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Antiguo billete de 50 gourdes (a principios de los 80, $10 US); 1980-1982.

Tras la retirada de Boisrond-Canal (19 julio 1876-17 julio 1879), se formó un gobierno provisional. Mientras tanto, el general Louis-Félicité Lysius Salomon, antiguo ministro de Finanzas del emperador Soulouque, regresó a Haití. Sus bienes habían sido confiscados por la administración de Fabre Geffrard (15 enero 1859-13 marzo 1867) y había sufrido un largo y penoso exilio. Pronto fue adoptado por el Partido Nacional como candidato a la presidencia de la república.

Apoyado por las autoridades militares de Puerto Príncipe, Salomon hizo disolver el gobierno provisional durante la noche del 3 de octubre de 1879. Al día siguiente, se formó un nuevo gobierno provisional, en el que asumió las funciones de ministro de Finanzas y Relaciones Exteriores. Tras el golpe, la Asamblea Nacional eligió por unanimidad al General Salomon (23 de octubre) Presidente de Haití por un periodo de siete años. Redacta una nueva Constitución, que entra en vigor el 18 de diciembre de 1879.

El nuevo Jefe de Estado era uno de los haitianos mejor formados de su generación. Poseía brillantes cualidades intelectuales, reforzadas por su amplio conocimiento de los asuntos administrativos y la experiencia adquirida en los puestos diplomáticos que había ocupado en París y Londres. Tenía la reputación de haber permanecido honesto en medio de las depredaciones financieras del régimen imperial. Pero tenía un carácter inflexible y esa insensibilidad típica de los políticos movidos por un espíritu de venganza y que utilizan el poder gubernamental como instrumento de odio contra sus adversarios, reales o imaginarios: sus desgracias personales le habían cerrado el corazón a toda piedad.

La lucha entre el Partido Liberal y el Partido Nacional fue una de las más desastrosas de la historia del pueblo haitiano, tanto por sus resultados materiales como por sus consecuencias morales.
Una riqueza considerable desapareció entre las llamas. A propósito del incendio de septiembre en Puerto Príncipe, un testigo, el pastor Picot, escribió: "Esta guerra es una guerra de color, negros contra mulatos, una guerra de exterminio. Entre todos los comerciantes de la capital sólo había dos negros. Así que el gobierno ordenó la destrucción de toda la zona comercial de la ciudad". Por su parte, el arzobispo de Puerto Príncipe, monseñor Guilloux, relatando estos hechos al obispo de Cabo Haitiano, concluía su carta con esta frase: "El comercio indígena ha sido aniquilado. Las casas de piedra han sido asaltadas y saqueadas".

Estos episodios de destrucción y pillaje aniquilaron, en palabras de monseñor Guilloux, el comercio autóctono, floreciente hasta entonces. Todos los negocios comerciales e industriales pasaron a manos extranjeras, y la industria de las "reclamaciones diplomáticas" se hizo muy conocida, dando lugar a transacciones tan escandalosas como costosas para el erario público. La turba, incitada por los cabecillas, saqueó las casas de los "burgueses". Los burgueses se arruinaron, pero el pueblo -el verdadero pueblo, el que trabaja- tuvo que entregar con su sudor los pesados impuestos, cuyo producto se utilizó para pagar las fabulosas sumas reclamadas por los extranjeros, víctimas o supuestas víctimas de esta violencia revolucionaria. La ruina del comercio autóctono agravó la penuria económica de toda la nación.

Los hombres ardientes y patriotas fueron abatidos en la flor de su juventud. Las pasiones más viles se despertaron en sus corazones. La más atroz era el prejuicio del color, que reanudaba su virulencia de los tiempos de la Guerra Civil de 1800 y del imperio de Soulouque, aunque Salomon tenía mulatos a su alrededor y Boyer Bazelais, demócrata sincero, contaba entre sus amigos a negros que llevaban  devoción a la causa hasta el sacrificio de sus vidas. Parecía tanto más absurdo presentar al partido nacional como el único amigo de las masas negras cuanto que el propio Salomon, casado con una francesa blanca, tenía una hija mulata a quien apreciaba.

No obstante, el gobierno de Salomon fue progresista. Fundó el Banco Nacional de Haití, al que encargó la gestión de tesorería. Completó el pago de la deuda de la independencia. Solicitó a Francia una misión militar para formar al ejército: el comandante Leon Durand, el capitán de infantería Lebrun y el capitán de artillería Chastel. También se contrató a una misión de profesores franceses para el Liceo Pétion de Puerto Príncipe, cuya enseñanza se hizo muy popular y ejerció una gran influencia en la formación intelectual de los jóvenes. Se emprendieron numerosos proyectos de obras públicas.
Lo que distinguió especialmente a la administración de Salomon fue el orden que reinaba en las finanzas y la estricta probidad que el Jefe del Estado practicaba él mismo y exigía a sus colaboradores.

General Lysius Salomon

Salomon tuvo la desafortunada idea de querer eternizarse en el poder. El 5 de agosto de 1888 estalló una revuelta en Cabo Haitiano. El 10 de agosto, una insurrección encabezada por el ex presidente Boisrond-Canal obligó a Salomon a abandonar el poder y marcharse a Francia, donde murió el 19 de octubre de 1888.

Fragmentos de «Histoire du peuple haïtien» (1953) por Dantès Bellegarde.
Traducido al español por Gilbert Mervilus