En mayo del 2018 el gobierno de Danilo Medina rompió relaciones con Taiwán al reconocer al régimen chino de Pekín. Sin embargo, fueron pocas las transacciones que luego tuvieron lugar entre ambos países, ya sea entre el sector público o el sector privado.
Una vez Luis Abinader asumió el poder en agosto del 2020 se hizo evidente que ya sea por iniciativa propia, o por presión norteamericana, el nuevo gobierno tampoco iba a realizar muchas negociaciones con los chinos, ya fuese un acuerdo de libre comercio, concesiones a empresas privadas chinas o préstamos bilaterales entre los dos gobiernos. Luce que los chinos estuvieron interesados en el estratégico puerto de Manzanillo y la empresa estatal Huawei quiso involucrarse en el sector de las comunicaciones dominicanas, pero nada de eso se dio.
Es importante contrarrestar esa actitud pasiva dominicana con las fuertes inversiones chinas en el área de Centroamérica, zona estratégica para los norteamericanos, no solo por el Canal de Panamá, sino también por los temas de tránsito de drogas y de indocumentados. Con Pekín han estado colaborando tanto el régimen izquierdista de Ortega en Nicaragua, como también el derechista de Bukele en El Salvador. Costa Rica había establecido relaciones con Pekín en el 2007, Panamá en el 2017, El Salvador en 2018, Nicaragua en el 2021 y Honduras en 2023. Solo Guatemala y Belice mantienen aún relaciones con Taiwán.
Pekín está trabajando en dos importantes proyectos muy estratégicos para unificar la costa centroamericana del Pacífico con su costa atlántica y caribeña, compitiendo así con un Canal de Panamá que, aunque ya no forma parte integral de Estados Unidos, es considerado como aliado de Norteamérica. Una vía férrea construida por los chinos unirá a Corinto en el Golfo del Pacífico nicaragüense con Bluefields en la costa atlántica de ese país. Honduras, por su lado, bajo el gobierno de Xiomara Castro está construyendo un “canal seco” desde el Pacífico hasta el Atlántico, desde el Golfo de Fonseca hasta Puerto Cortés.
Tanto en Nicaragua como en Honduras sus gobiernos están aliándose con los chinos en transporte estratégico, en infraestructura digital y eléctrica y en cooperación en asuntos de seguridad y medios. En Nicaragua los chinos construyen un aeropuerto al norte en Managua, al tiempo que tres empresas mineras chinas han recibido concesiones. Los chinos también construyen en Nicaragua plantas hidroeléctricas y termoeléctricas, así como parques solares.
En Honduras su empresa de comunicaciones estatales estará colaborando con Huawei y allí también los chinos ayudan a expandir la red eléctrica. Bajo el gobierno de Bukele los chinos en El Salvador están construyendo un muelle turístico en el Pacífico, una imponente biblioteca nacional en la capital, así como el estadio nacional de deportes y plantas de tratamiento de aguas.
Tan solo el gobierno de centroderecha de Rodriguez Chaves en Costa Rica está resistiendo una penetración china en el área de las telecomunicaciones y otros sectores.
En cuanto a acuerdos de libre comercio, Nicaragua ya firmó uno en agosto del 2023 y actualmente se negocian con Honduras y El Salvador. En nuestro país antes del reconocimiento de Pekín, los chinos de forma indirecta, a través de una compañía australiana, son dueños de una mina subterránea en la zona de Cotuí. A pesar de los anuncios, el turismo chino no ha llegado ni a Cuba ni a nuestro país y menos a Centroamérica.
Lo que sí ha aumentado mucho son las importaciones de productos baratos desde China, las cuales han sido sometidas por nuestras aduanas a un tratamiento especial por supuestas subvaluaciones. Las exportaciones dominicanas a China han sido mínimas.