En el 2011 Núñez publica “Peña Batlle historia e ideología: un combate encarnizado”, aquí se presenta como un agudo crítico de la historiografía dominicana: “en la historiografía dominicana” existe la tradición de convertirla en “un tribunal”, este tribunal está repleto de “ideólogos” cuya “misión ideológica” la ejecutan con mentalidad de clérigos”; con “esa visión manipula los hechos, los valores, el conocimiento para reducirlos a la servidumbre de una causa determinista y que supone tener el monopolio de la verdad”, a los encargados de llevar a cabo la “misión ideológica” “no les interesa conocer, descubrir, explicar, argumentar sino salvar la doctrina. Examinan el mundo con mentalidad de clérigos; repiten doctrinales abstractos; suplantan las realidades con utopías y sociedades imaginarias; sus ideas no pueden rebatirse. No tienen que demostrar con datos lo que proclaman ni someter a examen lo que dicen”. Esta historiografía tiene un rasgo distintivo, se trata de un “procedimiento expeditivo”: “se hace depender la historiografía de un porvenir al cual se halla encadenada. Se proyecta en el pasado el porvenir deseado. Se despoja al hombre de su esencial libertad”.

 

A los “ideólogos” de esa historiografía los acusa de “manipular los hechos, los valores, el conocimiento para rendirlos a la servidumbre de una causa determinista” / “A los ideólogos no les interesa conocer, descubrir, explicar, argumentar sino salvar la doctrina”; esos ideólogos: “Examinan el mundo con mentalidad de clérigos; repiten doctrinales abstractos; suplantan las realidades con utopías y sociedades imaginarias; sus ideas no pueden rebatirse. No tienen que demostrar con datos lo que proclaman ni someter a examen lo que dicen”; suponen “tener el monopolio de la verdad” y sus funciones son “condenar lo que existe en nombre de lo que no existe” y “el linchamiento moral”.

 

¿Quiénes son los exponentes de esa historiografía dominicana? Núñez sólo los identifica como marxistas, identifica a uno de ellos: Juan I. Jimenes Grullón, al que perfila como un intelectual que siempre libraba “un combate encarnizado” a “las ideas de sus adversarios” / “Se le conocía más por las ideas que detestaba, que por las escasas proposiciones que hacía”; por: “Poner a los intelectuales en la picota, someterlos a un paredón moral y sepultar sus reputaciones” y sucede que “algunos (…) asumieron vicariamente sus mismos odios y enemistades”. Pero sabemos que en ese grupo están Roberto Cassá, Franklin J. Franco y Emilio Cordero Michell.

 

Argucia No. 2. La clasificación de los intelectuales durante la Era del Jefe, para clasificar a los intelectuales Núñez parte de que durante el régimen de Trujillo los intelectuales “quedaron atrapados en el totalitarismo” y que “la servidumbre al régimen tuvo sus particularismos”, desde esta perspectiva  distingue tres grupos de intelectuales al servicio de Trujillo, el primero formado por “funcionarios que ejercieron sus funciones con probidad”: “Algunos le sirvieron como funcionarios y ejercieron sus funciones con probidad como don Víctor Garrido, Ramón Emilio Jiménez, Manuel A. Peña Batlle, Julio Ortega Frier”.

 

El segundo grupo lo integran aquellos que se dedicaron a “la defensa moral del régimen”: “Otros se dedicaron a la defensa moral del régimen como Francisco Prats Ramírez, Tomás Hernández Franco, Rafael Vidal Torres, Joaquín Balaguer”. Y, el tercer grupo lo forman los intelectuales que “se dedicaron a las labores de denuncia de los desafectos”, destacan “casi todo el servicio diplomático de Trujillo”.

En un texto posterior los clasifica en función de “los papeles que desempeñaron los intelectuales” durante la Era del Jefe: “los propagandistas”, “los expertos y los administradores” y “los salomones / el Consejo de Sabios”. De acuerdo a esta clasificación el ‘santito’ de Peña Batlle está entre los funcionarios que “ejercieron sus funciones con probidad”, ellos nada tuvieron ver con el crimen, el terror, actos de barbarie y el robo del erario.

