Manuel Lorenzo Carrasco (Manolo), natural de La Vega, desde joven se integró a la resistencia antitrujillista, en 1944 fue de los coordinadores del movimiento de la Juventud Revolucionaria, primero clandestino y luego brevemente público (Juventud Democrática), hasta que Trujillo ante su auge suprimió esa brecha novedosa  que en las calles denunciaba la tiranía desde las marchas de universitarios de quince años atrás. Manolo fue apresado por ser de los dirigentes primarios de este movimiento, logró salir exiliado y de modo permanente se mantuvo militando en el destierro por una docena de años, hasta inmolarse en la jornada patriótica del 14 de junio de 1959. Fue del grupo que llegó en la lancha Tínima por Estero Hondo, Puerto Plata, el 20 de junio.

Manuel Lorenzo Carrasco
Fuente: J. Armando Lora. Invasión. La verdad sobre el holocausto de Constanza, Maimón y Estero Hondo, el 14 de junio 1959. Offset Cibao. Santo Domingo, 1985. p. 206.

Manolo prácticamente médico en el último año de la carrera, tan limitada en esa época, no atendió a su interés personal y cuando se presentó la oportunidad de manifestarse en las calles contra la tiranía no solo puso en riesgo su carrera, sino su vida, pero le rindió honor a lo más importante que era tratar de erradicar la patogenicidad del terror institucionalizado de la malhadada “Era de Trujillo”. El movimiento pese a estar muy bien organizado fue descubierto, Virgilio Diaz Grullón de los héroes de esta jornada, explicó para la historia el doloroso instante:

“A raíz del descalabro sufrido la noche del 12 de julio de 1945, fecha en que la dirección de la Juventud Revolucionaria resultó desarticulada como consecuencia de la prisión y el asilamiento de la mayoría de sus componentes, se produjo un reflujo del movimiento clandestino interno contra la tiranía trujillista”. (Virgilio Díaz Grullón. Antinostalgia de una Era.  Fundación Cultural Dominicana.  Tercera edición. Santo Domingo, 1992. p. 45).

Pese al infortunio de la Juventud Revolucionaria (Juventud Democrática), sus actividades continuaron aún en medio de las grandes precariedades políticas. Juan J. Cruz Segura, participante en aquellos acontecimientos heroicos en el grupo de Santiago, nos dice en sus memorias que tras ser liberado de presidio en 1945 fue obligado a residir en la Capital, refiriendo sobre su status:

“Tal era nuestra situación cuando, pasados unos meses de 1945, recibí la visita de Modesto Lorenzo, quien me contactó en mi hogar de la Benito González No. 152, casa en la cual fuimos vecinos años antes. Me entregó de parte de Manolo Lorenzo Carrasco, su hermano, un mensaje de bienvenida a la capital y una invitación al enrolamiento en la actividad que se desarrollaba dentro de la organización clandestina denominada Juventud Revolucionaria. Días después me envió los estatutos de la misma y un instructivo de cómo manejar la propaganda contra la tiranía, técnicas de discreción, así como una especie de Declaración de Principios, todo mimeografiado. Transcurría el segundo trimestre del año 1945”.

“Mi condición era, pues, la de ex-preso político con la ciudad como cárcel y la visita obligatoria al Jefe de la Policía Nacional coronel Ludovino Fernández, cada 15 días […]. (Juan J. Cruz Segura.  Bajo la barbarie. La Juventud Democrática clandestina (1947-1959). Testimonio de un protagonista.  Editora Taller. Santo Domingo, 1997. p. 27).

Modesto también activista de la Juventud Revolucionaria era hermano de Manolo. Esto nos dice como seguían de cerca las actividades represivas, un cuadro del interior apresado y liberado en confinamiento en la Capital de inmediato fue constatado y orientado en torno a las acciones clandestinas del movimiento en la ciudad.

