“Hay que ser revolucionaria en la casa, en la calle y en la cama”.  Magaly Pineda

El pasado 21 de marzo fue el cumpleaños de Magaly Pineda, la socióloga, educadora y líder feminista dominicana contemporánea más conocida dentro y fuera de nuestro país. Y pasado mañana viernes 29 de marzo se cumplen ya 8 años de su partida. Por eso esta semana le dedico mi crónica a Magaly en honor a lo mucho que su vida y su obra me han marcado desde que la conocí cuando era mi jefa en el Centro de Investigación para la Acción Femenina (CIPAF) en los años ‘90 y los muchos momentos que compartimos desde que salí de CIPAF hasta su muerte.

Mi recuerdo favorito de Magaly es la imagen de ella sentada en una cama de hotel con su amiga Gina Vargas, otra activista feminista icónica de la región y fundadora del Centro Flora Tristán en Perú. Ambas muertas de la risa nos contaban anécdota tras anécdota de las muchas luchas que compartieron defendiendo los derechos de las mujeres, la comunidad LGTBQ y otros grupos discriminados y sus aventuras juntas incluyendo algunas que nos hacían sonrojar a las feministas de todas las edades que habíamos ido con ellas a la IV Conferencia Internacional sobre la Mujer y el Foro de ONGs en China.

Esa noche, mientras las escuchábamos sentadas en sillas y en el piso de la habitación en ese hotel en Huairou (el pueblito a una hora de Beijing donde el gobierno chino había reubicado el Foro por miedo al poder de convocatoria de las feministas), recuerdo lo mucho que me dolía la barriguita de reírme de todas sus ocurrencias. Yo era una de las más jóvenes del grupo y sin embargo, no dejaba de pensar en lo agotada que estaba y lo mucho que me impresionaba la energía al parecer infinita de ellas y de la cantante Adalgisa Pantaleón, quien también nos acompañó a la IV Conferencia gracias a las diligencias de Magaly.

Ese momento tan hermoso refleja mucho de Magaly: su energía sin fin como el ciclón batatero que era, su sentido del humor constante, su curiosidad eterna y su capacidad de construir amistades y lealtades de toda la vida en su búsqueda constante de sororidad o solidaridad entre mujeres. Ese recuerdo refleja también que Magaly fue siempre una feminista visionaria y pionera. Aunque Gina Vargas y el Flora Tristán eran oficialmente la contraparte o “punto focal” del proceso preparatorio que involucró a tantas organizaciones y activistas feministas en el proceso hacia Beijing, las dos trabajaron de la mano buscando los fondos, haciendo los contactos y movilizando cielo y tierra para que tantas de nosotras fuéramos parte de ese momento histórico que llevaría a la creación de la famosa Plataforma de Beijing, que es todavía hoy el compromiso internacional de mayor alcance con los derechos de las niñas y las mujeres.

Magaly Pineda

Magaly, Gina y otras líderes feministas de la región como Peggy Antrobus (Grenada) lograron que Latinoamérica y el Caribe tuvieran una presencia de primer orden en esa histórica IV Conferencia y su Foro de ONGs. (El mismo Foro donde la entonces primera dama Hilary Clinton dijo la famosa frase de que “los derechos de las mujeres son derechos humanos”). Tanto es así que la participación en Beijing, que a su vez coronó décadas de trabajo en las conferencias de la mujer anteriores y en los “caucus de las mujeres” de las otras conferencias de la ONU de los ‘90, es considerada un punto de inflexión o “giro global” para el movimiento feminista latinoamericano como lo denomina la politóloga Sonia Álvarez.

Ese cambio traería, como generalmente ocurre en los movimientos sociales, su propio saco de nuevos desafíos. Pero lo que quiero resaltar es que el rol crucial que jugó Magaly fue solo una de sus muchas intervenciones pioneras. Tal y como destaqué junto con Yildalina Tatem Brache en el artículo que escribimos sobre ella al año de su partida, Magaly siempre fue una mujer adelantada a su tiempo. En Beijing y durante toda su vida, Magaly fue una feminista visionaria y pionera. Lo fue como una de las muchas mujeres que participó en la Revolución de Abril donde también conocería al que fue su compañero de toda la vida Rafael (Fafa) Taveras. Lo fue también cuando creó Escuela Nueva con uno de los modelos educativos más transformadores que se ha visto en nuestro país inspirada en el tipo de educación que quería darles a sus hijas e hijo Syra, Fafico y Marcelle.

Magaly fue pionera, además, cuando co-fundó CIPAF, la primera ONG feminista dominicana y cuando inició el trabajo de investigación, educación popular e incidencia feminista que llevaría a visibilizar la violencia contra las mujeres, cuando estableció los primeros concursos de investigación feminista, creó el periódico feminista Quehaceres que se distribuía gratis en toda Latinoamérica o cuando trajo al país por décadas a las y los expertos más importantes en educación no sexista, masculinidad positiva y tantos otros temas como CIPAF continúa haciendo en la actualidad. También Magaly fue visionaria y pionera cuando armó la delegación dominicana al Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y Caribe en Bogotá que propuso el 25 de noviembre como el Día de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que ahora conmemoramos en todo el mundo en honor a las hermanas Mirabal.

