En este artículo, exploramos lo que hemos denominado el “espectro del nuevo ludismo", la postura de los marxistas ante quienes se oponían a la introducción de tecnología en la producción durante la Revolución Industrial, y el papel de la Inteligencia Artificial (IA) como la tecnología de vanguardia del siglo XXI.

La idea de escribir estas reflexiones surgió durante el XXVIII Seminario Internacional “Los Partidos y una nueva sociedad”, patrocinado por el Partido del Trabajo de México. Este evento, reconocido como uno de los más importantes del progresismo y la izquierda mundial, me ofreció la oportunidad de escuchar a varios oradores hablar sobre la IA, lo que me llevó a rememorar las tensiones de la Primera Revolución Industrial entre el Movimiento Ludista y los marxistas, representados por Carlos Marx y Federico Engels.

De ahí que me permití acuñar el concepto de “nuevo ludismo” para describir las tensiones, aprensiones o rechazos que podría generar la actual revolución tecnológica, marcada por la acelerada expansión de la IA. Hoy en día, la IA ha reavivado los temores sobre el desplazamiento laboral, una amenaza que no solo afecta al trabajo físico, sino también a las tareas cognitivas, como la toma de decisiones y la creatividad. Esta transformación tecnológica genera debates que nos invitan a reflexionar sobre el impacto social y económico que podría tener la automatización avanzada en nuestras vidas.

El Movimiento Ludista: Una resistencia al cambio

El Movimiento Ludista fue una reacción de los trabajadores británicos, principalmente artesanos, durante los primeros años de la Revolución Industrial (1811-1816). Se enfrentaron a la introducción de máquinas como los telares mecánicos, que reducían la necesidad de mano de obra calificada y bajaban los salarios. Bajo la bandera simbólica de Ned Ludd, los ludistas destruyeron las máquinas que percibían como una amenaza directa a su sustento.

Lejos de ser una simple oposición al progreso, el ludismo fue una respuesta desesperada ante las duras condiciones sociales y laborales impuestas por el naciente capitalismo. Los trabajadores veían cómo sus empleos desaparecían y cómo perdían el control sobre su propio trabajo, sometidos a un sistema que priorizaba la acumulación de capital sobre el bienestar humano.

El “nuevo ludismo”: Una elucubración atrevida

Hoy, en medio del siglo XXI, nos enfrentamos a expectativas y aprensiones similares con la llegada de la IA. Esta tecnología está transformando profundamente el panorama laboral y económico, generando temores sobre el desplazamiento masivo de empleos. Sin embargo, a diferencia de los ludistas de antaño, el "nuevo ludismo" no se manifiesta en la destrucción de máquinas, sino en la resistencia y crítica hacia las consecuencias sociales y económicas de la automatización.

El "nuevo ludismo" refleja una disyuntiva similar a la enfrentada durante la Revolución Industrial: la tecnología no es inherentemente mala, pero su uso en un sistema capitalista exacerba las desigualdades y amenaza con precarizar aún más el trabajo. Al igual que entonces, el control de las máquinas y el reparto equitativo de sus beneficios es el tema central del debate.

El “espectro del nuevo ludismo”: Una inquietud latente

El término "espectro del nuevo ludismo" hace referencia a una sombra que se cierne sobre el horizonte social y laboral a medida que las tecnologías avanzadas, como la IA, se expanden. Al igual que el "espectro del comunismo" del que hablaban Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, este nuevo espectro aún no se ha materializado completamente, pero ya genera temores y debates profundos en la sociedad.

Este espectro sugiere que, si no se toman medidas para regular y democratizar el acceso y los beneficios de la IA, podríamos enfrentarnos a un escenario en el que las desigualdades económicas se profundicen, el desempleo masivo sea una realidad y las tensiones sociales se agudicen. Los ecos del pasado nos recuerdan que las reacciones instintivas al cambio tecnológico no desaparecen, sino que evolucionan con las nuevas circunstancias.

Marxismo vs. Ludismo: Rememorando las tensiones de la Primera Revolución Industrial

Los marxistas, desde Karl Marx y Friedrich Engels, se opusieron al ludismo porque consideraban que el problema no residía en las máquinas, sino en las relaciones de producción capitalistas. Para Marx y Engels, las máquinas no eran enemigas de los trabajadores, sino herramientas controladas por los capitalistas para intensificar la explotación. Desde su perspectiva, la lucha de clases era el conflicto central, no la destrucción de las máquinas.

Criticaron al ludismo por atacar los síntomas del problema (las máquinas) en lugar de la causa estructural: el control de los medios de producción por la burguesía. Bajo un sistema socialista, la tecnología podría liberar a los trabajadores de tareas alienantes, mejorando la calidad de vida de todos. Para los marxistas, la clave no era destruir las máquinas, sino socializarlas.

Engels, en particular, comparó la Primera Revolución Industrial con la Revolución Francesa, afirmando que la primera había transformado radicalmente la producción sin necesidad de una revolución armada, “sin tirar un tiro”. Esta comparación subrayaba la idea de que el progreso tecnológico podía darse sin violencia, siempre y cuando las herramientas fueran puestas al servicio de todos y no solo de una élite.

IA: Vanguardia tecnológica de la Quinta Revolución Industrial

La IA está en el centro de lo que muchos llaman la Quinta Revolución Industrial. A diferencia de las revoluciones anteriores, donde las máquinas reemplazaban tareas manuales, la IA está automatizando tanto tareas físicas como cognitivas. Se utiliza en sectores como la atención médica, la educación, la logística y el comercio electrónico, transformando industrias enteras.

Sin embargo, el acceso y los beneficios de la IA no están distribuidos equitativamente. En la mayoría de los casos, las grandes corporaciones tecnológicas concentran el conocimiento, los datos y los recursos, generando enormes ganancias mientras amplían las desigualdades.

Tensiones entre la IA y la clase trabajadora: Un nuevo dilema

El avance de la IA ha reavivado los temores sobre el desplazamiento laboral. A diferencia de la Primera Revolución Industrial, donde las máquinas reemplazaban trabajo físico, la IA amenaza con automatizar también el trabajo cognitivo, lo que plantea una nueva amenaza para la clase trabajadora.

Para los marxistas, el problema no es la IA en sí misma, sino cómo se utiliza en un sistema capitalista. La IA, bajo el capitalismo, está diseñada para maximizar la productividad y reducir los costos laborales, generando enormes ganancias para una minoría y precarizando las condiciones de trabajo para la mayoría.

Conclusión: Democratizar la tecnología para evitar un nuevo ludismo

El "espectro del nuevo ludismo" no debe ser ignorado. A medida que la IA se convierte en una fuerza dominante en la economía global, las tensiones entre el capital y el trabajo solo se intensificarán. Como señalaron Marx y Engels, la respuesta no debe ser la destrucción de la tecnología, sino su democratización. Si luchamos por un futuro donde la tecnología esté al servicio de toda la humanidad, y no solo de unos pocos, podremos evitar que este espectro se convierta en una realidad.

La inteligencia artificial tiene el potencial de transformar la sociedad de maneras que apenas podemos imaginar. Pero ese potencial solo se materializará si luchamos por una distribución justa de sus beneficios. Solo así podremos aprovechar su capacidad emancipadora y evitar que las sombras del pasado se ciernan nuevamente sobre el futuro.