Al cumplirse, el próximo 28 de noviembre, el 61 aniversario del alzamiento guerrillero del 14 de Junio en las montañas, el presente relato de Raúl Pérez Péña (Bacho) aborda la trascendencia de Manolo Tavárez y el momento histórico que hizo su liderazgo. Por su extraordinario valor pedagógico para las presentes generaciones, ponemos nuevamente a la disposición del público de hoy este escrito de 1993 lleno de sentimientos, didáctica y futuro.

Manolo Tavárez, más allá de Las Manaclas*

(Publicado originalmente el 28 de noviembre de 1993, en la sección “Peña Semanal” del Listín Diario). Raúl Pérez Peña (Bacho)

El domingo 28 de noviembre se cumplen exactamente 30 años del alzamiento armado protagonizado por el Movimiento Revolucio­nario 14 de Junio, con Manolo Tavárez a la cabeza, como respuesta al golpe de Estado militar del 25 de septiembre del mismo año, que derrocó el gobierno constitucional de Juan Bosch, en ese tiempo líder del PRD.

30 años hace una generación, cosa que im­pone el recuento.

Pero la historia no es fácil de contar cuando se vive el mismo período histórico de los acontecimientos, lo que supone mantener laten­tes los parámetros sociales y políticos, marco que hace inevitable tocar intereses, aún bajo el enfoque periodístico.

Para hacer énfasis en el carácter testimo­nial de este trabajo, debo recordar que quien escribe participó en aquel levantamiento ar­mado, específicamente en el frente Gregorio Luperón, comandado por el doctor Juan Mi­guel Román, caído en la Guerra de Abril, en 1965, conjuntamente con el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, inspirador del movimiento constitucionalista y con otros combatientes.

Antecedentes históricos

Para el conocimiento de los más jóvenes, el Movimiento 14 de Junio fue bautizado con ese nombre, en homenaje a los mártires que vinieron al país el 14 de Junio de 1959, por Constanza, Maimón y Estero Hondo, procedentes de Cuba, buscando derrocar la sangrienta tiranía de Rafael L. Trujillo, que, apoyada en el terror, se prolongó durante tres décadas.

Desaparecido Trujillo el 30 de mayo de 1961, se inició el proceso denominado “contra los rema­nentes de la tiranía”, mientras el Movimiento 14 de Junio salía de la clandestinidad, saliendo de las cárceles muchos de sus dirigentes, incluido su in­discutible líder, Manolo Tavárez.

La esposa de Manolo fue Minerva Mirabal, quien junto a sus hermanas Patria y María Teresa, fueron víctimas de uno de los más horrendos crí­menes del trujillato.

La salida del 14 de Junio a la luz pública, lo proyectó en términos masivos en todo el territorio nacional, con Comités provinciales y municipales lidereados casi siempre por ex-presos políticos, que habían luchado en la clandestinidad antitrujillista.

Simultáneamente emergió la Unión Cívica Na­cional, integrada también por anti-trujillistas, bajo el liderazgo del doctor Viriato Fiallo, un médico de una trayectoria irreconciliable con el trujillismo.

El Partido Revolucionario Dominicano, proce­dente del exilio, se instaló en el país, bajo la con­signa de “borrón y cuenta nueva”, considerada “muy política” por los dirigentes del partido blan­co, señalada por críticos como una alfombra al trujillismo, con su mensaje conciliatorio.

El doctor Joaquín Balaguer, puesto por Trujillo para figurar como presidente de la República en las postrimerías de la dictadura, había abandona­do el país en el incidentado período vivido desde el 30 de Mayo.

Gobernaba el polémico Consejo de Estado cuan­do se organizaron las primeras elecciones genera­les después de Trujillo, el 20 de diciembre de 1962, resultando triunfante el candidato del PRD, el profesor Juan Bosch.

Este primer gobierno constitucional fue jura­mentado el 27 de Febrero de 1963, cuando de seguro ya estaba en ciernes la conspiración que habría de culminar con su derrocamiento siete meses después.

Piedra de toque: Constitución del 1963

Los jóvenes del presente deben volver la cara hacia esa crucial etapa del acontecer político do­minicano, para que puedan comprender el ajedrez de intereses que se activó entonces, con los móvi­les de cada paso y cada pieza. La conocida Constitución del 1963 resultó ser el signo mortal de los conspiradores contra el gobier­no de Bosch.

Los derechos consagrados en dicha carta magna para la ciudadanía no estaban en los altares de determinados segmentos sociales y políticos del país, que se movilizaron en distintos sentidos para frustrar el primer proyecto democrático post “Era de Trujillo”.

Con el correr de las semanas, la tensión crecía y las fuerzas se polarizaban. Entretanto, el 14 de Junio, que era opositor al gobierno perredeísta, levantó sin embargo la ban­dera en defensa de la constitucionalidad.

Fue un período de muchas expectativas en la gente sobre lo que podría acontecer a resultas de la tensión política. Este ambiente demandó la precisión de las pos­turas públicas de cada ente social en República Dominicana.

Manolo Tavárez ya era un verdadero líder polí­tico nacional. Su historial en la clandestinidad y en la cárcel, y su coherencia política se sumaron a su madera carismática, para proyectarse como el catalizador de los bríos de la joven organización política de la enseña verdinegra.

Quien escribe, además del origen montecristeño, tuvo la oportunidad de tratar muy de cerca a Ma­nolo Tavárez en su cotidianidad política. Sereno en los momentos más difíciles, siempre mirando más allá del entorno, Manolo siempre mantuvo la confianza en sus compañeros del 14 de Junio de que le otorgaran el turno de la llamada última palabra.

