La literatura infantil tiene, entre otros, dos distintivos especiales: imaginación y sensibilidad. En ese sentido, nos referimos a lo que provoca la producción de textos para niños y a lo que provoca ese tipo de producción en los lectores. Hay que tener mucha imaginación y ser muy sensible para escribir textos dirigidos a los lectores más pequeños, por lo sensibles que son los niños frente al texto escrito y sus distintivos. Precisamente, con sello de inherente sensibilidad, aparece “Samuel, Beatriz y la Luna”, producto de la imaginación creadora de la dominicana Luisa Pérez Viñas.

Nuestra autora de hoy es una apasionada de la lectura, la pintura y el arte en general. Ahora suma a sus novelas, De la niebla al sol (2007), Ellas saben de amor (2010), y Ayer es todavía (2012), esta creación para los niños, mientras tiene en el “tintero” muchísimas otras propuestas similares.

Esta obra, incluida en la serie morada de la colección Loqueleo de Santillana, es una magnífica historia para el disfrute de los lectores más agradecidos: los niños y niñas. Ellos tienen la facilidad de expresarse, de manera limpia y abierta, acerca de los disímiles descubrimientos que hacen en el conjunto de una obra. En los paratextos y hasta en los más ocultos espacios de palabras e imágenes, los niños encuentran motivo para hacer volar su imaginación y creatividad.

En la historia de Luisa Pérez, Samuel, un alegre zumbador, ve a Beatriz como la flor más bella del bosque. Con ella emprenderá un fantástico viaje a la Luna, como parte de una aventura plena de sensibilidad y desbordante imaginación, de la que el búho Luis es testigo. Gracias a la creatividad que le es propia a esta narración, el joven lector puede disfrutar de estos y otros personajes, esos que acuden a los sueños propios de la etapa infantil.

En “Samuel, Beatriz y la Luna” cobra notoriedad la amistad como uno entre muchos valores que atraviesan de manera sigilosa y horizontal una historia maravillosa e inolvidable. Así que, este texto, con ilustraciones de Ruddy Núñez y Tulio Matos, es un magnífico regalo y, a la vez, un valioso recurso para motivar la lectura desde los primeros años de vida.

No lo dude, en este cuento hay una manifiesta intención de propiciar la lectura sana, enriquecedora y trascendente que se necesita. Por eso y porque horadar el texto es una necesidad para el crecimiento individual y social, invitamos a leer y compartir esta obra cargada de enseñanzas y pletórica de imaginación.