Maurice Sánchez pertenece a uno de los más exigentes círculos del arte dominicano. Fotógrafo, curador, Artista visual, publicista, su obra se desenvuelve en muy variados marcos, uniéndose en una práctica continua de archivo, de registrar la vida cotidiana y sus expresiones más íntimas y profundas.

Proveniente de aquellos fríos cuartos de la publicidad pero testigo y actor de las noches más intensas de Santo Domingo desde los años 90, sus pasiones fotográficas lo han lanzado a los espacios más diversos. Desde el mundo más cercano de un Homero Pumarol, un José Cestero, para sólo hablar de dos extremos, hasta un registro de la tipografía popular, realizando en los hechos una gran labor antropológica. La magia banquera de Lolo Jackson, el primitivismo “a la dominicana” de P.G. de Dios -que llegó al mismísimo Centro Cultural de España en una descomunal exposición-, son algunos de sus descubrimientos y estudios. Su obra inicial, surgida dentro del Colectivo de Artistas “Shampoo”, ya tuvo tiempo de recorrer museos de San Juan de Puerto, Brooklyn hasta aterrizar en el Centro León. Con “Maurice Sánchez: variaciones insulares”, estamos ante una primera propuesta de situar su obra fotográfica en el país dominicano, y aún señalando sus tangentes universalizadoras.

Estamos ante una obra que le da continuidad a su celebrado libro “Flow tropical”, editado por Ediciones De a Poco (2015). Si aquí se concentra en la gráfica popular de colmados, restaurantes y negocios en espacios marginales -pero centrales de los sectores populares-, en esta nueva obra se han ampliado los registros. Maurice se enfrente al carnaval y a las marchas con sus rituales entre dantescos y carpenterianos: desde una manu militari con tintes gays, que bien pudiera remedar aquellos purgatorios del Dante, hasta el desparpajo y la bullanguera de los que tocan y se chocan en el “Concierto barroco” de Alejo Carpentier.

Maurice Sánchez es un fotógrafo tirado a la calle. Lo suyo es sacarle filo a eso que parece obvio, normal, y que sin embargo, representa el pliegue más sensible de eso que por ahora llamaremos “lo dominicano”: el concepto del placer, de los cuerpos que se van moliendo en busca “de tó”. En ese camino Sánchez va registrando los nuevos “no lugares” que han dejado en Santo Domingo los Drinks -poco después clausurados- de un Amiguito el Abusador, de esas propuestas arquitectónicas que hasta al más purista Robert Venturi le pondría los pelos de punta.

Con sus fotografías, Maurice Sánchez nos está llevando por las nuevas obsesiones constructivas de las clases medias, pobres, ex pobres y post-chopas. Si hay ciudades dominicanas transfiguradas, con pantones precisos y naturalmente más difusos que mis deseos de fin de año, esas son por las que él registrado y en “Variaciones insulares” podemos apreciar.

Pero no seguiré hablando de las bondades de esta obra. A todo color, compuesta de nueve capítulos con una breve introducción, esperamos que “Maurice Sánchez: variaciones insulares” nos permita celebrar y sufrir y compartir y pensar esta media isla que tantas veces se nos va de la mano.

Para un acercamiento mejor a la obra y pensamiento de Maurice Sánchez, los invitamos a estos conversatorios con él en el Centro Cultural de España:

“Las paredes gritan”, conversatorio con Tahira Vargas, donde conversa sobre la gráfica popular:

Junto a Thimo Pimentel y Alberto Álvarez, durante la exposición sobre la Calle El Conde:

“Maurice Sánchez: Variaciones insulares”, está disponible en todas las tiendas de Amazon:

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