En vista de la petición y sugerencia de algunos lectores, hoy continuaremos profundizando sobre la identificación del síndrome de Burnout o “desgaste profesional” y sus efectos a nivel personal y organizacional.

Cuando hablamos de desgaste profesional o que un profesional está “quemado” queremos reflejar aquella persona, a la cual se ha sobrepasado su capacidad de adaptación a una situación de estrés y tensión laboral, desde el punto de vista de la psicología, es una situación de desajuste entre el trabajador y el puesto que ocupa.

El rasgo fundamental en el Burnout es el cansancio emocional o lo que es lo mismo, la sensación de no poder dar lo mejor de sí mismo a los demás en el plano profesional o perder el juicio crítico para evaluar la calidad del propio servicio profesional y de poder hacer los cambios necesarios para mejorarlos.

En los trabajos de Maslach y Jackson creadoras de la escala del síndrome de Burnout, se explica claramente que una respuesta inadecuada ante un estrés emocional puede dar lugar a la manifestación de síntomas como: Agotamiento físico y/o psicológico, una actitud fría y despersonalizada en la relación hacia los demás y un sentimiento de inadecuación a las tareas que ha de realizar.

Es posible que para protegerse de estos sentimientos negativos el sujeto trate de aislarse de los otros y muestre una actitud despectiva hacia los clientes u otros miembros del equipo o trate de culpar a otros por su bajo desempeño, frustraciones y descenso del compromiso laboral, todas estas actitudes evidenciarán los mecanismos de defensa que le ayudarán a aliviar el estrés y la tensión experimentada.

Otro rasgo esencial que se observa en quien padece de desgaste profesional es el sentimiento complejo de inadecuación personal y profesional al puesto de trabajo. Esto puede surgir al comprobar que las demandas que se le hacen como profesional, exceden su capacidad para atenderlas debidamente.

Algunos síntomas asociados al síndrome de Burnout

Psicosomáticos: Fatiga crónica, dolores de cabeza frecuentes, insomnio, hipertensión, ganancia o pérdida de peso, úlceras, dolores musculares entre otros.

Conductuales: Absentismo laboral, aumento de conductas violentas, abuso de alcohol u otras drogas, etc.

Emocionales: Distanciamiento afectivo, irritabilidad, recelos, incapacidad de concentración, deseos de abandonar el trabajo y en algunos casos ideas suicidas.

Defensivos: Negación de las emociones, atención selectiva, ironías, racionalización y desplazamientos de afectos.

Los Ambientes laborales en donde se pueden constatar signos de ¨burnout¨ son aquellas organizaciones en donde no se favorece el necesario ajuste entre las necesidades de los trabajadores y los fines de la institución, aparecen aspectos tales como falta de energía del equipo, descenso de interés por los clientes, percepción negativa de estos, absentismo alto, deseos de dejar el trabajo.

Estudios recientes señalan que el promedio de edad en donde se producen más a menudo estas manifestaciones psicológicas ante el trabajo es en la edad media de la vida adulta aproximadamente 50 a 55 años, aunque también se puede visualizar en los jóvenes recién incorporados a un nuevo empleo. Estos sujetos no suelen estar debidamente preparados para hacer frente a los conflictos que se le presentan y son más susceptibles a reacciones emocionales ante la frustración.

Como consecuencia de todo esto se produce un decremento en la calidad de los servicios que no es más que la expresión palpable de una pérdida de ilusión en la labor que se desempeña.

Para la prevención del desgaste profesional ya hemos hecho algunas recomendaciones para que los individuos puedan contrarrestar sus efectos, el primer punto sería tomar consciencia cuando el propio sujeto empieza a reaccionar psicosomáticamente y empezar con los espacios reparadores de estas emociones negativas. Por otro lado, las organizaciones tienen el reto de una correcta planificación en materia de capacitación y estrategias de reforzamiento que promuevan el bienestar entre sus empleados y colaboradores.