Sin temor a equivocarse, se puede establecer que en la actualidad, el desarrollo de la tecnología de la información y la comunicación (TIC), a nivel global, es el medio, recurso o plataforma que, de una forma u otra, está trasformando las relaciones económicas, políticas, sociales y culturales  y, por supuesto, está configurando nuevas desigualdades y relaciones de poder.

Millones de videos por YouTube, de notas por Twitter, de artículos e información por Facebook, WhatsApp, circulan diariamente a nivel global por las redes sociales, impactando de manera significativa la opinión pública y las preferencias de los ciudadanos.  Para el 2021, se estima que había 4.200 millones de usuarios de redes sociales en todo el mundo, lo que representa un crecimiento interanual de más del 13% (490 millones de nuevos usuarios). El número de usuarios de las redes sociales equivale ahora a más del 53% de la población mundial (https://wearesocial.com/es/blog/2021/01/digital-report-2021).

Las tics están transformando la sociedad donde vivimos, de manera que para entender los cambios en la sociedad de hoy, hay que indagar sobre la evolución que se está operando en las plataformas digitales, pues son estas redes de intensos flujos de información y comunicación, las que están transformando y, diversificando la opinión pública y, las preferencias política-culturales de los ciudadanos.

De manera que, en el contexto del proceso de democratización, del desarrollo de las tecnologías de la información, la comunicación, del internet y las nuevas plataformas digitales de Facebook, YouTube, WhatsApp, Twitter, Instagram y otras a nivel global, se está produciendo en nuestro país, paradójicamente, un exceso de información, pero también una diversificación del poder de la comunicación en la construcción de la opinión pública.

En ese sentido, nos interesa destacar que, para bien o para mal, la construcción de la opinión pública a nivel nacional, está siendo mediada por la tecno-comunicación en un triple sentido: primero, por los flujos informacionales que nos vienen de las grandes cadenas de la comunicación y las redes sociales transnacionales. Segundo, por los medios de comunicación tradicionales: radio y televisión y, tercero, por la aparición de nuevas plataformas de comunicación a través  de las redes sociales, periódicos digitales y los nuevos canales de youtuber a nivel nacional.

Del monopolio de las grandes transnacionales de la comunicación y los medios tradicionales, estamos pasado a nuevos recursos digitales que están  haciendo posible la circulación de otro tipo de información y comunicación a través de las redes sociales.  Esto se pone en evidencia, cuando vemos el rápido crecimiento de los suscriptores de los canales de YouTube, como son los casos del patio, de Altagracia Salazar con 91, 700 suscriptores, el café con Ricardo Nieves, con 92,400, el jarabe de Marino Zapete, con289, 000, el antinoti de Sergio Carlos con 479, 000, somos pueblo medio con 287,000, corrupción al desnudo con 218,000 suscriptores y otros (YouTube, 8 de Febrero, 2022).

El crecimiento de estos canales alternativos de periodistas y activistas sociales, pone en evidencia la creciente diversificación de la opinión pública nacional, pues normalmente se dirigen a otro público y ofrecen otros tipos de información que no se publican o difunden en los medios de comunicación tradicionales. Estos canales digitales son más interactivos, menos rígidos, más informales, motivan que sus seguidores, en el país y en el extranjero, participen en la construcción del sentido de la información y, sobre todo, no se cobijan bajo la sombra de los partidos o el Estado.

Con sus denuncias a la corrupción, la impunidad, el clientelismo y, la centralización del poder político (público) de parte de los partidos y el Estado, estos canales participan desde la sociedad civil, en las luchas por los derechos de las minorías y la construcción de la conciencia crítica de los ciudadanos, estructurando, como hemos dicho, una diversificación del poder de la comunicación en la construcción de la opinión pública dominicana.