Ha habido mucho arte que ver en estos días. Después de la magnífica exhibición inmersiva “Tovar, surrealismo vivo” que, de abril a julio del año 2022, constituyó desde la Ciudad Colonial una especie de gran renacer de la museografía después de la quietud provocada por la pandemia, el Museo de Arte Moderno presenta la estupenda “Trovar retrospectivo”, justo hasta el jueves 29 de junio de este año. La obra de Iván Tovar, que vivió entre 1942 y 2020, está más presente que nunca.
Si en la muestra de la Plaza España contábamos con los bocetos y dibujos a lápiz del artista disponibles a unos cuantos metros en el Museo de las Casas Reales, la muestra de ahora de Tovar ocupa todo el tercer piso del Museo de Arte Moderno y tiene como complemento una nueva visión sobre la obra de una pintora que lo precedió, Clara Ledesma (1924-1999).
Estas exhibiciones, sumadas a “Happy”, en el Centro León sobre la obra de Jorge Pineda (1961-2023), describían concomitantemente las trayectorias de tres destacados pintores. En justicia, las obras de Iván Tovar y Jorge Pineda fueron más allá de la pintura, pero puede considerarse que este oficio estaba a la base de sus obras. Si la pintura es el oficio de concebir y mostrar una visión de la realidad, la curaduría pone el acento en la relación de la creatividad de los autores con la sociedad.
Este último oficio de conocer y dar a conocer los trabajos de los autores ha crecido significativamente en las últimas décadas en República Dominicana. No es lo mismo ver un cuadro en un taller, rodeado de útiles y pinturas, que buscar el color de fondo y el espacio que le conviene. Si, además, a través de bocetos, anécdotas y fotografías, se cuenta la historia de cómo se llegó a ese resultado, la experiencia es mucho más rica.
Más allá de destacar las obras, la curaduría pone el acento en temas que son una interpretación de quien las realiza. Llamar “Happy” a la retrospectiva de Jorge Pineda fue una manera de sobreponerse al uso del negro del principio de su obra o del hecho de que una de las partes interactivas ofreciera a los visitantes la posibilidad de pintar con falsos huesos de un cadáver, algo que no deja de ser macabro, aunque el esqueleto fuera pintado en dorado. En este ámbito, el Centro León ha tenido una influencia decisiva en el crecimiento y desarrollo de la curaduría que se desarrolla en el país. Esto fue evidente desde la manera en que fueron organizadas sus colecciones permanentes, que fueron apreciadas desde el principio. La inolvidable “Nos vemos en el play” también marcó un hito en la presentación del material para ser re apropiado y re conocido por el público.
Las recientes exhibiciones nos ofrecen nuevas maneras de ver la creación artística, pero también son, en sí mismas, maneras de vernos como sociedad porque, al final, es con la participación pública que se completa el círculo de esta producción.