Horas antes de estallar la crisis en Silicon Valley Bank escribí un hilo de siete tuits en el que me referí a la situación económica por la que atravesaban hasta ese momento algunas de las principales economías occidentales, sin sospechar lo que se avecinaba, a pesar de las señales detectadas por algunos economistas que advertían sobre la constante subida de los tipos de interés, señalando que conduciría a la banca hacia una situación de iliquidez que pondría patas arriba al sistema financiero internacional, lo que desencadenaría una crisis económica que se encontraría con los restos de la de 2008 y la derivada de la pandemia causada por la COVID-19.

 

En el primero de los tuits señalé que el presidente de la Reserva Federal (FED), Jorome Powell, había advertido que este órgano de regulación monetaria estaba a punto de perder su independencia -todos sabemos que la independencia es con relación al Gobierno, no así respecto al sector financiero que es el real dueño de la entidad estatal responsable del manejo de la política monetaria-. Las razones, como sabemos, aducía yo, son electorales; pues resulta que con una realidad económica estanflacionaria, el triunfo demócrata podría complicarse. Y continuaba en el segundo tuit: “La inflación sigue a pesar del incremento de los tipos de interés, mientras, en paralelo, las economías se estancan como producto de estas medidas de corte monetario. Japón y parte de Europa han tenido crecimiento 0 en el último trimestre y la líder de la unión, Alemania, -0.4

 

“En medio de este panorama sombrío, los gobiernos de EE.UU. y algunos europeos se plantean subir los impuestos a los que más tienen, pero el afán de su recaudación está relacionado con la guerra en Ucrania más que con la implementación de políticas internas para aliviar la crisis”, posteé en el tercero. En el cuarto indiqué que “las medidas impositivas, de acuerdo con algunos analistas, provocarán la huida de capitales, lo que agravará más la situación de las economías occidentales que, de acuerdo a sus juicios, ya padecen de estanflación, aunque sus bancos centrales no lo admitan”.

 

Descrita esta situación, partiendo de las informaciones servidas por la prensa nacional, internacional y los medios de comunicación alternativos, arribamos a la realidad nacional, asegurando en el quinto tuit, que “el panorama para este año y el 2024 no es halagüeño para la economía mundial, por lo que la República Dominicana sufrirá los embates de la crisis. Lo que nos lleva a preguntarnos si el Gobierno está en condiciones, en medio de sus improvisaciones e ineptitud, de enfrentarla con éxito”, martillaba, para afirmar en el sexto, que “el ambiente electoral que ya se respira en el país, traerá al debate de manera inevitable, el abordaje de la crisis y la visión que tengan los partidos y candidatos para enfrentarla. Los ejemplos, con datos duros, pondrían en desventaja a Abinader, frente a Leonel Fernández”.

 

Entonces, en el séptimo manifesté mi convicción de que “la ventaja para Fernández se expresaría en el desempeño de sus gobiernos ante crisis tan severas como la de 2008, sorteadas con crecimiento, inversiones y liderazgo regional, en términos de pujanza económica y preservación del bienestar de la gente, frente a un Luis sin norte”. Y no puede ser de otra manera, pues resulta que, a tres años de gobierno, el presidente de la República parece agobiado por los problemas de la crisis internacional y los que se han añadido por la torpeza con que la ha gestionado.