El pasado 16 de agosto en el gran teatro del Cibao, mientras el pueblo de Santiago era anegado por una gran tormenta -predicha, avisada- un grupo de funcionarios y seguidores del presidente ejecutaban un espectáculo organizado por expertos en marketing.

No fue un acto político, fue un show. Todos los funcionarios uniformados de blanco, con aplausos absurdamente coreografiados, únicamente superado por los actos para Kim Jong-un. Y no es la primera vez que meten la pata tan honda, ya al inicio del gobierno pusieron al presidente de ridículo con un acto semejante presentando una marca país que había sido robada a un autor ruso.

Ese día la política estaba a pocos metros de ese acto, en los barrios y calles de Santiago, espantados sus moradores por los ríos de agua que destruyeron sus enseres domésticos e incluso derribó parte de una pared en el centro de la ciudad, pero ahí no estaba el presidente, ni sus funcionarios, que seguro salieron secos de esa actividad en sus vehículos, sin mirar atrás, ellos estaban en la chercha del marketing.

El marketing lleva al presidente a anunciar el desmonte de los aumentos de las facturas eléctricas, pero la política debía llevarlo a hacer efectivo ese anuncio, porque las EDES no lo hacen.

Sea legal o no, políticamente hablando luce impotente un presidente que renunció a su salario mientras funcionarios designados por él se lo aumentan incluso superando el millón mensual. Más grave con la inflación -que es un factor externo- y que se traga los ingresos de la clase baja y media.

Hasta su nuevo Ministro de Educación -que fue una escogencia brillante- reconoce que el anterior echó al zafacón miles de millones de pesos. Y quedan otros ministros que la sociedad demanda su cambio por su pobre desempeño en los primeros dos años.

La política debió llevar al PRM a la escogencia de su liderazgo mediante elecciones abiertas y no convocando a unas decenas de empleados del Estado para confirmar lo que tenían ya planeado. Eso se pagará caro en las próximas elecciones, recuerden al PLD que hizo cosas semejantes.

Un gobierno se consolida con acciones políticas en el seno del pueblo, no con propaganda comercial que únicamente beneficia a los que cobran por armar tramoyas bonitas, pero inútiles. Queda tiempo para que el gobierno actual cambie de ruta y se meta de lleno en política, es decir, en volver al pueblo, protagonista de los cambios y las soluciones.