El carnaval no fue conocido por los habitantes originales de la isla de Santo Domingo; es una herencia de la colonización española que se ha ido modificando y enriqueciendo en el desarrollo histórico de nuestra formación social, insertándose cada vez más con las esencias de nuestra identidad y las definiciones de nuestra dominicanidad.
Originalmente se expresaba como recreación de las élites coloniales y con el auge de la industria azucarera se convirtió en una catarsis, contribuyente al equilibrio del sistema y como desahogo y afirmación social, pasando por diversas etapas hasta terminar siendo una conquista social donde el pueblo se convirtió en protagonista y creador poniendo el mundo al revés, en un espacio de libertad, en expresiones de sátira, magia y fantasía con mensaje simbólico subliminares contestatarios.
Con la eliminación de la dictadura trujillista las élites y la emergencia del pueblo como protagonista, estas abandonaron el rapto que habían hecho del carnaval en sus clubes y casinos refugiándose en las calles y en los barrios populares. Con el impacto de rabia e indignación por la intervención norteamericana en abril del 65, se profundizó una mayor conciencia antiimperialista, acentuando las esencias de la dominicanidad, que impacto los contenidos de identidad del carnaval dominicano.
A nivel local, al margen de los bailes de las élites de carnaval en clubes y casinos, este se expresaba a nivel popular en las calles y barrios en encuentros y manifestaciones espontaneas, con ausencia del apoyo de los ayuntamientos, gobiernos y del Estado. Es por iniciativa del Ayuntamiento del Distrito Nacional y de la Secretaría de Estado de Turismo, que un Comité de Carnaval organizó el primer Desfile Nacional de Carnaval en 1983, el cual impactó a todos los pueblos, contribuyendo al desarrollo de sus carnavales.
En su plenitud de libertad, el pueblo pasó a un proceso de criticidad y de creatividad, convirtiéndose nuestros artesanos y carnavaleros en artistas creadores y en personajes con identidad nacional.
A partir de entonces, surgieron artistas y personajes, que trascendieron a nivel nacional e internacional los cuales se fueron a “carnavaleá” a la vía láctea, aunque participan cada año en todos nuestros carnavales, como fue es el caso del Robalagallina, “Servidor de Misterios”, Sergio de Jesús Rosario, “Pipí”, acompañado siempre de Ana Isa, fue un personaje único, impactante y carismático del carnaval del Distrito Nacional.
A su lado, estaba “Papá Lilo”, el Jefe Indio más trascendente e impactante de la Comparsa de “Los Indios de San Carlos”, al igual que José Aliés, el diablo de la sonrisa mágica, “César la diabla” y El Chino, Andrés Álvarez, vestido también de “diabla”, junto al legendario Jefe indio, Abelito.
En Azua aparecía siempre el “Jefe Indio Antonio” con su lanza vencedora, en Cabral Temito, médico, jefe de Las Cachúas, junto con Alfredito, sonaban sus fuetes en las calles y en el cementerio en homenaje de Moro, el Cachúa Símbolo; “Linda”, convocaba a Los Guloya para sorprender las calles de San Pedro de Macorís, al tiempo que Churchill preparaba la carroza en Dajabón para el Desfile Nacional de Carnaval y José Datt, el Robalagallina de la elegancia se colocaba su peluca roja en Montecristi.
La artista Fidelina José coincidía con Persio Checo sobre la fantasía marina del carnaval de Río San Juan, Wateryen, recorría las calles de San Cristóbal vestido de Robalagallina, mientras el maestro Felipe Abreu seguía haciendo máscaras en La Vega, Raudy, Vitico y Mochila coordinaban su participación en el carnaval de Santiago de los Caballero. Todos estos carnavaleros, trascendieron como personajes-símbolos, dejando huellas eternizadas en el corazón del pueblo.
Hoy, los artistas máximos creativos del carnaval dominicano son:
- Margarita Lorenzo, de Villa Mella, es la máximo expresión del reciclaje con obras de arte.
- En San Cristóbal, el artista más completo y de mayor calidad, con sus diablos ecológicos es Luis Rivas.
- En Baní, está el carismático de Rochi Nelson, Robalagallina de los “Misterios”, con su magia y su colorido.
- En Cotúi, Las Damiselas, es la comparsa más original y carismática del carnaval, coordinada por por Eugenia y Micaela.
- Mientras Wilmore recrea sus máscaras en Bonao, Piro Espinal recrea sus personajes únicos e impactantes en este carnaval de magia y diversidad.
- Como símbolo de artista que viven en el corazón del carnaval del Distrito Nacional, está “Chachón”, Marquito, Arquímedes y Alex Boutique.
- Bule y Cayayo, con su creatividad le dan vida a las máscaras de La Vega.
- Hamlet de La Romana es un artista impactante al igual que Romel en el carnaval del Distrito Nacional, cuyos personajes cada año son obras de arte.
- En la recreación de la herencia africana y reconocimiento de raíces e identidad, el máximo artista a nivel nacional es Juan Francisco Vásquez, (Wampa) del carnaval de Cotúi.
Sin dudas, en todos los carnavales locales, lo que más abunda son artistas sobresalientes, que le dan vida a los Alí-Babá, en Santo Domingo, Los Diablos en La Vega, las Cebras, en Nigua, las Robalagallina en Baní, las Cachúas en Cabral, los Pintaos en Barahona, los Guloyas en San Pedro de Macorís los Toros y Civiles en Montecristi, los Macaraos en Salcedo y Bonao, los Taímacaros en Puerto Plata, los Platanuses en Cotúi, los Cocoricamos y Tifúas en San juan de la Maguana, Las Marimantas en Hato , los Negros en La Joya y los Judas en Navarrete.
En cada uno de estos carnavales locales se caracterizan por su originalidad y su creatividad, donde la diversidad es su identidad, con numerosas comparsas y personajes donde sobresale el protagonismo y la creatividad de los artistas populares que nunca fueron a una academia.