Magaly también logró que CIPAF fuera una de las primeras ONGs en colaborar de manera regular con el Estado y en llevar a cabo grandes iniciativas de incidencia y mercadeo social como el famoso proyecto “La política también es cosa de mujeres” que tantas puertas abrió y que cambió muchas actitudes en este tema. Pero Magaly no hizo todo esto sola. Siempre enfatizó la formación de generaciones y generaciones de mujeres (a CIPAF le dicen la “escuelita” del feminismo dominicano) y fue parte de un grupo histórico de mujeres feministas en el movimiento y en los partidos que se pusieron de acuerdo para impulsar la participación política y los derechos de las mujeres: pioneras como Lourdes Contreras, Milagros Ortiz Bosch, Magaly Caram, Licelotte Marte de Barrios, Leonor Sánchez Baret y Gladys Gutiérrez.

Por esta trayectoria inigualable es que en el movimiento feminista dominicano le hemos rendido homenaje desde el mismo año de su partida poniendo su nombre al Foro Feminista, uno de los principales colectivos de activistas feministas, y a la Tertulia Feminista, el espacio de aprendizaje y debate que fundamos Yildalina Tatem Brache y yo ese mismo año 2016. Compañeras de todas partes de Latinoamérica y del mundo también le han rendido homenaje en agradecimiento a su labor apoyando sus respectivos movimientos especialmente en Puerto Rico, Cuba y Nicaragua tal y como le había hecho en vida la CEPAL durante la XII Conferencia Regional sobre las Mujeres en Santo Domingo. Y el gobierno dominicano se ha unido recientemente a estos reconocimientos con el anuncio del Presidente Luis Abinader en su discurso de rendición de cuentas del mes pasado de que la Escuela de la Igualdad del Ministerio de la Mujer llevará también su nombre.

Magaly contribuyó a conquistar todos esos logros con su mente brillante y estratégica pero también con su apertura, su afán insaciable de aprender y su creatividad. De hecho, decía que prefería hablar no de estrategia sino de “coreografía” para dejar atrás el lenguaje militar y la visión del mundo en base a jerarquías. Por ejemplo, ella era una de las únicas dos personas que he conocido que desarrollaron la habilidad de leerse un libro en un día (la otra era Guillermo de la Rosa, otro ser humano extraordinario). Su obsesión con la tecnología era legendaria y me relajaba cuando le decía que no quería leer libros digitales porque prefiero disfrutarlos en papel. De hecho, llevó a CIPAF a ser también la primera organización feminista en dedicarse a la equidad de género en la tecnología en RD y a ganar el premio GEMTECH de ONU Mujeres y la UIT por la hermosa labor que realizan con los clubes de matemáticas, ingeniería y tecnología para niñas y jóvenes como explica la misma Magaly en este video.

Con esa misma curiosidad infinita me contaba todo lo que había aprendido sobre la Muralla China cuando nos tomamos una mañana juntas para conocerla después de la Conferencia de Beijing. En China y todas las veces que viajamos juntas me presentaba a toda la gente que conocía ya fuera en Barbados, EEUU, México, Dinamarca o Costa Rica para que absorbiera como una esponja todo lo que había que aprender. O me mandaba a los programas de radio y de TV acabadita de entrar a CIPAF para que me “fogueara” y aprendiera a explicar el 8 de marzo o el 25 de noviembre para que nos entendiera todo el mundo. “Tienen que perder el miedo” nos decía a todas agregando su famoso “pero pónganse un pintalabito aunque sea, aprendan de Amparo” como nos decía la que nunca renunció a la coquetería ni al maquillaje.

Con el tiempo, la edad y la enfermedad disminuyeron su energía pero nunca su sentido del humor ni su afán de explorar y aprender. Me encantaba verla muerta de la risa en el balcón de su casa cuando nos juntábamos las cipafianas y yo les contaba mis últimas aventuras amorosas en el doctorado. “Aaaaaah, ¡esta Esther es terrible!” decía entre orgullosa y contenta. También la fueron haciendo cada vez más sensible como me dijo una vez cuando la fui a abrazar al verla emocionada en una conferencia. “Ah, es que ahora la edad me ha dado con llorar” me dijo la misma mujer que había conocido hasta con un poco de miedo cuando yo era una muchachita de 20 años empezando a trabajar a CIPAF.   

He estado pensando mucho en Magaly en estos días no solo por sus aniversarios, sino también por la visita de mi amiga y compañera de luchas Ruth Pión. Invité a Ruth como conferencista la semana pasada a mis clases y al Oldenborg, el centro internacional de Pomona College, la universidad en la que trabajo en California. Y me encantó verla hablando con mis estudiantes y colegas sobre el trabajo increíble que hacen los movimientos feminista y anti-racista en nuestro país. Fueron Ruth y otro antropólogo joven extraordinario, Jonathan De Oleo, que me hicieron caer en cuenta de que estaba haciendo con ella lo mismo que Magaly tantas veces hizo conmigo: abriéndole las puertas que otras personas me han abierto a mí, presentándole colegas y amistades con quienes puede colaborar, llevándola a los museos y los sitios chulos de Los Ángeles que sabía que también le iban a encantar y hablando las dos sin parar sobre el presente y el futuro inclusivo y solidario que ambas queremos construir.

Aunque hace ya varios años que asumo más explícitamente mi rol de colaborar con las nuevas generaciones (especialmente como co-fundadora de la Tertulia y como profesora a tiempo completo en EEUU), estos días de intercambio con Ruth me ayudaron a ver que todos los días como activista, como socióloga, como exploradora del mundo y gozadora de la vida sigo intentando rendirte homenaje. Gracias siempre mi querida Magaly.   

Esta crónica se la dedico con mucho amor a Fafa, Syra, Fafico, Marcelle, Milagros y toda la familia. Gracias por compartirnos a Magaly tanto tiempo. Ella sigue viva en nuestras luchas y en todas y todos ustedes.