 

Argucia No.3: Tiene que ver con la integración de Peña Batlle al trujillismo: ¿Cuándo, ¿Cómo y Por qué se produjo la integración de Peña Batlle al trujillismo? Con Almoina se inicia la leyenda de la incorporación tardía y forzada de Peña Batlle al trujillismo. Robert Crassweller, por su parte, afirma que Peña Batlle: “Estaba afiliado al Partido Dominicano, dado que, como abogado, tenía que estarlo por una nueva razón de supervivencia”.

 

Según Robert Crassweller: “Durante la década del treinta Peña Batlle se destacó por su oposición a Trujillo. Su hostilidad fue una cuestión de principios razonados”, fue una “emocional opositor” que “de vez en cuando se veía en la necesidad de pronunciar algún discurso a favor del régimen, pero todos conocían sus verdaderas opiniones”, pero “hacia finales de la década (…) las presiones de Trujillo ejercidas sobre este intelectual y opositor emocional se habían vuelto intolerables. Las amenazas, las insinuaciones, las influencias de toda especie terminaron por doblegar el ánimo de Peña Batlle (…) se decidió a entrar en el gobierno”.

 

Crassweller agrega que la personalidad de Peña Batlle fue un factor explicativo de su integración a la tiranía: “desde el punto de vista sicológico era más complejo que cualquier otro de los colaboradores de Trujillo” / “Aún más característico (…) era la apasionada índole de sus alegatos (…) Sostenía sus opiniones de manera drástica. Todos sus sentimientos eran sentimientos in excelsis”. Esa personalidad bien estructurada cuando asume su nuevo creso trujillista: “Su temperamento le forzó a defender las nuevas opiniones con el mismo ardor con que había defendido las antiguas”.

 

A partir de estas dos fuentes se generan tres leyendas para explicar la integración de Peña Batlle a la tiranía trujillista: la leyenda de la integración tardía, la leyenda de la integración compulsiva, y, la leyenda de la lista negra. Roberto Cassá afirma que “se integró tardíamente al régimen”, hoy Bernardo vega es el padrino de la leyenda de la integración tardía de Peña Batlle al trujillismo. En Vega esta leyenda consta de dos partes, la primera es la afirmación de que en los primeros once años de la dictadura (1930-41) Peña Batlle no colaboró con Trujillo, que vivió un “Exilio Interno” que fue “un paria político y social” / “Peña Batlle había sido un discreto opositor al régimen trujillista hasta su discurso de septiembre de 1941” / “Entre 1930 y 1941 fue hostil a Trujillo” / “un discreto opositor a Trujillo hasta 1942” / “estuvo 11 años abajo, en valiente actitud anti trujillista” / “Marginado por la satrapía se refugió en la Casa Vicini para poder sobrevivir económicamente”. Este fue “su período antitrujillista”; en el que hasta “fue perseguido y encarcelado” pero que “se doblega”: “solo después que Trujillo ha estado en el poder once largos años”.

 

La segunda parte de la leyenda de la integración tardía del “el gran ideólogo de la dictadura” tiene que ver con la fecha, Bernardo Vega afirma: “En 1941, teniendo 39 años de edad, claudica ante Trujillo y acepta colaborar con el régimen y es nombrado Diputado” / “En septiembre de 1941, después de más de once años en oposición pasiva al régimen de Trujillo, Peña Batlle, uno de los pocos que mantenían esa actitud, claudicó y decidió servir a Trujillo” / “A principios del decenio de los años 40 se incorporó al gobierno de Trujillo convirtiéndose rápidamente en su principal ideólogo, enfatizando la defensa de la hispanidad y la religión católica, al tiempo que imbuía al régimen de una filosofía anti haitiana y racista. Rápidamente llegó a ostentar posiciones claves en el gabinete dominicano. Su filosofía política propulsó la idea de la “dominicanización” de la frontera” / “fue sólo hacia fines de 1941 cuando Peña Batlle, considerado como uno de los principales intelectuales en oposición al régimen de Trujillo, pasaría a ocupar una posición importante en el régimen” / “En septiembre de 1941, después de más de once años en oposición pasiva al régimen de Trujillo, Peña Batlle, uno de los pocos que mantenían esa actitud, claudicó y decidió servir a Trujillo” / "Peña Batlle quien había sido un discreto anti trujillista a partir de 1930, claudicó a partir de septiembre de 1941, pasando a ser un fuerte defensor de Trujillo”. Bernardo Vega insiste en que para 1932 Peña Batlle era enemigo del régimen de Trujillo “al cual solo se incorporaría diez años después”.

