, parece que apareció quien le pusiera el cascabel al gato y persiga de verdad a los mafiosos.
Este caso como los demás que se encuentran en proceso tienen que ir a los tribunales y probarle a los jueces que todas esas acusaciones cuentan con el soporte de pruebas sólidas que permitan la condena de los encartados. Una rápida lectura del expediente muestra algunas debilidades difíciles de sustentar en corte.
Lamentablemente, la corrupción en la República Dominicana se ha convertido en un mal endémico, fuente del clientelismo político, que refleja la falta de ética y honestidad en la concepción y el manejo de la administración pública, la falta de transparencia en las ejecuciones presupuestarias y el dispendio de recursos. Teniendo entre sus protagonistas a representantes de la clase política, militar y empresarial.
Tal y como se afirmara refiriéndose a algunos países de la región, hemos estado presenciando el establecimiento de una "cleptocracia" muy bien organizada. Lo descrito en el mencionado caso abarca todas las modalidades del delito. Desde las sobrevaluaciones hasta el soborno, en ese mundo fabricado por la Procuraduría General de la República existía una “cleptocracia” que funcionaba en toda su dimensión, constituyendo un entramado de intereses en donde se mezclaron desde iniciativas empresariales hasta el tráfico de influencias.
La ciudadanía ya está harta de que un grupo de delincuentes protegidos por partidos políticos se apandillen para robarles lo que tanto trabajo les da ganarse, hasta ahora lo habían soportado sin grandes protestas, pero ante el descaro de lo sucedido en donde todos los límites fueron traspasados, llegó la hora de exigir castigo, pero no una pena para salir del paso y cumplir las formalidades no; se pide un verdadero castigo que sirva de ejemplo a los amigos de lo ajeno, que les haga saber que las cosas cambiaron y el que la hace verdaderamente la paga.