La profesora Luisa (Taty) Pérez es nieta por la vía paterna de Lucas Sena (a) Carnavá, el legendario personaje de los tiempos de la manigua de la entonces aldea de Barbacoas, hoy Villa Jaragua. Habría heredado de su abuelo y único héroe trágico de la épica regional de nuestra literatura, tanto su vena poética, como su sentido religioso de la vida. El presente estudio sobre su obra poética, inédita, compuesta por ochenta poemas, es la primera de su género que escribe. Versos pasionales, realistas, elegíacos y de sátira social, de dicción romántica y neobarroca, atraviesan sus páginas.
Taty Pérez, como poeta que exalta el amor y la vida, la verdad, la justicia y la fe entre los seres humanos, gusta de mirar hacia atrás a lo que han sido sus experiencias humanas, pero sin descuidar el peso de la realidad presente en que vive y el futuro que inexorablemente aguarda.
Lejos de lamentarse por los efectos destructores del tiempo en nuestras vidas, no pesan mucho en su conciencia; más bien, los acepta con el mayor realismo que le es posible. Se puede mirar su poesía a través de un caleidoscopio gracias al cual descubre que parejos estados y dimensiones del tiempo están hechos del mismo material: “Es que pensando en el tiempo”, canta la poeta, “ayer es el mismo hoy/El hoy será ya el pasado/hoy será el ayer mañana/y mañana será hoy”. (“La historia se repite”) Otros versos del mismo jaez son los que se echan de ver en el poema “El tiempo”, compuestos en octosílabos, en el que su paso parece haberse detenido, lo suficiente como para ella haber abrigado un sentimiento de la nada en otro tiempo, un problema de identidad que luce haber superado:
Un año de tantas vueltas
hemos desafiado el sol
por todas sus coordenadas.
Estoy viviendo otro hoy
como en las tardes pasadas,
yo que estuve donde estoy
con las mismas madrugadas,
pero nunca fui quien soy.
En cambio, en el poema “Acto de fe”, teniendo en mente la naturaleza y sus ciclos, más el decurso del tiempo, afirma: “Reverdecen los árboles [,] pasan las estaciones/los minutos, las horas [,] se repite el ayer/un mañana que vuelve [,] un año se aproxima/y nada se detiene [,] todo es cuestión de fe”. (Su resalte)
Si bien a la vida de la poeta la define el aliento, la esperanza y el optimismo, también dicha vida ha sido marcada por el dolor, los sufrimientos y las desilusiones. Su poder de observación de la naturaleza y el cosmos, así como el valor que les imprime, la ha llevado a descubrir correspondencias entre ellos y la condición humana.
El paso de los años, sus dudas, sus sufrimientos, sus ilusiones y desencantos, no le han impedido a Taty Pérez, sin embargo, extraer una lección de cada uno de ellos. Y no solo eso, sino que está dispuesta a compartirlos de buen grado con sus semejantes. Por más insignificante que pueda aparentar un hecho de vida a la conciencia de los demás, a ella, vista su sensibilidad artística, le llama la atención ese Dios al que le canta en clave panteísta y que se oculta detrás de las cosas que la rodean, no importa su tamaño o valor, sea a un ave, una montaña, la lluvia y demás.
Pese a lo antedicho, de todos los temas que explora la poeta en su poesía, alcanzan alto relieve la vida misma y la muerte, su fe inquebrantable en el Dios cristiano, el tiempo y su transcurso, sus meditaciones, sus dudas, la crítica social que practica en sus versos a las costumbres, los comportamientos y las actitudes de sus compueblanos; las comparaciones y observaciones que hace de la naturaleza humana y la cósmica o universal propiamente tal, sus amores, sus decepciones, los fines e inicios de año; todos vistos, no obstante, desde el prisma del optimismo, la posición filosófica con la que por lo visto más se identifica, sin que pare mientes en las desventajas que pueda tener su realismo, quizás a veces descarnado. Antes bien, a lo Calderón de la Barca, sobre todo en el último verso, nos dice: “[¿]Por qué vivir así con la esperanza/ de atar nuestros propósitos internos[?]/libera tu excelente pensamiento/y admita que la vida es solo un sueño”. (“Por qué vivir así”)
En ese mismo orden, Taty Pérez rinde culto a la esperanza en su interior de poeta, con un irresistible gozo de vida que desborda todo su ser. En “Acto de fe”, arriba citado, afirma, “[N]o temas a la vida [,] protégete a ti mismo/no llores simplemente por decir que lloré/no retrocedas nunca, ‘adelante, adelante’”/que triunfar en la vida es asunto de fe”. Y en la estrofa que sigue, en tono didáctico, como la maestra que es, nos dice: “[N]o digas nunca, nunca hoy no puedo seguirte/no mientas a la vida [,] retrátate a ti mismo/piensa que todo pasa y que el mundo es el mundo/ y que es algo importante ‘tener siempre optimismo’”.