El Gobierno siguió tras la pista de los rebeldes y se desató una verdadera cacería de febrero a junio de 1945, la mayoría de los vinculados a la Juventud Revolucionaria fueron apresados, incluyendo a Manolo Lorenzo Carrasco. En el tristemente célebre Libro blanco del comunismo, al señalar lo acontecido se indicó:

“Todos los comprometidos en el movimiento subversivo fueron detenidos, y en rasgo de generosidad y tolerancia pocas veces visto en climas políticos latinoamericanos, libertados poco después, por órdenes emanadas del Presidente Trujillo”. (Libro blanco del comunismo en la República Dominicana.  Secretaría de Estado de los Interior. C. T. (Santo Domingo) 1956. pp. 47-49).

Al continuar el informe del Libro blanco del comunismo en la República Dominicana,  a modo de reprimenda se comentaba:

“Lejos de agradecer este perdón, muchos de los jóvenes libertados demostraron hasta donde llegaba su fanatismo y rebeldía, asilándose, sin razón de ser alguna, en Embajadas extranjeras, desde donde partieron hacia el exterior”.

“Así lo hicieron, además de los Henríquez, Félix Servio Ducoudray, Manuel Lorenzo Carrasco y Pericles Bienvenido Francisco Ornes, quienes se asilaron en la legación de Colombia; […]. (Libro blanco del comunismo en la República Dominicana.  pp. 52-53).

“Los jóvenes descarriados” no se acogieron a la “magnanimidad del Jefe”. Ya en el exilio, Juan Ducodray relató que a finales de julio de 1945 él y su hermano Félix Servio:

“Fuimos de los primeros enemigos de la dictadura -junto a Pericles Franco y Manolo Lorenzo, quienes dos días antes de nuestra llegada viajaron a Bogotá- que pudieron salir al exterior por la vía del asilo diplomático.  Y todos, cómo era lógico, querían hablar con nosotros para conocer cómo estaban las cosas en el país”.  (Juan Ducoudray.  Réquiem por la utopía y otras saudades.  Editora Nomara.  Santo Domingo, S. A. 2000. p. 35).

Llegaron a Colombia en momentos de dificultades en ese país, el presidente López Pumarejo había confrontado inconvenientes con un sector militar, renunció y promovió a la presidencia a Alberto Lleras Camargo en el mes de agosto. No obstante, el ambiente democrático siguió intacto y no dificultó la venida de los jóvenes exiliados. Además en Colombia existía un poderoso Comité por la Democracia Dominicana, respaldado por el expresidente Eduardo Santos, el brillante escritor German Arciniegas y el inmenso líder Jorge Eliécer Gaitán. Por eso, la embajada de Colombia era la favorita para los dominicanos perseguidos buscar asilo político en ese lapso.

Más adelante el régimen de Trujillo colocó de modo permanente agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), vestidos de civil cercando las embajadas latinoamericanas para evitar que los ciudadanos buscaran refugio político.

Estos jóvenes como cabecillas del movimiento de seguro serían ejecutados de caer en manos de Trujillo.  Luego viajaron a Caracas y allí  se pusieron en contacto con un nutrido grupo de los principales exiliados, entre ellos Juan Bosch, Ramón de Lara, Luis Felipe Mejía, Francisco Castellanos y Eduardo Vicioso y se vincularon a las actividad antitrujillistas en el destierro. En Venezuela ascendió, a la presidencia en 1945 Rómulo Betancourt, enemigo acérrimo de la tiranía trujillista.

Fijaron su domicilio en Bogotá. Manolo Lorenzo fue admitido como oyente en la Escuela de Medicina de la universidad, pero sus notas finales desde Ciudad Trujillo nunca les fueron enviadas, por decisión gubernamental. En esta ciudad era muy escasa la posibilidad de insistir a través de la embajada dominicana porque el embajador era el señor Joaquín Balaguer. (Juan Ducoudray. Obra citada. pp. 35-36, 67).

Manolo Lorenzo pasó a Cuba, se integró a la Universidad de La Habana, allí fue de los principales organizadores del Comité por la Democracia Dominicana, que presidia el entonces joven estudiante de derecho Fidel Castro Ruz. Tenemos el testimonio que este organismo convocó una manifestación de repudio a Trujillo, cuyos dos oradores fueron exclusivamente: Fidel Castro y Manolo Lorenzo Carrasco.

