La música se ha convertido en la fuente de felicidad de un gran número de internautas, pero más que todo de la gente que ha encontrado en ella, una nueva forma de ver las cosas y “sentir el mundo”, como decía el escritor mexicano Octavio Paz (El arco y la Lira), “sentirnos uno con el mundo que nos rodea”. En sentido estricto, no importa si tu líder es Dave Gahan o Los Beatles.
Uno tiene claro que el asunto de la edad viene a jugar un papel determinante en esto, porque no es lo mismo, como mercado, un señor que oiga al trío Los Panchos, que una jovencita que oiga a The Weekend. The Weekend? Sí, The Weekend.
Un detalle interesante: la plataforma mundial de ventas, Amazon, está ofreciendo con cada día, millones y millones de canciones en su plataforma musical. Uno no tiene sino que quitarse el sombrero ante Bezos y su grupo: un equipo que mantiene una página intuitiva, con un formato amigable.
Por ejemplo, tengo la sospecha de que el empresario Elon Musk tiene mucha razón cuando dice que uno de los problemas más importantes que ocurren en los procesos de producción, es cuando se inventan procesos que no llevan a nada. Musk es partidario de que hay que eliminarlos. Tengo la impresión de que por ahí andan un montón de procesos que complican el asunto antes que simplificarlo: me refiero a páginas web y aplicaciones. Por ejemplo, tenía meses que no entraba en Facebook. Cuando entré recién, me di cuenta que habían complicado el asunto, y fue temor mío pensar que todo esto se convirtiera en un monigote de mil cabezas.
En términos económicos y productivos, lo que dice Musk, que no es santo de mi devoción, tiene una verdad axiomática: muchos ingenieros se meten a redactores y producen paginas supercomplicadísimas. Cuando entras no se sabe lo que vas a hacer, donde los temas de finalidad terminan como si fueran una hidra de mil cabezas. Las mejores aplicaciones, en este mundo, terminan siendo las que mantienen las cosas simples, tal es el caso de Twitter (con ingenieros como los queremos yo y Musk: simplificadores). Ahora caigo en cuenta que Musk compró la red social, o está en ello, quizá atraído por esa simplicidad que no tenemos en otras páginas. Bien por él.
Hace años, tuve la oportunidad de presenciar cómo se hacían los pantalones de una zona franca dominicana. Los pantalones eran de una marca reconocidísima en todas partes del mundo: Dockers, Levis. Cada semana, era cierto que una señora venia de Puerto Rico, tierra de belleza sinigual, a monitorear la calidad. Como ocurre cuando se quiere tener el mayor control posible de las variables, se utiliza el azar. Esta señora abría las cajas más escondidas, sacaba las piezas y las colocaba en una mesa para inspeccionarlas. Uno se pregunta si un montón de empresas dominicanas, sigue estos controles y la respuesta es sí, los siguen.
Alguno podrá decir con mucha razón, que hay jurisprudencia sobre la complicación de los procesos de compra en las empresas estatales, o privadas, que terminan en complicaciones que, a su vez terminan en otros líos mayores como algunos podrán inteligir que ha sucedido con algunos casos de corrupción. Por eso, es juicioso de parte de los nuevos administradores de la cosa pública, que los procesos se entiendan y que se evite esa intención de ser una hidra de mil cabezas. Lo digo no tanto por lo que se ha detectado aquí, sino también en otros lados de América Latina. Aunque algunos procesos son simples, otros son más complejos, como determinan de manera clara los abogados encargados de leer expedientes y de analizar los procesos. Como en otros casos, solo hay que ver lo que han descubierto los periodistas con el caso de WikiLeaks, Panamá Papers, para no mencionar a otros. Es sabida la vieja situación de que hay expedientes en la justicia que tienen miles y miles de páginas, cosa que parece increíble al neófito.
Ahora volvamos a la música.
En algunos bares, hay un montón de música que no le dice mucho a uno, pero que tiene su mercado (como dirían algunos). No se sabe cuál es la música que pondría un cineasta a una película de un montón de haitianos. La frontera es una preciosura mirarla: ves cómo llegan los haitianos sin necesidad de que le pongan una música de Martelly, el llamado Kompás. Hay que ser isleño, por eso lo he traído a colación. Para lúcidos antropólogos, una investigación interesante tiene que ver con lo que se oye del otro lado de la isla. En su visita de hace algunos años, una Kelly Craft saluda a uno de los haitianos más importantes, con las cámaras en acción. La música que se oye detrás no tiene que ser un merengue.
En términos generales, se tiene que tener en cuenta algo: lo que oyen allá puede ser que mueva los sentimientos de todo un país, por lo que algunos recomendaríamos algo que le pedimos casi a diario a la asistente de Google, un aparatito que nos regalaron: Federico Chopin.