Ahora bien, ese amplio sentido optimista de la realidad en la poeta no significa que el desengaño no haya dejado de encontrar también cobijo en su corazón a partir de experiencias dolorosas que ha tenido que apurar en su vida, tal como canta de manera desgarrada en estas cuartetas: “Yo no quisiera ver lo que he mirado/a través del cristal de la experiencia [.]/El mundo es un mercado en que compramos/honores voluntades y conciencia”. Luego, “¡[A]migos es mentira no hay amigos/la amistad verdadera es ilusión/ella cambia se aleja y desaparece/con los giros que da la situación”. E inmediatamente después, escribe: “[A]migos complacientes solo tienen/los que disfrutan de ventura y calma/pero aquellos que los abate el infortunio/solo tienen pesares en el alma. . .”. (“Verdades amargas”)
De los versos elegíacos de Taty Pérez sobresale el titulado “Muerte de Melo” en tres cantos, vistos los grados de concentración e intensidad que logra, amén de la musicalidad que lo define, en cuartetas de rima asonante, ajustados al esquema ABBA, ABAB, sin duda, predominante en el grueso de las composiciones de la poeta villajaragüense. Igualmente, construye sus composiciones poéticas en septetos y octavas y otras estrofas de distinta cantidad de versos, agrupados en heptasílabos y octosílabos, de rima consonante y asonante, como se advierte, verbigracia, en el siguiente septeto y octava:
Melo que tanta bondad
dejó por sus caminatas
bondad que llegó a “Las Matas”
cuando por casualidad
se consiguió allí un compadre
que luego fue casi el padre
de un hijo suyo estudiante.
Decía la gente con pena
que suena un poquito raro
el que se lleve a reparo
el caso que tanto suena
muerte que aviva la pena
pena que corre de prisa
tan rápido que la brisa
no aquieta su vil reparo.
(“Muerte de Melo 1”)
Y en las siguientes cuartetas de rima asonante, ceñido al esquema ABAB y ABBA, la poeta canta: “Su joven tiempo pasó/buscando una mejoría/y aunque muy poco logró/mucho se anotó ese día”; por igual, aspira a conmover con su elegía, en estas otras dos estrofas: “La muerte yacía en el lecho/por última vez presente/lo miraba allí la gente/ llevando la mano al pecho”, así como en “[L]a viuda con tanto apeno [sic]/lloró sin ser consolada/más. . . todo el mundo clamaba/la vida de Melo el bueno. (Ibid.)
“Tu boca rosa de amor” es un hermoso poema compuesto con maniobras lingüísticas en el que resuena una mezcla de las estructuras de los versos modernistas de “Yo persigo una forma”, de Rubén Darío, y los barrocos de Sor Juana Inés de la Cruz, como se entrevé, en el caso de Darío, en “Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,/botón de pensamiento que busca ser la rosa;/ se anuncia con un beso que en mis labio se posa/ el abrazo imposible de la Venus de Milo”. En la octava estrofa del poema de Taty Pérez, leemos:
Déjame mojar el suelo
bajo la luz de esa rosa
primaveral de Consuelo
ilusión que en mí reposa
la razón de mis desvelos
que yo como jardinero
con el Rocío que se posa
en mi labio alrededor
daré a beber el amor
a la boca que más quiero.
En los versos de Taty Pérez, pueden rastrearse ecos de los sonetos “Amor empieza por desasosiego”, de Sor Juana Inés, especialmente en la primera estrofa que reza: “Amor empieza por desasosiego,/solicitud, ardores y desvelos;/crece con riesgos, lances y recelos;/susténtase de llantos y de ruegos”; y del poema “Detente, sombra de mi bien esquivo”, se descubre también resonancias en el poema de Pérez de la primera estrofa del de la poeta mexicana que reza: “Detente, sombra de mi bien esquivo/imagen del hechizo que más quiero,/ bella ilusión por quien alegre muero,/dulce ficción por quien penosa vivo”. Máxime en la octava estrofa del citado poema de la poeta villajaragüense, podemos ver semejante influjo del ritmo poético de Sor Juana Inés en estos versos: “[S]i aún duerme tu boca rosa/ que despierte que me muero/que mirarla más no quiero/entrecerrada y jugosa/¡que despierta es más hermosa!”. (Mis resaltes)
En los versos de La Pérez, como ella misma se autodenomina, visto su sentido irónico de la vida, también somos testigos de la crítica social que hace de los vicios, los modos mentales, los hábitos y las normas que caracterizan a sus compueblanos, y de ellos, a los que les toca sentir directa y descarnadamente el ardor de su sátira mordaz, son a las mujeres fáciles. Veamos un fragmento del poema “Las parranderas de las 9”:
En mi barrio las mujeres
se han dedicado a beber
beben agua limoná
y hasta su poco ’e clerén.
Ahora dicen las vagas
que esta vida hay que gozarla
no importa el día ni la hora
a beber hasta mañana.
Y quién se queja por esto
si son mujeres de gaita
viviendo en casas gratuitas
todas ellas son bellacas.
Para concluir, la voz poética de Luisa (Taty) Pérez se suma a la tradición social y cultural de Villa Jaragua. Se coloca a la altura a que ha llegado en su existencia y desde ahí otea el horizonte de sus experiencias humanas. Con la sabiduría con que la han premiado los años, prodiga consejos a su lector imaginario a quien ve como amigo y confidente. De espíritu libre y sin prejuicio, no tiene reparos en compartir sus verdades de una manera desnuda. En sus composiciones construye la estructura de los valores morales y espirituales que la han orientado en su vida como mujer y como poeta. En sus versos les canta mayormente a la vida y la esperanza; por lo que no es de extrañar que resista con firmeza la maldad en el corazón humano. Su poesía es un solo testimonio de aliento y de fe, así como un acto de conocimiento, en la tierra que la vio nacer.