Justino José del Orbe líder obrero antitrujillista, que también se vio obligado a tomar el camino del exilio, en sus memorias, resaltó la estelar participación de Manolo en Cuba:

“El análisis radiográfico del exilio dominicano en Cuba no puede evaluarse omitiendo la aportación de la Federación Estudiantil Universitaria (F. E. U. de Cuba), en la lucha contra el dictador Trujillo, fueron numerosas las manifestaciones públicas en apoyo al proyecto de liberación de Santo Domingo. La voz vibrante de Manuel Lorenzo Carrasco, Pablo Martínez, Miguel A. Velázquez Mainardi se unían a la de José Antonio Echevarría, Raúl Roa, Fidel Castro, Castillo Dúmas y otros líderes destacados”.

“La vanguardia estudiantil cubana estuvo muy ligada a las actividades antitrujillistas de los exiliados dominicanos”. (Justino José del Orbe. Del exilio político dominicano antitrujillista en Cuba.  Editora Taller C. por A. Santo Domingo, 1983. p. 24).

Foto tomada el 22 de julio de 1951 en el Parque Zoológico de La Habana. Desde la izquierda Manolo Lorenzo Carrasco, a su lado Pablo Martínez también exiliado fundador del MPD, asesinado en La Habana, la cubana Elvia, viuda del antitrujillista Freddy Valdez, Aquiles Ramírez y Lulú Quezada, ambos expedicionarios del 14 de Junio.
Fuente: (Justino José del Orbe. Obra citada. p. 17).

La mayoría de los dominicanos exiliados en Cuba respaldaron la revolución cubana que triunfó el 1 de enero de 1959, el Gobierno revolucionario a través de Fidel Castro se comprometió a respaldar una invasión patriótica desde Cuba contra la tiranía trujillista.    Manolo Lorenzo Carrasco jugó un rol muy importante en estas actividades, en las actas de las reuniones de La Habana siempre estaba presente, por ejemplo en la reunión del 27 de enero, se tomó la siguiente decisión:

“Se acuerda que Pedro Bonilla, Manolo Lorenzo y Felipe Maduro han sido comisionados para la entrevista con las organizaciones y compatriotas, V.R.D. P.R.D. M.P.D. y Miguel Angel Ramírez”. (Justino José del Orbe. Obra citada. p. 70).

Se coordinaban las actividades con los exiliados en Venezuela y los partidos políticos en el exilio, algunos renuentes a participar en la inminente acción insurgente porque consideraban no existían condiciones objetivas para un estallido armado en Dominicana, por ejemplo el MPD lanzó la consigna de «Lucha interna o Trujillo siempre», manifestando que lo prioritario era desatar la lucha de masas interna contra el régimen, más adelante aceptaron el reto de enviar al país sus dos principales dirigentes.

Entretanto, el sector que abogaba por una insurrección inmediata aprovechando la colaboración de los gobiernos de Cuba y Venezuela, siguieron adelante con el proyecto.

Se estableció un campamento de entrenamiento militar en la provincia de Pinar del Rio en la localidad de Mil Cumbres. Pese a su liderato entre los exiliados que residían en Cuba, Manolo Lorenzo Carrasco se integró al campamento rebelde como un simple combatiente, solo con el alto interés de venir a enfrentar la sangrienta tiranía trujillista.

En el Campamento de Mil Cumbres. Desde la izquierda Federico Pichardo, Manolo Lorenzo Carrasco (con gafas), Gustavo Patiño, Fellin Moore Garrido y Freddy Guerra, héroes de la Raza Inmortal. Fuente: Anselmo Brache Batista. Constanza, Maimón y Estero Hondo. Testimonios e investigación sobre los acontecimientos.  Colección del Banco Central. Tercera edición. Santo Domingo, 2008. p. 326.

Llega el momento de la repatriación armada el 13 de junio a las 5.30 de la tarde zarpan desde Manzanillo en la bahía de Nipe en el Oriente cubano, las lanchas Carmen Elsa y Tínima, la primera con 121 combatientes y la segunda con 48, al día siguiente a las 3 de la tarde salió el avión con 56 hombres, 54 estaban destinados al frente de Constanza.