Si alguien de las filas del 14 de Junio, después de Manolo, puede ser señalado como influyente en la corta historia de la organización, entre los nom­bres a citar estarán el de Hipólito Rodríguez Sán­chez, Polo, lo mismo que Juan Miguel Román, Sostenes Peña Jáquez, Fidelio Despradel y otros.

Nunca me cansaré de evocar aquel fenómeno, si se quiere psicológico, que se daba entre Manolo Tavárez y Polo Rodríguez. Polo era el dirigente de mayor preparación teóri­ca, con una singular firmeza ideológica, y una capacidad de trabajo que no tenía comparación en las filas del negro-luto y verde-esperanza. Polo era un verdadero “hombre fuerte” en el partido del Conde esquina Hostos. A mucha hon­ra, tuve también la oportunidad de tratar muy de cerca a Polo Rodríguez en la militancia catorcista.

Por ese conocimiento cercano de Polo y de Ma­nolo, y de la comunicación permanente entre am­bos, me tocó con cierta frecuencia exponer ideas o planes a Polo sobre cosas que desde mi nivel veía como oportunas o necesarias en el movimiento o hacia afuera, encontrando siempre de Polo res­puestas como ésta: “A mí me parece bien, pero habría que ver qué dice Manolo de eso”. Es decir, con todo y su bien ganado espacio en la dirección del 14 de Junio, Polo Rodríguez tenía en Manolo a su gran jefe político, al cual le tocaba decidir. Un Manolo que, a su vez, siempre estaba presto a escuchar.

La decisión de ir a las escarpadas montañas de Quisqueya

Cuando se veía venir la precipitación de la tra­ma contra el gobierno de Juan Bosch, ante una multitudinaria manifestación política en el parque Independencia, precisamente en conmemoración del 4to. aniversario de las expediciones de junio de 1959, Manolo Tavárez expuso ante el país la posi­ción del Movimiento 14 de Junio sobre los apres­tos de los sectores más conservadores de nuestra sociedad para quebrar el experimento democrático del gobierno de Juan Bosch, mediante un golpe de Estado.

Fue en esa concentración que Manolo dijo lo siguiente: “Óiganlo bien señores de la reacción, si imposibilitan la lucha pacífica del pueblo, el 14 de Junio sabe muy bien donde están las escarpadas montañas de Quisqueya, y a ellas iremos, siguien­do el ejemplo y para realizar la obra de los héroes de Junio de 1959, y en ellas mantendremos encen­didas la antorcha de la libertad, de la justicia, el espíritu de la revolución, porque entonces no nos quedará otra alternativa que la de libertad o muerte”.

Leído con detenimiento las versiones de que a “Manolo lo llevaron a las montañas” carecen de todo fundamento. Había en Manolo, como en todo el 14 de Junio, una concepción de la lucha política, propia de la época y del continente, en la que el cierre de los caminos de lucha pacífica imponía el camino de la respuesta armada a una juventud depositaría de los más preciados ideales de libertad y justicia social.

El alzamiento armado del 14 de junio, se produ­jo el 28 de noviembre, dos meses después del golpe de Estado militar al gobierno constitucional de Juan Bosch.

La historia de ese golpe de Estado tampoco es bien conocida por nuestra juventud. Como se desco­noce la atropellante conducta de los que asumie­ron el poder tras el golpe y meses sucesivos.

Todo este transcurrir elevó la dimensión de un Manolo que había sido consecuente en sus pala­bras y su práctica política, al frente del Movimien­to 14 de Junio.

Tras 30 años de aquellos acontecimientos, im­posible de relatar en el breve espacio de una edi­ción de un diario, adquiere un carácter de aporte a las nuevas generaciones, decir, aún en pocas pala­bras, quiénes fueron sus principales protagonistas de los más trascendentales episodios.

A Manolo y sus compañeros caídos en Las Ma­nadas y los otros cinco frentes guerrilleros organi­zados por el 14 de Junio, no se les puede medir por los resultados físicos del levantamiento armado del 28 de noviembre de 1963. La dimensión de Manolo va más allá de Las Manadas, frondosa vegetación que testimoniara para la posteridad el trágico final de corta vida de 33 años.

La dimensión de Manolo Tavárez está en su condición del más regio líder surgido del pueblo dominicano en las últimas décadas. Su dimensión está en la calidad humana y en el Norte de espe­ranzas reivindicadoras que significó su liderazgo. Por eso, Manolo Tavárez estará siempre más allá de Las Manadas.

Relación de los dirigentes del Movi­miento 14 de Junio, caídos en los seis frentes guerrilleros, alzados el 28 de noviembre del 1963: Tony Barreiro, Leonte Schott Michel, José Daniel Fernández (Danielito), Pipe Faxas Canto, Juan Ramón Martínez (Monchi), Luis Ibarra Ríos, Manuel de Jesús Fondeur (Piculín), Francisco Bueno Zapata, Roberto Her­nández, Alfredo Peralta Michel, Domingo Sánchez Bisonó (El Guajiro), Gustavo Adolfo González, Antonio Filian (El Manchao), Ponono Minaya Fernández, Manuel Reyes Díaz, José Padua Falet, Enrique Almánzar, Julio Adolfo Pérez Sánchez, Jaime Ricardo Socías, Caonabo Abel, Fernando Arturo Ra­mírez, Rubén Díaz Moreno, Juan María Can­delario, Francisco José Cabrera, Pedro Emerson Galarza Mota, Rubén Alfonso Marte, Félix Gerónimo Escaño, Hipólito Rodríguez Sánchez.

*[Esta publicación es parte del Proyecto por la Memoria Histórica Raúl Pérez Peña (Bacho), auspiciado por sus hijos Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez Vargas].