 

Joaquín Balaguer indica que en 1941 Peña Batlle ingresó al séquito  “de los más íntimos colaboradores de Trujillo”, ofrece una versión de las posibles razones que explicarían la integración de Peña Batlle al régimen de Trujillo: “sea por decepción y cansancio sea porque le atrajeron determinadas facetas de la figura de Trujillo, o sea, en fin, por la tendencia del dictador a exaltar en el pueblo dominicano los valores de la hispanidad, juntamente con el repudio a la influencia ejercido por Haití sobre muchos aspectos de la vida nacional”. Para Franklin Franco la etapa trujillista de Peña Batlle se inicia en 1941, momento en que ingresa a la dictadura y desde entonces se convierte “en su principal sostén ideológico (…) abandona por completo sus concepciones de juventud, para abrazar ideales fascistoides, y, por la tanto, profundamente racistas e hispanistas”. Rápidamente se convierte en el mentor teórico de la dictadura y “no tardará en convertirse en el paladín del pensamiento histórico reaccionario de entonces”. Algunos sostienen que fue en 1942 cuando Peña Batlle ingresó a las filas del trujillismo, Danilo P. Clime: “En el año de 1942 Peña Batlle claudica, de opositor a Trujillo pasa a ser un activo colaborador”.

 

Euclides Gutiérrez Félix sostiene que Peña Batlle está entre los pocos colaboradores de Trujillo que ingresa al régimen “muchos años después de la toma del poder”. A la leyenda de la integración tardía hay que anotarle que Peña Batlle tempranamente asume funciones oficiales en el régimen de Trujillo: “al tumbar Trujillo a Horacio Vásquez en febrero de 1930, renunció de la comisión, pero poco después fue convencido de continuar en la misma, dado el carácter apolítico del cargo, pues durante los primeros once años del régimen de Trujillo, Peña Batlle no colaboró políticamente con el mismo”.

 

La leyenda de la integración compulsiva, esto es, que mediante el uso de la fuerza Peña Batlle fue obligado a colaborar con Trujillo, Bernardo Vega, sin presentar documentación, afirma que Peña Batlle “fue perseguido y encarcelado”, que Peña Batlle “es una figura trágica de la intelectualidad dominicana que por presión tuvo que doblegarse a Trujillo cuando este necesitaba alguien que criticara a los haitianos por un problema personal con Elie Lescot, presidente de Haití”. Frank Moya Pons considera que Peña Batlle fue un “político por obligación”.

 

Referencias:

Joaquín Balaguer (2000), Memorias de un Cortesano.

Roberto Cassá (1990), Integración de los intelectuales al Estado y sus consecuencias.

Roberto Cassá (1993), Historiografía de la República Dominicana.

Roberto Cassá (2011), La dictadura de Trujillo.

Danilo P. Clime (2006), Manuel Arturo Peña Batlle o en Búsqueda de la Hispanoamérica Posible.

Robert Crassweller (1968), La trágica aventura del poder personal.

Franklin Franco (2001), El Pensamiento Dominicano 1780-1940.

Raymundo González (1994), Peña Batlle y su concepto de nación dominicana.

Euclides Gutiérrez Félix (2008), Trujillo: Monarca sin Corona.

Rafael D. Herrera (2004), La era de los caudillos en la República Dominicana.

Frank Moya Pons (2009), Historiadores y Patriotas.

Bernardo Vega (1987), Un Interludio de Tolerancia.

Bernardo Vega (1988), Trujillo y Haití. Vol. I.

Bernardo Vega (1988), Algo sobre la vida de Manuel Arturo Peña Batlle. Listín Diario. 24/12/1988.

Bernardo Vega (1991), El Peña Batlle sobre el cual no se escribe.

Bernardo Vega (1996) Manuel Arturo Peña Batlle Previo a la Dictadura: La Etapa Liberal.

Bernardo Vega (1996), Los seis años de silencio total y la posterior claudicación de Peña Batlle (1936-1941).

Bernardo Vega (2005), El anti-haitianismo como instrumento. El Caribe. 19/09/2005

Bernardo Vega (2007), Trujillo y Haití. Vol. III.

Bernardo Vega (2009), La justificación intelectual de la dictadura.

Bernardo Vega (2014), Trujillo critica a Pedro Henríquez Ureña. AREÍTO. 22/11/2014

Bernardo Vega (2016), Peña Batlle, un merecido honor. HOY. 26/8/2016.