El comandante Camilo Cienfuegos, encargado del operativo de repatriación armada, filma el instante en que los expedicionarios se dirigían a abordar las barcazas en la bahía de Nipe para embarcarse en las lanchas Carmen Elsa y Tínima. Fuente: J. Armando Lora. Invasión. La verdad sobre el holocausto de Constanza, Maimón y Estero Hondo,  el 14 de junio 1959.  Offset Cibao. Santo Domingo, 1985. p. 8.

La programación de guerra establecía primero la llegada del avión el 14 en la tarde, como ocurrió.  La idea era que se concentrará todo el poder militar de Trujillo detrás de los combatientes de Constanza, seleccionados entre los mejores entrenados y propiciar que se descuidarán las costas para facilitar el desembarco de las lanchas al amanecer del día 15. No obstante, se produjo un sabotaje en la Carmen Elsa que retrasó el desembarco, este se produjo el día 20 a las 5 a.m. cuando las tropas de Trujillo ya estaban alertas.

La Tínima también arribó en esos peligrosos momentos muy adversos para los combatientes, que fueron atacados por aire y mar desde las playas de Maimón, los de la Carmen Elsa. la Tínima no se sabe porque motivos también se retrasó (murieron todos los combatientes) pudieron desembarcar en Estero Hondo, pero fueron aniquilados. En esta embarcación llegó Manolo Lorenzo Carrasco, fue de los que lograron resistir la fuerte embestida de la aviación y el ejército de Trujillo.

Fuente: J. Armando Lora. Obra citada. p. 113

De las pocas informaciones que se dominan de los combatientes de Estero Hondo existe una versión harto heroica de Manolo Lorenzo Carrasco, quien había jurado no se dejaría apresar por las tropas de Trujillo.  Hans Paul Wiese Delgado de los asistentes personales del tirano y que en la jornada fue encargado de enviar todos los camiones (Catarey) de los ingenios a los cuarteles para trasladar tropas a combatir, era amigo personal de Manolo Lorenzo Carrasco y aportó para la historia su actitud corajuda al ser cercado por el enemigo:

“Muchos años más tarde -en 1970-, un militar del Ejército Nacional que estuvo envuelto en los acontecimientos, me manifestó que cuando su columna se encontró con el grupo en que iba Manolo, trataron de capturarlos, pero que Manolo se abalanzó sobre el grupo de soldados, a la vez que hacía explotar una poderosa granada de fragmentación, muriendo todos -expedicionarios y soldados, en ese acto heroico”.

“El Dr. Manolo Lorenzo Carrasco resultó despedazado y falleció al instante.  Sus despojos mortales no fueron identificables de inmediato debido al impacto de las heridas recibidas y fue enterrado en el mismo lugar de los hechos. Más tarde, al lograr reconocer sus restos -creo que encontraron una cadenita que le había pertenecido-, Trujillo ordenó a sus servicios de inteligencia la prisión de todos los hermanos del difunto héroe”.  (Hans Paul Wiese Delgado. Trujillo amado por muchos, odiado por otros, temido por todos.  Editorial Letra Gráfica.  Tercera edición.  Santo Domingo, 2000. p. 289).

Aunque Wiese Delgado lo ubica como médico que realizaba una especialidad en Cuba, en realidad no se le permitió graduarse por sus actividades antitrujillistas, decidió con valor que la prioridad era extirpar el tumor maligno de la tiranía de Trujillo y a ello consagró el resto de su vida hasta caer heroicamente en las escarpadas montañas de Quisqueya luchando por la libertad de su pueblo.  El combatiente Fello Valverde, realizó un procedimiento semejante cuando fue ubicado próximo a Guayubín.

El Dr. Senén Caba, presidente del Colegio Médico Dominicano, ha decidido rehabilitar el deteriorado mural del «Médico y la Patria» ubicado en la sede central de esa institución, y para su reinauguración necesitamos una foto en mejores condiciones que las presentadas en este artículo, para integrarla al indicado mural, queremos aprovechar este medio para hacer un llamado sobre el particular a sus familiares, ya que nuestros grandes referentes sobre esas actividades ya no están con nosotros, doña Conina Mainardi y doña Guillermina Puigsubirá.

Gloria eterna al médico patriota Manolo Lorenzo Carrasco, que abonó con su sangre de héroe de la raza inmortal el árbol de la libertad de los dominicanos.