En las últimas dos décadas las personas mayores de 60 años casi se han duplicado según el Censo Nacional de Población Vivienda de 2022. Ya tenemos más de 1,001,980 dominicanos con más de 60 años, logrando incrementar en cuatro años más su esperanza de vida. De un 4.8% al inicio del milenio, los envejecientes han pasado al 7.5% de la población al 2022 y se estima que crecerá hasta el 16% en el 2050.
Estamos experimentando un proceso de envejecimiento constante, con grandes repercusiones económicas, políticas y para la Seguridad Social. Tanta importancia tiene para una protección integral de la tercera edad, que la Ley 87-01 de seguridad social incorporó los servicios y prestaciones que establece la Ley 352-98 sobre protección de la Persona Envejeciente. Lamentablemente, como muchas otras reformas y programas sociales, en nuestro país todavía las mismas no se han implementado debidamente.
Como producto de una mayor educación y de una reducción de la natalidad, la República Dominicana ha comenzado a configurar una pirámide demográfica que cada año se achica en su base y se expande en su cúspide. Se trata de un proceso natural que se registra en todas las naciones del mundo, desde luego a velocidades vinculadas al crecimiento del ingreso nacional y per cápita, entre otros factores.
Una de las grandes limitaciones de nuestro país es la existencia de una cultura muy occidentalizada, que tiende a menospreciar y subvalorar a los envejecientes, comenzando por los propios hijos y terminando por el Estado. En cambio, en las culturas indígenas es todo lo contrario. Se mantiene un profundo respeto por los mayores de edad, en el seno familiar y en la comunidad.
Cuando estudié seguridad social en España, tuvimos la ocasión de visitar varios hogares de envejecientes y aunque la mayoría decía que estaba mejor que en sus hogares de orígenes y atendidos por personal calificado, lo que más extrañaban era el creciente descuido de sus descendientes y la frialdad con que muchos los trataban.
De acuerdo a los valores predominantes en la cultura Maya, Azteca, e Inca es que el respeto a los mayores llega al nivel que, aún luego de formar una familia, los hijos, hermanos y sobrinos continúan consultando a los mayores antes de tomar una decisión importante, como casarse, tomar un préstamo, comprar un vehículo, realizar un viaje o construir una casa.
Por ello valoramos la labor y las informaciones aportadas por el Dr. José García Ramírez, director ejecutivo del Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (CONAPE), durante una larga entrevista de la periodista Luisa Blanco del periódico HOY.
De acuerdo al CONAPE, para mejorar la calidad de la atención y los años de vida de los envejecientes es necesario contar con un hogar de ancianos en cada municipio, incluyendo internamiento y servicios de entretenimiento y recreación. Pero todavía estamos muy lejos de esa meta, ya que el país apenas cuenta con 38 asilos y 60 asociaciones de ayuda a la tercera edad, sin fines de lucro.
Obviamente, ello requiere de una mayor asignación presupuestaria y donaciones de empresas e instituciones caritativas. Recordemos que en nuestro país el gasto social es muy bajo, apenas la mitad del promedio de América Latina, un nivel que no se corresponde con el crecimiento de la economía nacional durante las últimas décadas.
Además, se necesita más personal calificado al servicio de los envejecientes. “El país demanda de la formación de más geriatras, psicólogos, psiquiatras y de otros especialistas en la tercera edad, porque actualmente son muy reducidos a nivel nacional”. Además, ampliar los programas sociales de entretenimiento y educación.
Nuestra Fundación aboga por la multiplicación de las pensiones solidarias y la ampliación de los programas sociales de los envejecientes. Porque todos los pensionados y jubilados dispongan de un seguro de salud y cada año sus pensiones sean actualizadas de acuerdo al costo de la vida.