La artes plásticas en la República Dominicana se remontan a la época taina con las famosas pictografías que aún se conservan en cuevas que son partes de nuestro patrimonio cultural, y a través de las pinturas y esculturas de carácter religioso traídas desde España por los colonizadores así como de las influencias de otros países; pero el auge de las artes plásticas se consolida con la fundación de la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), año 1942, hoy, Escuela Nacional de Artes Visuales (ENAV), institución que conto en ese entonces con la experiencia de los artistas que vinieron del exilio republicano español, quienes ingresaron a modo de docentes y coordinadores.

En ese momento se forjó una pléyade artística que contribuyó a seguir impulsando y formando en el ámbito académico con la fundación del pasado Departamento de Artes de la Facultad de Humanidades UASD, año 1970; la Escuela de Diseño Altos de Chavón, 1983; el Decanato de Artes y Comunicación de la universidad APEC a través de su carrera de Publicidad, 1984 y la reinstalación de la Facultad de Artes UASD, 2000. De todas estas instituciones educativas mencionadas provienen renombrados maestros y artistas de las artes visuales que han expuesto sus obras en museos y galerías de arte tanto nacional como internacional.

Después de comentar esta breve retrospectiva para concatenar y entrar en lo que respecta a las exposiciones individuales y colectivas que se han realizado y/o realizan los artistas plásticos locales para importantizar, incentivar y coadyuvar el mercado del arte; podemos decir que se han convertido en una sucesión efusiva por la presencia que han experimentado las artes plásticas en el avance de la susceptibilidad, el sentimiento, el deleite, la creatividad, y las aficiones de carácter espiritual, académicas, lúdicas y culturales de la colectividad dominicana.

En ese tenor, el autor Alberto Lara preocupado por la falta de un material didáctico que aborde el punto de vista mercadológico de las obras de artes, concibe su producción literaria en una minuciosa investigación que procura definir los factores que se involucran en el quehacer de la denominada “economía naranja” la cual se encarga de agrupar y valorar los beneficios derivados de las actividades culturales y artísticas generando a su vez un mercado que aumenta la capacidad de compra de la población interesada y acelera la movilidad social.  Este concepto salió a la luz pública a través de la puesta en circulación del libro titulado “La Economía Naranja: una oportunidad infinita” autoría de Felipe Buitrago e Iván Duque, durante una conferencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), año 2013.

En este contexto, se crea una estructura investigativa en los seis temas descritos por él, en los que se observan los diferentes elementos que provocan la relación lógica de obras-precios, así como de los principales actores que participan en el proceso, y esto es logrado mediante un arduo trabajo de campo y de consultas bibliográficas de gran valor que convierten la obra en un marco de referencia idóneo para las presentes y futuras generaciones.

Estas consideraciones nos lleva a expresar que el mercadeo de las obras de arte precisa de una dialéctica que logre astringir a quienes se comprometen a continuar un ordenamiento que tiene su origen en las diversas actividades de creación y colocación de una determinada obra artística en el mercado y la investigación, a sabiendas de que esto conlleva a la plena satisfacción tanto para el artista como para el adquiriente de la producción pictórica.

Por todo lo antes expuesto, colaboré junto a destacadas personalidades del ámbito mercadológico, artístico y cultural, asesorando en el proceso creativo de la presente obra, y doy testimonio del esmero de Lara Abreu para poder concebir un libro enriquecedor que servirá como material de consulta en lo que respecta al marketing de las artes plásticas.