Soy un paseante habitual del Parque de las Praderas desde hace ya treinta años y por lo tanto una persona bien temeraria que se ha jugado y aún se juega, si no la vida, sí integridad de las piernas, los tobillos, los brazos, y hasta la cabeza. Y lo recorro por todos sus caminos y recovecos hasta completar varios kilómetros y he tenido más caídas que el desaparecido ídolo de la lucha libre Jack Veneno en sus cientos de combates incluidos los que tuvo con ¨la gallina¨ su eterno rival de aquellos tiempos, Relámpago Hernández.

Tal vez exagere un poco, pero en ese parque he aterrizado contra mi voluntad de lado, de frente, de espaldas y hasta mi cabeza ha dado contra su traicionero y duro suelo. Al respecto suelo decir que poseo una licenciatura en caídas y no es para menos. Tengo las rodillas con varias y hermosas cicatrices ya a modo de imborrable testimonio y he recibido buenos golpes en los brazos, codos y sobre todo en las manos al tratar de frenar esos descensos involuntarios a tierra sin paracaídas.

Ustedes dirán ¡pero que torpe es este señor que desafía la gravedad a cada momento! Y tienen buena parte de razón porque a dos tiros de piedra de los ochenta otoños voy perdiendo el equilibrio y por eso me ayudo de un bastón que al parecer no basta por lo malo, pésimo, y horrible que está el camino del parque absolutamente lleno de hoyos, totumas, grietas, irregularidades y un suelo ¿? desprovisto de la capa superior de asfalto que hace siglos tuvo y que muestra sus afilados dientes de gravilla esperando clavarse en la carne de la víctimas que llegan hasta ellos. Además la falta de iluminación vespertina y nocturna agrava aún más la situación.

Hace un par de años bachearon algunos pequeños tramos pero eso, parches que desaparecen con las lluvias y no resuelven. Somos así ¨chapuceros¨ y así somos de improvisados, solo hay que ver las calles de la capital después de la pasada y copiosa tormenta todas llenas de cráteres lunares que dejan al desnudo unos malos trabajos municipales y de obras públicas que tardarán siglos en mal repararse de nuevo.

Y no solo soy yo el único ¨caído¨, mi amigo M. que paseaba conmigo reopezó en un hoyo y se hizo otro bastante profundo en la rodilla que entre médico y medicinas le costó cerca de los 20.000 lágrimas. Ayer me encontré con una paseante amiga, A. que tenía el brazo en cabestrillo, le pregunté cómo pasó y lo mismo: cayó en otra trampa cerca del ¨gazebo¨ del parque, se dobló un pierna de tan mala manera que días después cojea y aún no puede ponerla bien y de triste ñapa tuvo dos fracturas en un brazo, y no puede reclamar daños y perjuicios a nadie.

En otra ocasión fui testigo de un joven haciendo el footing se tropezó con una joroba casi de camello y el 911 tuvo que llevárselo a una clínica. No llevo la cuenta a rajatabla pero han habido bastantes accidentes más, sobre todo entre las personas mayores. Muchas de ellas me han dicho que no salen a caminar por puro temor a tener que marcharse en una ambulancia.

Por mi parte tengo que decirles que por suerte aún no me he roto ningún hueso pero la suerte tiene la mala suerte de dejar de ser suerte un día u otro y temo por mi clavícula, mi húmero, mi cúbito, mi radio, mi fémur, mi tibia, mi peroné, mi rótula, mi tobillo y hasta mi coxis, el hueso que está ahí, justo en el trasero.

Y les diré otra cosa fascinante en el último mes y medio me ha caído ¡tres veces! ¡tres veces! con bastón incluido. Todas llegando a mi casa en un lugar totalmente oscuro lleno de numerosas trampas de ¨cazaviejos persistentes¨. De esas caídas tengo como recuerdos un notable ¨sobrehueso¨ ya permanente en la tibia derecha que no se rompió de puro milagro, dos simpáticas y gráficas cicatrices a la altura de las rodillas, y un poco más abajo una hermosa herida muy reciente en carne viva como se dice, en proceso de cicatrización. Ya he conseguido el doctorado en caídas, un buen grado atlético- geriátrico.

Si estuviera en Alemania, por ejemplo, suponiendo que existieran unos caminos así de peligrosos, viviría a cuerpo de rey por las demandas millonarias que les habría ganado al Ayuntamiento, pero aquí en los Desayuntamientos que padecemos las únicas demandas son las llamadas a las farmacias pidiendo desinfectantes, vendas y curitas para tratar los golpes y heridas.

Hace unas semanas anunciaron una reforma del parque entre en Ayuntamiento y el Banco Popular que incluyen canchas, bancos, áreas de recreo y otros esparcimientos, esperemos que la reparación de las vías y su mantenimiento periódico esté también en el programa.

¿Qué porqué sigo y seguiré caminado en esas peligrosas expediciones teóricamente beneficiosas para la salud expuesto a quedar inválido, tullido o tontuñeco? Ustedes no saben lo insistente, persistente, empecinado, tozudo, terco, recalcitrante, pertinaz, incorregible, obstinado, implacable y férreo que puede ser un señor nacido en Catalunya y forjado a golpes del sol quemante, arroz y sancocho dominicanos durante medio siglo. Jack Veneno creo que tú y yo hubiéramos hecho una buena pareja, ¡caídas a nosotros! jajajajajajaja