Hacia finales del siglo XVIII, el médico y filósofo alemán Franz Mesmer adquirió mucho prestigio en Francia con una terapia que desarrolló basada en una fuerza etérea de la naturaleza que afirmaba que podía controlarse y lograr la sanación de casi todas las enfermedades. Fue muy popular especialmente entre la clase alta. Intelectuales de la época lo cuestionaron duramente, por lo que el rey Luis XVI dispuso que se analizaran sus ideas y los investigadores concluyeron que la teoría del magnetismo animal era falsa, ya que personas creyendo que algo estaba “magnetizado” sin estarlo, se curaban y otras en contacto con elementos magnetizados, pero ignorándolo, no se curaban. Por lo que se concluyó que quienes se curaban por esta técnica, era por simple sugestión (aunque no se negó que se curaban). Se considera que esta experiencia determinó el desarrollo posterior de la hipnoterapia.

Mesmer reunía grupos de personas y con diversas técnicas supuestamente los magnetizaba. En esos elegantes salones los asistentes manifestaban experiencias o fenómenos neuropsicológicos muy impactantes, describiéndolos como una experiencia estimulante o vigorizante y algunos declaraban quedar curados de sus dolencias. Realmente, un ritual religioso de curación muestra un cuadro muy similar a las reuniones de Mesmer. Casi todas las religiones presentan este tipo de experiencia, pero cada una de ellas normalmente condena a las demás. Por ejemplo, una iglesia cristiana considera una curación milagrosa como un signo divino, pero si se produce en otra iglesia la repudia y si es en una religión no cristiana podría incluso considerarla como satánica.

Aunque el magnetismo animal se consideró como una charlatanería, hoy en día la física nos explica la realidad de forma similar a como la describía Mesmer hace siglos. Estamos inmersos en un campo energético y constantemente interactuamos con él. La medicina ha comprobado que el cuerpo humano presenta ondas electromagnéticas que lo recorren por completo y que dirigen todos los procesos biológicos, así estudiamos la electrocardiografía, electroencefalografía, electromiografía, e incluso los potenciales de acción de todas las células que involucran procesos electroquímicos. Hoy sabemos que el electromagnetismo animal es una indiscutible verdad. Ahora bien, las fabulaciones de Mesmer y algunas afirmaciones sin fundamento científico lo descalificaron y permitió obtener los argumentos que necesitaban los investigadores para descartar de plano ese tipo de terapia. Hoy sabemos que nuestra mente, puede provocar descargas de neurotransmisores en nuestros organismos que generen procesos neurofisiológicos capaces de corregir incluso trastornos físicos. Mesmer tenía una popularidad impresionante en un tópico que para los pensadores de la época era desconocido, pero resultaba mucho más cómodo rechazarlo que intentar comprenderlo.

Hoy en día existen diversas teorías o prácticas curativas que funcionan en base a lo que sería el magnetismo animal, por supuesto ninguna se atrevería a utilizar su desprestigiado nombre. Muchos de los grandes descubrimientos de la Ciencia fueron ridiculizados en sus inicios, porque no todos los científicos tienen la capacidad de asimilar conocimientos totalmente nuevos. Pero podemos encontrar desde técnicas milenarias como la acupuntura, hasta terapias magnéticas que actualmente la medicina científica está desarrollando. Aunque algunas técnicas energéticas se han catalogado como pseudociencias tienen amplia aceptación, siendo incluidas en hospitales de mucho prestigio a nivel mundial.

Las fuerzas electromagnéticas al instante de morir dejan de animar al cuerpo físico, permitiendo que los componentes materiales que lo constituyen se desintegren gradualmente. Ese magnetismo animal o energía vital sería sinónimo de vida.

Si por sugestión se producen curaciones, no se justifica que no estudiemos a fondo el mecanismo curativo de esa sugestión, que además podría carecer de efectos secundarios y de los altos costos de otras terapias. Aunque hay que reconocer que esto resulta muy poco rentable para los investigadores del área de la salud, siendo importante analizar las posibles implicaciones de esta afirmación. Quien pueda entender que entienda.

De cara a la espiritualidad, habría que reconocer que la sugestionabilidad podría ser una facultad relacionada a lo que llamamos Fe. Algunos creen que fuerzas superiores pueden sanarlos y otros no, lo que podría favorecer a los primeros.

También se ha llamado magnetismo animal, al efecto terapéutico que ejercen nuestras mascotas sobre nosotros.

Recapitulando: hoy la Ciencia reconoce que en nuestros cuerpos fluyen energías que cuando presentan alteraciones pueden acompañarse de enfermedades físicas. Cuando tocamos a los demás, especialmente con intenciones curativas podemos ser canales de esa energía sanadora (pudiendo ser divina, si eres creyente); la Física juntamente con la Medicina, podrían explicar ese fenómeno. Estas curaciones podrían ser subjetivas, pero podrían objetivarse tanto por evidencias médicas constatables, como por algunos dispositivos tecnológicos existentes capaces de medir esa actividad energética, permitiendo analizar procesos que durante milenios sólo eran descritos por el misticismo. El que sepas que no eres tan simple como crees y que debes descubrir tu potencial y desarrollarlo, es de suma importancia porque necesitamos superar limitaciones que ahora tenemos.

Haz la prueba: cierra tus ojos, respira profundo, relájate y siente tu magnetismo animal, el sólo sentirlo te revitaliza. En verdad, la “Fuerza” siempre está contigo.