En su recientemente publicado Informe Mundial sobre la Protección Social. 2020-2022, denominado “La Protección Social en la encrucijada: En busca de un futuro mejor”, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al referirse a la crisis por la pandemia de la COVID 19 y la necesidad de reformas de los sistemas de protección social, señala: ”Los países se encuentran en una encrucijada en la trayectoria de sus sistemas de protección social. Si hay un resquicio de esperanza en esta crisis, es el potente recordatorio … de la importancia crítica de invertir en protección social … Casi todos los países, independientemente de su nivel de desarrollo tienen una opción: seguir un “camino óptimo” de inversión en el refuerzo de sus sistemas de protección social o un “camino fácil” de provisión minimalista, sucumbiendo a las presiones fiscales o políticas”.
Y agrega más adelante: “Para fortalecer los sistemas de protección social y cerrar progresivamente las brechas de protección, a fin de garantizar que todas las personas estén protegidas tanto contra los impactos sistémicos como contra los riesgos ordinarios del ciclo de vida, … sería necesario dedicar más esfuerzos a construir sistemas de protección social universales, integrales, adecuados y sostenibles, incluido un piso de protección social sólido que garantice al menos un nivel básico de seguridad social para todas las personas a lo largo de sus vidas”.
Es destacable que la OIT, organismo de la ONU, ante el cual están representados los trabajadores organizados, los empleadores y los gobiernos, aboga por sistemas de protección social para toda la población, no solo para los trabajadores formales como los clásicos sistemas de formato Bismarkiano, y aboga nuevamente porque los sistemas de protección social incluyan un piso básico universal (toda la población) de protección social. Igualmente destacable, considera que la protección social debe incluir no solo la protección ante los riesgos de índole estructural, como los relacionados con el trabajo, sino también la protección ante los riesgos específicos de salud, y empobrecimiento, inherentes a cada etapa del ciclo de la vida: concepción y gestación, niñez, adolescencia, adultez, adultez mayor y vejez. En este sentido coincide con quienes, como por ejemplo la CEPAL, propician un sentido amplio de la protección social, que incluye, pero no se limita a la seguridad social, las políticas de empleo, educación, y varias otras que producen y reproducen la calidad de la vida. Por tanto, no limitado a los sistemas de seguridad social.
En este informe, la OIT considera que, si bien ha habido avances en la protección social, desde el informe anterior, no han sido suficientes, y destaca que … “solo el 46.9 % de la población mundial ha estado cubierto en al menos una protección social (indicadores 1.3.1. de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ODS); en el continente americano sería el 64.3%… La crisis de la COVID 19 ha agravado este déficit en al menos 30%, y podría revertir los avances logrados”.
Continuando, la OIT destaca que “la protección social de la niñez sigue siendo limitada”. Para hacer frente al drástico aumento de la pobreza infantil, cerrar las brechas de protección social y obtener mejores resultados… los responsables de formular políticas, deben aplicar un enfoque de sistemas integrados … que incluyan prestaciones y servicios de protección a la infancia…” .
Al referirse a la protección social de mujeres y hombres en edad laboral, destaca la necesidad de enfoques integrales que protejan la maternidad, la enfermedad, la discapacidad y el desempleo. Sobre las mujeres y hombres mayores señala que las coberturas y resultados siguen adoleciendo de cobertura y resultados. Destaca como avance que una “amplia gama de países, incluidos los de ingreso mediano bajo, han desarrollado sistema de pensiones universales, como parte de su piso de protección social. Sin embargo, señala, siguen existiendo barreras de acceso efectivo a las atenciones de salud, y en la calidad y aceptación de las mismas, así como por pagos directos exigidos.
El informe lamenta que muchas de las reformas a los sistemas de protección social se están orientando más hacia la sostenibilidad financiera y paliar los impactos negativos de la epidemia en las finanzas nacionales, que propiamente a preservar y continuar mejorando la protección social de las poblaciones. Ante esta constatación, destaca la importancia de mantener las medidas especiales de protección social, hasta tanto la epidemia haya sido realmente controlada y reducidos sus impactos sobre el empobrecimiento y deterioro familiar, al mismo tiempo que continuar mejorando los sistemas de protección social hacia la universalización y hacia garantizar un piso básico de protección social a toda la ciudadanía. Insiste que las medidas de austeridad, en el pasado, han dejado profundas cicatrices sociales, perjudicando preponderantemente a los más vulnerables; y clama porque las medidas de medidas para la recuperación económica incluyan la protección de la calidad de vida de toda la población, y sean alineadas con la recuperación y protección del empleo y de los ingresos familiares, los objetivos sanitarios, educativos, sociales y ambientales. En su enfoque, salir de la crisis requiere mayor inversión en la protección social y no lo contrario.